Mundo > Líderes en picada

No más hiperpresidentes; ahora es hiperparticipación

La incapacidad de los mandatarios de conformar a la población con sus nuevas demandas, sumado a los casos de corrupción, han dejado atrás los grandes liderazgos
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24 de julio de 2016 a las 05:00
Algunos están desde la década pasada. Otros volvieron ahora tras ausentarse durante un período de gobierno. Y los demás están hace relativamente poco en el sillón presidencial. Pero casi todos tienen algo en común: sus gobiernos tienen números bajos de aprobación, y su liderazgo está algo debilitado.

"El quinquenio virtuoso, que dura desde 2002/2003 a 2007/2008, produce por primera vez un período de crecimiento sin igual para todos los países de la región que llegan a oler lo que es la prosperidad. Grandes masas de población viven más estabilidad laboral, más ingreso, y cerca de 100 millones de habitantes salen de la pobreza. Con ello surge una clase media emergente, pero también frágil. Era la época de los hiperpresidentes", dijo a El Observador la chilena Marta Lagos, directora de la Corporación Latinobarómetro, un grupo que realiza mediciones de opinión pública en la región con sede en Santiago.

"Al mismo tiempo terminan de suceder las alternancias de las élites en todos los países de la región, incluido Uruguay. La suma de estos hechos hace a la población creer que los gobiernos son buenos, incluidos sus presidentes", agregó.

De esa forma, llegaron al final de la década con la popularidad por las nubes. Sin embargo, el panorama cambió.

"La crisis (económica en Estados Unidos) de 2008 y sus sucesivos ciclos económicos altos y bajos, además del fin del súper ciclo de las commodities, dieron un escenario distinto a los gobiernos, con una ciudadanía que olió la prosperidad, con más educación y consciente de sus derechos", dijo Lagos.

El informe de opinión pública latinoamericana 1995-2015 de Latinobarómetro señaló que "los hiperpresidentes son de la década pasada" y "difícilmente volverán con su 80% de aprobación como Lula y otros".

"Hoy con suerte los presidentes consiguen la aprobación de los que votaron por ellos. La presidencia se ha democratizado, se ha bajado del pedestal. La ciudadanía tiene suficiente información y sobre todo experiencia para saber qué ha sucedido con las promesas de los gobiernos pasados: la distribución del ingreso y la riqueza, la protección social, las garantías sociales, las oportunidades, la igualdad ante la ley, la justicia y la seguridad ciudadana", añadió el reporte.

El informe regional estima que la población está desideologizada y decepcionada de la política.
Lagos agregó que "en 2010 y 2011 comenzaron las primeras protestas, que aún no paran. Y pasamos del ciclo de hiperpresidentes al ciclo de la hiperparticipación".

"Los ciudadanos quieren cosas que los gobiernos no pueden entregar, no saben o no quieren. Las nuevas élites no han estado a la altura de las expectativas. No basta llegar al gobierno para arreglar los problemas y los gobiernos no saben arreglarlos", consideró Lagos.

El uruguayo Nicolás Albertoni, analista internacional e investigador de la Universidad de Georgetown en la ciudad de Washington DC (Estados Unidos), opinó que la confianza que hubo en los políticos en la década pasada ya no es tal.

"Hay un tema claro de descreimiento en la política en general, no solo en América Latina. Uno ve las elecciones en Estados Unidos y el norteamericano no va a votar por el mejor candidato sino por el menos peor", dijo.

La falta de confianza en los políticos empeoró con una serie de casos de corrupción en varios países latinoamericanos, estimó Albertoni.

Como segundo aspecto, el analista apuntó al desgaste de algunas figuras. "Lo de Michelle Bachelet es un desgaste histórico. Está en el ámbito político hace más de 20 años, expuesta en la primera línea de batalla. En el caso de Tabaré Vázquez también. De hecho, se da una especie de espejo porque ambos son contemporáneos con sus presidencias".

Albertoni destacó que en el caso de Bolivia, donde si bien la aprobación de Evo Morales ha bajado, se mantiene en niveles elevados. Esto lo atribuyó a la falta de alternativas reales que desafíen, tanto en el oficialismo como en la oposición, al jefe de Estado. Algo similar sucede con Rafael Correa en Ecuador, quien ya no registra guarismos del 60% pero la población no ve quién puede sucederlo.

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