"No había más limpieza en la ciudad que la producida por los aguaceros que, a intervalos, sacaban de las calles los montones de basura. Alrededor de las sobras de carroña, legumbres y frutas pasadas, que se acumulaban en grandes masas, las ratas pululaban en legiones" escribió en 1807 en un diario de expedición el brigadier escocés Robert Craufurd según recoge el libro Montevideo visto por los viajeros del historiador Aníbal Barrios.
Más de 200 años después la descripción del militar británico sigue teniendo una dolorosa vigencia. Esta semana vi en una esquina de Montevideo, más precisamente en Guatemala y Lezama, cómo vecinos del lugar quemaban
basura contra el cordón de la vereda. La imagen, que se repitió en varios barrios de la capital, no la veía desde muy niño, cuando la mugre endémica de la ciudad obligaba a la gente a quemar los desperdicios. Recuerdo patente todavía que a Montevideo lo gobernaba un intendente colorado, "el gordo" Jorge Luis Elizalde, el mismo al que hormigas le "robaron" miles de kilos de azúcar de un depósito de la desaparecida red de Subsistencia.
A fines de los años ochenta Tabaré Vázquez irrumpía como hombre fuerte de la política y se convertía en el primer intendente de izquierda haciendo precisamente especial hincapié en solucionar el problema de la basura y señalando enfáticamente "esto no se arregla con promesas se arregla teniendo las manos limpias y con voluntad".
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Vamos camino a 30 años de gobiernos frenteamplistas de Montevideo y la inoperancia para solucionar el problema es patente a pesar de que el dinero está, producto de una presión tributaria creciente. Pasaron Vázquez, Mariano Arana, Ricardo Ehrlich y Ana Olivera.
Pasaron cinco administraciones y el problema sigue latente. En los últimos días le explotó en las manos al actual intendente
Daniel Martínez, que debió lidiar con el duro gremio de Adeom –al que por cierto anteriores jefes comunales les dieron dispendiosos poderes y dinero- y nadie está dispuesto a torcerle el brazo.
Al cierre de esta semana la problemática de la mugre parecía encaminarse porque la intendencia contrató a empresas privadas. Es decir, sigue pagando empleados públicos con empleo seguro pero cuando se ve en apuros recurre a servicios privados, los que por cierto han demostrado ser mucho más expeditivos en barrios donde la recolección es privada.
Martínez, un ingeniero de profesión que fue senador, ministro y presidente de ANCAP, sabe que en la resolución de este conflicto se juega gran parte de su imagen como administrador público y como presidenciable por el oficialismo para 2019. De la suerte que corra se confirmará o no aquello de que el gobierno de Montevideo es la tumba de los cracks, de la que el único que ha logrado salir triunfante fue Vázquez.