Jack Nicholson necesitó muy poco para convencer al mundo que su carrera iba a ser parte del patrimonio histórico del cine. Su sonrisa, a veces cálida, a veces siniestra, es uno de los rasgos más característicos de un actor que con el paso de los años fue mermando sus apariciones en pantalla, pero que sin embargo pisó con fuerza la segunda mitad del siglo XX en Hollywood. ¿Quién no recuerda las muecas socarronas de Jake Gittes en Barrio Chino (1974) o las risotadas malvadas de Jack Torrance en El Resplandor (1980)? Seguramente más de una persona señale también sus papeles en Busco mi destino (1969), El honor de los Prizzi (1985) o más recientemente en Los infiltrados (2006).
Hace siete años su rostro dejó de aparecer en la gran pantalla. Su último papel fue en la película de 2010 ¿Cómo saber si es amor?, del cineasta James L. Brooks, con quien ha trabajado más de una vez. Tres años después surgieron rumores que apuntaban a que el veterano actor tenía problemas para recordar los guiones, algo que lo habría alejado de la interpretación. Eso, sin embargo, fue negado por el propio Nicholson.
El 2017 trajo buenas noticias: Nicholson volverá a actuar, esta vez en la versión hollywoodense de Toni Erdmann, producción alemana de gran éxito que estuvo nominada este año a Mejor Película Extranjera en los premios Oscar.
El éxito se puede medir por varias variables, y si bien los premios muchas veces no representan "lo mejor", sí constituyen un termómetro a tener en cuenta. En ese sentido, el mercurio de Jack Nicholson está por las nubes: es el actor con más nominaciones a los Oscar (12) y comparte, junto a Daniel Day-Lewis y Walter Brennan, el primer lugar como máximo ganador (tres premios). Además, el actor estadounidense ganó en seis ocasiones el Globo de Oro y estuvo nominado otras once.
Su filmografía, que comenzó en 1958 con un papel en The Cry Baby Killer, suma más de 60 producciones, en las que ha trabajado con directores de la talla de Roman Polanski, Stanley Kubrick, Milos Forman, Martin Scorsese, Tim Burton, Rob Reiner y John Huston.
Su contribución al séptimo arte, como queda en evidencia, ha sido invaluable, y por eso, con motivo de su aniversario número 80 que se cumple este sábado, El Observador hizo un repaso por ocho de sus papeles clave.
Fue la película que le dio el impulso necesario en Hollywood. Su personaje de George Hanson, un abogado alcohólico que se suma a los viajes de Peter Fonda y Dennis Hopper, es una de las razones por las que esta película es un clásico.
Una de las películas más importantes de la década de 1970. Todo es sublime en Barrio Chino: la dirección de Roman Polanski, el ambiente noir, Faye Dunaway y, por supuesto, Jack Nicholson, en un papel que marcó su futura trayectoria.
Su primer Oscar llegaría con esta película, en la que interpreta a un interno de un hospital psiquiátrico que se pone a la cabeza del resto de los pacientes para emprender una guerra personal contra una enfermera. Ganó el premio de la Academia como Mejor película.
Un filme clave para el terror, para Stanley Kubrick y para el propio actor, que personificó a Jack Torrance, un hombre que enloquece por los fantasmas de un hotel y decide matar a su familia. Tiene escenas de las más recordadas de su carrera.
Su primer trabajo con James L. Brooks le dio la oportunidad de subir por segunda vez en su carrera a recibir el Oscar, esta vez como Mejor actor de reparto. Con él volvería a trabajar en Mejor... imposible, Detrás de las noticias y ¿Cómo saber si es amor?
Antes de que apareciera la magistral interpretación de Heath Ledger en Batman: El Caballero de la Noche (2008), el Guasón de Nicholson era el definitivo. A medio camino entre lo cómico y lo perturbador, su única participación en el cine de superhéroes fue memorable.
Volvió a trabajar con James L. Brooks y logró el Oscar a Mejor actor. Este drama juntó a Jack Nicholson con Helen Hunt y Greg Kinnear, pero los elogios se los llevó principalmente la interpretación del actor, una vez más.
Dos potencias se juntaron por primera vez en Los infiltrados: Nicholson y Martin Scorsese. El resultado fue una película cumbre en su filmografía tardía y una actuación como el mafioso Frank Costello que produce escalofríos en cada aparición.
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