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"Podemos pensar la nueva cultura, pero no despreciarla"

Escritor, pensador y activador de debates en plataforma 2.0, Daniel Molina, disertante en el TEDx Montevideo, dice que la literatura “se acabó” y que los viejos intelectuales responden a los tiempos de internet con conservadurismo
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07 de junio de 2012 a las 19:29

El pretexto era su exposición en el TEDx de Montevideo que sucederá el próximo miércoles 13 en el Teatro Solís. Pero con Daniel Molina es complicado quedarse en un solo tema. De la cultura al periodismo, pasando por el Twitter en el que día a día reflexiona y activa desde su cuenta @rayovirtual, este argentino que es escritor, ha firmado varios artículos para numerosos diarios y fue periodista y editor, asegura que hay más literatura en las series que en Murakami, y que en esa red social está el cerebro desde el que se piensa y se discute la sociedad que se viene.

¿Por qué siente que fue convocado para el TED Uruguay?
No lo tengo tan claro, habría que preguntarle a los organizadores. Creo que algo tiene que ver con que escribo en varios medios argentinos. Justo en Clarín apareció una nota sobre mis casi 10 años en prisión cuando estaba el estado de sitio, durante el gobierno de Isabelita (Perón). Esa nota fue la más leída de la semana, o sea dos o tres millones de lectores. Supongo que eso influenció la invitación, junto al hecho de ser profesor en la Universidad y crítico cultural. Creo que es una buena experiencia de vida, aunque son solo suposiciones y en cuanto a mi ponencia, cambia todos los días.

Cuando me pasan su perfil, lo primero que referencian es su cuenta de Twitter. ¿Cuánto lo valora usted como lugar para comunicar e interactuar?
En primer lugar, creo que internet es el equivalente a lo que en el siglo XIX fue la ciudad. Por eso digo que no existe la adicción a internet, porque sería como ser adicto a caminar por la ciudad. Hoy en día, todo está digitalizado, no hay contexto que no lo esté, incluso para aquellos que no acceden a internet. Yo no uso celular porque soy viejo y quiero estar desconectado un rato del mundo, pero los jóvenes de 35 años no pueden permitirse eso ni en dos horas de ir al cine. En este mundo, las redes sociales son la vanguardia de un mundo que va a cambiar muchísimo más. Y de ellas, creo que Twitter es el cerebro, el lugar en el que pensamos en conjunto. Entonces no me puedo perder de estar ahí.

¿Cómo encaja en esta nueva realidad el rol del intelectual?
Los intelectuales en Argentina son gente grande. Creo que ese concepto de viejo intelectual cercano a la cátedra y la producción de libros y de ideas a ese ritmo está teniendo cada vez menos influencia real. Desde el punto de vista social no tiene ninguna repercusión, salvo alguna cuestión política puntual. Pero hay falta de debate: aquí los periodistas dicen “queremos preguntar” pero quieren preguntar por temas de corrupción, no qué política de educación va a tener el gobierno, o qué política se va a asumir en cuanto a la libertad de las mujeres en cuanto al aborto. Es decir: es todo puterío y chicana. Saber si la presidenta se compró zapatos en el exterior o no. Nada de temas que hacen a la vida de los argentinos. Entonces eso no interesa a la gente, más allá del puterío del momento.

Pero por su accionar en las redes sociales, ¿no es usted una especie de “intelectual 2.0”?
Es que creo que el concepto de intelectual va a tender a desaparecer. Puede ser que se ocupe ese lugar. Uno tiene que usar una palabra vieja para hablar de una cosa nueva. Desde ahí puede ser, pero con todas esas salvedades. Me parece que eso que fueron los intelectuales se acabó, así como la literatura, que creo se terminó a fines del siglo XX. Creo que la literatura está más en las series norteamericanas como Los Soprano que en un libro de Murakami.

¿Y cómo valora usted eso desde su subjetividad?
En principio creo que todo lo que hay en el mundo es bueno. O sea, que es bueno estar aquí. Esto es lo que existe. Cuando estas cosas se entran a popularizar, como las redes sociales, la gente cree que la sociedad se está pervirtiendo. Pero se decía lo mismo con la radio, la TV o los primeros cines.

Vargas Llosa dice que el acceso al consumo cultural está al alcance de todo el mundo pero que no ha pasado nada con eso. ¿Qué opina al respecto?
¿Cómo no va a haber pasado nada? Los chicos de hoy, incluso los que se consideran semi analfabetos, ya leyeron más que lo que cualquier persona culta de la Edad Media. Creo que Vargas Llosa, Eco y otros que están en su edad, quieren volver a una época que ya no existe. Quieren volver al pasado. Pero es como que la gente, después de la electricidad, quisiera volver a la oscuridad de la noche. Ya no sabemos sobrevivir sin electricidad. Y pasa lo mismo con internet. La cultura del libro, además, no existió siempre, sino desde la imprenta. Podemos pensar la nueva cultura, pero no despreciarla. Las voces autorizadas de hoy se desautorizan solas.

¿Cuánto cree que va a llevar pensar este nuevo cambio?
Creo que hay gente que siempre se ha adelantado. En el arte, por ejemplo. El arte visual de hoy me interesa mucho por lo que tiene para decir. Me interesa aquello que anticipa el hoy, la sensibilidad que tenemos hoy. Borges por ejemplo, en El jardín de los senderos que se bifurcan o El Aleph, maneja un plano mental de lo que luego fue internet: tiempos paralelos al mismo tiempo, el acceso a todos los universos en un solo lugar. Yo tengo 58 años. El mundo en que vivía cuando tuve 40 no existe más. Nunca existió un desarrollo técnico tan rápido que esté cambiando el mundo de forma tan radical. Los que nacen con eso lo ven como normal, sobre todo la clase media urbana en todas partes del mundo. Quizá ellos no. Pero una cosa es que te confundas y otra, que respondas con conservadurismo.

Usted dejó de considerarse periodista para ser un crítico cultural. ¿Qué cambió?
No sé si en todo el mundo, pero creo que se acabó la idea del diario como generador de agenda pública. Hoy, el foro romano es internet, no otra cosa. Y el periodismo no encuentra un camino allí. En Argentina, el periodismo encontró como camino ser oposición al gobierno y nada más. Yo creo que en ese sentido se está suicidando; es como que tuviera alzhéimer. Tenemos diarios que repiten todo el tiempo noticias. ¿Para qué queremos diarios que digan todos lo mismo? El viejo concepto de periodismo cambió. ¿Para qué nos sirve una primicia si ahora todos lo dicen casi al mismo tiempo? ¿Cuánto dura hoy? Entonces creo que la primicia, esa cosa que tipos de más de 40 años dicen en secreto en las redacciones “conseguí tal cosa”, es un concepto para gente vieja que se quedó en eso. En Twitter nos aburrimos de ver noticias que discutimos hace dos semanas. Es difícil que los jóvenes regresen a los diarios, de todas formas, aunque se adapten. Pero también la gente, yo incluido, lee menos libros. Ahora conectamos fragmentos, el mundo está mucho más abierto y un libro es un mundo cerrado entre dos tapas.

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