"No hay que rendirse jamás"

Mientras trabajaba en el rubro comercial, continuaba con esa idea de tener su propio negocio. Confiaba en que en el momento que tuviese que llegar, llegaría. Así fue que en el 2012, a través de su hermano, se enteró de la venta de la heladería Del Abuelo. Bajo el lema “el que no apuesta, no gana” decidió comprarla. Hoy cuenta con dos locales en Montevideo y una planta industrial que innova constantemente a nivel de servicios y también de sabores.

¿Cómo fue el comienzo?
Hubo muchos imprevistos al estar en un mercado que solo conocíamos como consumidores. Para mí una de las claves del éxito es tener un diferencial tanto en el producto como en la atención al cliente, entonces lo primero que hicimos fue asesorarnos con ingenieros químicos y otros profesionales gastronómicos. Si bien la compré yo, mi hermano Sebastián puso la fuerza de trabajo, y luego mi pareja Marcelo se fue sumando a hacerse cargo.

¿Cuál es su diferencial?
Nuestros productos son 100% naturales sin colorantes ni conservantes y lo hacemos todo con productos de primera calidad. Tenemos más de 60 sabores, por ejemplo, galletita María con dulce de leche es uno de los que más se venden. Después tenemos otros innovadores como pomelo con romero, limón con albahaca, utilizamos muchas especias. Nos encanta eso, dimos con un personal que le encanta jugar con los gustos y todo lo que le planteamos lo prueba y mejora. Tiene una actitud de superarse siempre.

¿Cuáles fueron los primeros obstáculos a la hora de emprender?
Uno sueña con sus emprendimientos pero nunca piensa en las dificultades que puede traer. Por ejemplo, una de las primeras que comprendés es el verdadero trabajo full time, no hay descanso, vos mismo no te lo permitís. Los dolores son mayores que ser un empleado, pero las satisfacciones también. En nuestro caso lograr encontrar un equilibrio entre trabajar con los mejores productos y no despegarse de los precios de venta del mercado es un desafío. Hoy por suerte el cliente es cada vez más exigente y valora cada vez más los productos.

¿Qué consejo le darías a los starters?
Ser perseverante, si vas a emprender algo, tenés que hacerlo bien, intentarlo al menos. Después yo tengo un dicho que repito mucho: si alguien lo hizo, ¿por qué no lo puedo hacer yo? Si yo lo quiero lograr, puedo. No hay que rendirse jamás.

¿Estabas estudiando o trabajando en aquel momento?

Sí, trabajo desde muy chica, desde los 20 años. Trabajo también en una financiera pero quería formar mi propio negocio, para hacerlo en paralelo y luego dedicarme full time a eso. Nunca me imaginé que podía fusionar ambas cosas. A través de mi hermano, me enteré de la venta de esta empresa que ya se llamada “Del Abuelo”. Me metí en el negocio, probé el producto, hice números, me convencí que tenía gran potencial y me tiré a la pileta.

Yo soy una persona bastante jugada, que piensa que si no apuesta, no gana y que si poniendo sobre la mesa lo peor que puede suceder ante determinada situación, uno encuentra solución para superar no hay mucho más que pensar y eso fue lo que me pasó. Pensé qué es lo peor que puede pasar con esto. Puedo controlarlo así que me tiré a la pileta.

¿Cómo te enteraste de la venta?

Mi familia sabía de mi perfil emprendedor y que siempre había estado buscando alternativas y viendo negocios. La empresa era de la esposa del suegro de mi hermano, una empresa que ella había montado para su padre, por su fascinación por hacer helados y para que tuviera algo que hacer ella. Luego de que el padre fallece, la señora no quiso hacerse cargo del negocio y planteó venderlo en una reunión familiar. Ahí, mi hermano me lo comunica. Me reuní con ella, probé el producto y decidí involucrarme por el potencial que le vi. Hablé con mi hermano, porque no podía dejar mi trabajo y así empezamos.

¿Cuál fue el primer local?

La planta de elaboración estaba en Malvín, en Almería y Concepción del Uruguay. La empresa se abocaba al sector gastronómico, no tenía venta al público y nosotros empezamos con ese negocio. Nos especializamos en eso. Lo primero que quería era que el restaurante nos viera como un socio estratégico, y no como un proveedor. Comenzamos a tener un servicio muy personalizado, no sólo ofreciendo productos si no escuchándolos. El sector gastronómico es súper exigente y complejo, escuchar sus necesidades, estar en constante interacción, eso nos funcionó muy bien. Logramos ser más que un proveedor, por lo tanto, cuando tienen un evento o quieren probar un postre nos llaman y nos preguntan si podemos hacer determinado gusto. Al estar presentes en restaurantes, ocurrió que a la persona que le gustaba el helado ordenado preguntaba de dónde era. Nos empezó a llamar el público para ver dónde estaban nuestros productos y decidimos abrir un local de venta al público en febrero de 2013. Lo instalamos en la misma planta de elaboración. Al año siguiente abrimos en Pocitos, apuntando a una zona de mucha concentración de gente, es un local pequeño, y planeamos mudarnos en algún momento.

¿Cuántos empleados tienen hoy por hoy?

Mi hermano Sebastián, mi marido Marcello y yo. Después tenemos ocho empleados. A fin de mes nos mudamos a otro local en Malvín - Orinoco y Michigan-, porque el actual tiene limitaciones de espacio y de acceso, ya que estamos ubicados en una calle en la que no se puede estacionar. Allí la idea es ampliar la cantidad de productos y tenemos algunas otras sorpresitas.

Además de los helados, ¿qué otros productos tienen?

Además del helado tenemos otros productos como tortas heladas, bombones, casattas, barras heladas. También ofrecemos el servicio de catering que puede incluir esos postres que mencione recién y el servicio de heladería. El servicio de heladería consta en llevar un stand móvil refrigerado con cinco o seis sabores a elección de la persona. Trae cucuruchos, vasitos, aderezos y hacemos un servicio de aproximadamente una hora, a elección del que contrata. Es una hora libre de helados. La gente queda súper contenta, se forman colas y colas. Nos ha ido muy bien y mucha gente conoce ahí el helado y luego regresa a la heladería.

¿Existe alguna relación con la heladería “Del nieto” ubicada en el Mercado Agrícola?

Nosotros como nueva empresa no. Al no tener ningún lazo familiar, mi idea es cambiar el nombre en un futuro, cambiar la imagen. Vamos en camino, pero aún no es el momento. Resulta que cuando compré la empresa, me comenta al tiempo la dueña que su sobrino con el que trabajaba pero que se fue de la heladería, se llevó las recetas y abrió la heladería “Del Nieto”. Ese fue uno de los puntapiés para cambiar rotundamente. Ya no tenemos nada que ver. Si bien al principio surgió alguna confusión, hoy ya no.

¿Cuáles son los planes a futuro?

Las baterías están en el local nuevo de Malvín. La idea es formar una heladería modelo, tanto en la estética como en los productos, y que los distintos locales que vayamos abriendo sean a semejanza de este. Pretendemos inaugurar más heladerías en Montevideo y en el interior del país. A largo plazo, uno de los sueños es ofrecer el producto a nivel mundial, creemos que puede competir a esos niveles, pero entendimos que primero teníamos que establecernos en nuestro país.