El avión cayó cerca de Carmelo en mayo de 2014

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Piloto del avión caído en Carmelo había ingerido alcohol y cocaína

En mayo de 2014 fallecieron en el accidente el aviador y cuatro pasajeros. Según un reporte oficial, el consumo se dio en las 24 horas previas al accidente
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23 de marzo de 2015 a las 21:49

El 27 de mayo de 2014 cayó en el Río de la Plata, a 10 kilómetros al sureste de Carmelo (Colonia), un avión piloteado por Leandro Larriera en el que viajaban ocho pasajeros argentinos. El piloto y cuatro pasajeros fallecieron en el accidente, mientras que los restantes sobrevivieron a pesar de las lesiones graves. Las pericias toxicológicas realizadas por el Instituto Técnico Forense (ITF) revelaron que el aviador había consumido alcohol y cocaína en las 24 horas previas a su fallecimiento, lo que “pudo ser causa” de los errores que cometió.

El informe final de la Comisión Investigadora de Accidentes e Incidentes de Aviación (Ciaia) del Ministerio de Defensa Nacional, al que accedió El Observador, expresa que “el juicio profesional para una adecuada toma de decisiones por parte del piloto estaba afectado, como así también, su capacidad para percibir peligros y evaluar riesgos”.

“No pudo establecerse si el consumo fue único o habitual. Tampoco si la última dosis de cocaína fue con alcohol, pero sí asegura (el informe toxicológico del ITF) que hubo consumo simultáneo de cocaína y alcohol. Lo arriba descripto pudo ser causa de los errores operacionales que produjeron el accidente”, expresa el informe de la Ciaia, que será enviado al juzgado penal de Carmelo.

“Desde setiembre de 2013 se apreció un cambio notorio en el piloto al mando en la manera de confeccionar el Libro de Vuelo. Se empiezan a omitir detalles, se pierde la prolijidad del llenado. Asimismo, de la cantidad de información innecesaria encontrada en la aeronave”, agrega el informe.

De todas maneras, la Ciaia afirma que “en los días previos, el piloto realizó actividades normales”, como estar con su familia y jugar al tenis. Además, “estaba debidamente habilitado y contaba con la experiencia necesaria para la operación de la aeronave accidentada, teniendo su certificado psicofísico vigente”.

Larriera tenía 43 años, 8.000 horas de vuelo y 478 horas en este tipo de avión turbohélice.

La niebla y el factor humano
El vuelo tripulado por Larriera partió del aeropuerto de San Fernando, en Buenos Aires, a la hora 12:40. Antes de despegar, a la hora 12.17, el piloto se comunicó “desde su celular personal” con Carmelo “para conocer las condiciones del aeropuerto”. “La persona encargada de operaciones le dice: ‘informo que todavía hay niebla’. A lo que el piloto respondió: ‘Bueno, te llamo en media hora más’.

La Ciaia concluye que “el piloto al mando decide realizar el despegue a pesar de que el aeródromo de destino no reunía las condiciones necesarias de visibilidad para operar debido a la presencia de niebla y baja visibilidad, lo cual es informado por personal del aeródromo de Carmelo. Una vez en el aire, la aeronave queda en condiciones de vuelo por instrumentos, al quedar sobre capa sin referencias al terreno. En ese momento el piloto debió solicitar (...) regresar al aeródromo de salida o al alternado”. Larriera intentó descender para visualizar la pista de aterrizaje, pero “al no divisarla decide ascender y poner rumbo a San Fernando”. Luego, “en condiciones instrumentales desciende a altitudes mínimas, sin referencias al terreno y al no verlas decide arremeter e intenta hacer un nueva aproximación. El piloto al mando en esta segunda aproximación, dice: ‘Si encuentro un hueco me mando y si no me vuelvo a San Fernando’”, según testimonios de los pasajeros.

“El piloto al mando, en la segunda aproximación, desciende para poder tener referencias visuales, chocándose imprevistamente con la superficie del Río de la Plata, produciéndose el accidente”, concluye la Ciaia. “La niebla estaba pegada a la superficie y la visibilidad horizontal era muy reducida a unas decenas de metros”, agrega.

“La imprudencia y negligencia se pusieron de manifiesto”, expresa la Ciaia. “Los factores humanos y operacionales tuvieron una incidencia directa en el desarrollo del accidente, donde la complacencia y el exceso de confianza jugaron un rol importante, motivados a su vez por la ingesta de sustancias prohibidas antes del vuelo por parte del piloto al mando”.

A su vez, informa que “la aeronave se encontraba con su Certificado de Aeronavegabilidad vigente”, que “no se encontró ningún vestigio de falla de la célula o de mal funcionamiento de los sistemas antes del accidente”, pero que “el equipo de supervivencia de la aeronave no estaba completo”.

“Los pasajeros que iban a bordo en ningún momento recibieron instrucciones acerca de la ubicación y el modo general de usar el equipo de emergencia que se lleva para uso colectivo”, agrega.

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