Eduardo Espina

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Pánico en el aire

También los aviones grandes y ultramodernos son vulnerables
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18 de octubre de 2017 a las 04:55
Quienes hayan hecho el cruce transatlántico de Europa a América por el norte, habrán observado que durante un tramo largo se puede ver desde el aire un interminable páramo, la mayor parte del tiempo cubierto de nieve. Es el largo tramo que va desde el comienzo de Groenlandia hasta la entrada a las primeras zonas habitadas de Canadá, situadas mucho más al sur. Son varias horas de vuelo encima de la nada.

Como el viaje es durante el día, cuando el cielo está despejado –incluso también cuando no lo está-, la imaginación trabaja y se pregunta qué podría pasar en caso de que el avión sufriera un desperfecto. ¿Intentaría el piloto aterrizar en la nieve?

¿Dónde quedaría la ciudad más cercana con pista capaz de recibir a una nave de voluminoso tamaño, como las que hacen el cruce intercontinental? En tiempos recientes no ha habido ningún accidente con víctimas fatales de algún avión cayendo en Groenlandia o Canadá.

El pasado 30 de septiembre, sin embargo, la pelota pegó en el palo y dejó en claro que los aeropuertos alternativos para recibir aviones con desperfectos mecánicos restan mucho de tener las condiciones como para hacer la situación menos difícil para pasajeros y tripulantes de la nave afectada.

Un tetra reactor Airbus A-380, el avión comercial más grande del mundo, perteneciente a la compañía Air France, que volaba de París a Los Angeles, perdió en pleno vuelo parte de uno de los reactores y del ala derecha debido a una explosión. Una vez comprobada la falla, el avión estuvo en el aire dos horas más navegando con solo tres motores, hasta llegar a Goose Bay, Newfoundland, remota base militar canadiense.

No hubo heridos, aunque todos los 520 ocupantes del avión debieron esperar un día a la espera de dos otras naves que los llevaron a destino. Han pasado semanas desde el incidente, y el A-380 continúa en Goose Bay.

Considerando el sitio donde tuvo que aterrizar el avión, la operación de repatriación de este no será fácil, pues los ingenieros deberán figurar ahora la forma en que con solo tres turbinas el mamut aéreo podrá realizar los 4. 260 kilómetros de vuelo a Gales, donde la compañía fabricante de la turbina, General Electric, tiene un taller de reparaciones. Las causas de la explosión siguen siendo un misterio.

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