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Niños yemeníes afectados por la guerra mendigan para comer

Expertos denuncian desnutrición infantil y riesgos de hambruna
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13 de febrero de 2017 a las 05:00

Alí tiene 14 años y su hermano Majdi, 7. Desde que su padre murió en un bombardeo se pasan los días mendigando por las calles de la capital de Yemen, donde los niños son las principales víctimas de la guerra.

El mayor de los dos cuenta su historia sin emoción.
"Vivíamos en seguridad en la provincia de Haja con mi padre, que vendía qat (una planta con propiedades psicoestimulantes) para vivir".

"Un día se enfermó y lo llevamos al hospital de Médicos Sin Fronteras. El hospital fue alcanzado por un bombardeo aéreo y mi padre murió. Nos mudamos a Saná cinco días después de haberlo enterrado".
Desde entonces, Alí y su hermano pequeño, sucio y andrajoso, vagan por las calles. Se cuelan entre los coches y proponen limpiar el parabrisas a cambio de unas monedas.

Ganan el equivalente a US$ 3 diarios, demasiado poco para alimentar a su madre y a sus ocho hermanas.

Es una historia bastante corriente en Saná, la capital yemení controlada por los rebeldes chiitas hutíes desde setiembre de 2014, y en el resto de Yemen, asolado por la guerra.

"Todos los males que padecen los niños progresan: el trabajo, la mendicidad, el alistamiento en las fuerzas armadas, la no escolarización...", se alarma Nasim Al Muliki, directora de una organización dedicada a la protección de la infancia.

Además "los servicios sociales de ayuda a los niños se hundieron completamente".

Sin nada que comer

"Mendigamos porque ya no encontramos nada que comer", declara Mustafa Ahmed Abdalá, de 15 años, cuyo padre murió combatiendo.

"He intentado encontrar trabajo pero no ha funcionado; me quedé en la calle", añade. Como mucho gana US$ 5 por día.

A unos pasos de allí, Abir, de 8 años, pasa de un coche a otro con su hermano pequeño, Abdelrahman. "No tenemos nada que comer. Buscamos dinero o comida", dice la niña.

La situación se deterioró mucho, sobre todo desde que en marzo de 2015 una coalición árabe bajo mando saudí intervino en la guerra en apoyo a las fuerzas progubernamentales que se habían replegado en Adén (sur) luego de haber sido expulsadas de buena parte del territorio.
La guerra se libra lejos de las cámaras y sin visos de una solución política.

Los niños son víctimas

Alrededor del 20% de las aproximadamente 7.400 personas muertas desde hace dos años en Yemen son niños, según reportes de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
"El número de niños mendigos creció mucho, en particular desde que los funcionarios han dejado de cobrar el salario en la capital" hace unos meses, explica Ahmed al Qurashi, quien dirige Seyaj, una organización para la protección de la infancia.

Deterioro sanitario

En setiembre, el presidente Abd Rabbo Mansur Hadi ordenó el traslado del Banco Central desde Saná a Adén, declarada "capital provisional" desde que fue reconquistada en 2015 junto con otras cuatro provincias del sur.

Esto significa que los rebeldes, que formaron su propio gobierno en Saná, no pueden pagar los salarios de los funcionarios en las zonas que se encuentran bajo su control.
Además, las condiciones sanitarias de los 26 millones de yemeníes no paran de deteriorarse.
Dos tercios de ellos no tienen acceso a cuidados médicos decentes y ya se detectaron casos de cólera y hambruna.

En ese marco, la organización de protección a la infancia, Unicef estima que 2,2 millones de niños sufren desnutrición crónica.

"La desnutrición nos golpea de lleno y aumenta cada día", afirma el pediatra Ahmed Yusuf.
Pero "ni el gobierno ni las oenegés son capaces de hallar una solución para hacer frente a esta catástrofe".

Fayza Ahmad, responsable del hospital Al Sabin de Saná, lo constata: "Los casos que llegan son muy graves; los niños sufren diarreas severas".

A veces, afirma el doctor Yusuf, "un niño se muere mientras el padre todavía sostiene en las manos la receta" para un tratamiento que no puede pagar.
La ONU reclamó el miércoles US$ 2.100 millones (€ 2.000 millones) para ayudar este año a los yemeníes.

"Sin apoyo internacional, pueden sufrir hambruna en 2017", advierte el jefe de las operaciones humanitarias de la ONU, Stephen O'Brien. (AFP)

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