Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > SERIES

Para Iron Fist, la mano vino torcida

La serie tiene problemas narrativos que la convierten en la entrega más débil de superhéroes de Netflix y Marvel
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26 de marzo de 2017 a las 05:00
La cuarta serie creada en conjunto por Marvel y Netflix, Iron Fist, tuvo el camino más difícil de las páginas del cómic a la pantalla de todas las creaciones conjuntas entre estas dos empresas. Desde el anuncio en 2014 de su producción hasta su estreno se manejó que podía llegar a cancelarse, y fue el eje de una crítica racial y cultural que se prolongó hasta su estreno el 17 de marzo.

La historia de Iron Fist es la de Danny Rand, el heredero de una empresa multimillonaria que durante un viaje a China se convierte en el único sobreviviente de un accidente aéreo que lo deja huérfano. El niño es adoptado por los monjes residentes en la ciudad de Kun-Lun, una especie de dimensión paralela donde se convierte en un maestro de las artes marciales, y en el receptor del poder del Puño de Hierro, un ataque especial que le da más fuerza, poderes de curación y otras habilidades. En los cómics, creados en 1974, y en la serie, Rand es rubio y de ojos celestes. Sus detractores esperaban que fuera convertido en un hombre de ascendencia asiática, bajo críticas de apropiación cultural y falta de diversidad.

Eso no sucedió y fue uno de los puntos más atacados de una serie que en comparación con las otras creaciones de Marvel y Netflix es de una calidad netamente inferior, si bien tiene aspectos favorables.
Danny Rand tiene la desventaja de que la historia del millonario estadounidense que se convierte en superhéroe ya fue explotada por Batman, Iron Man, Arrow y Doctor Strange previamente. Además, sus intentos de convencer a los otros herederos de la empresa de su identidad y los dramas empresariales ocupan demasiado tiempo.
Hay que soportar cinco capítulos irregulares para llegar a lo mejor y más sustancioso de la serie

El principal atractivo de la serie, su inspiración en historias de kung fu, también se ve abatido por la mala edición y la poca novedad de las escenas de pelea, donde las coreografías son notorias y los planos se suceden a toda velocidad para esconder los cambios entre los actores y los dobles de riesgo.

Sin embargo, su historia predecible tiene momentos y combates entretenidos, y varios personajes (entre los que se destaca la amiga y camarada de Rand, Colleen Wing, interpretada por Jessica Henwick) sacan petróleo de sus narrativas acartonadas para darle vida a la historia. Las presencias de Carrie Ann Moss y Rosario Dawson repitiendo los papeles que ya han interpretado en las otras series de Marvel y Netflix son bienvenidas.

El dilema de Iron Fist es que hay que soportar cinco capítulos irregulares para llegar a lo mejor y más sustancioso de la serie, que es del sexto episodio en adelante. Se nota, sin embargo, que comparte el dilema de las otras producciones conjuntas: 13 episodios son demasiados y las historias se vuelven repetitivas.

Sin ser un desastre total, Iron Fist apunta sobre todo a los fans de Marvel, y es el aperitivo final antes de que Rand y los otros tres protagonistas de estas series se unan en The Defenders, donde el Puño de Hierro tendrá que mostrar su verdadera valía.

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