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¿Por qué el EI reivindicó el atentado de Orlando?

Martín Natalevich, analista especializado en terrorismo y periodista de El Observador analiza el interés del Estado Islámico en el atentado de Orlando
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14 de junio de 2016 a las 05:00

Omar Mateen tomó dos decisiones antes de asesinar a 49 personas en una discoteca gay en Orlando. La primera: poner su vida al servicio de la causa. Mateen sabía que no podría salir vivo del local y, por ende, que sus reivindicaciones terminarían (o empezarían) con la última bala. La segunda: hacer de su causa la bandera de un movimiento radical. Fue él mismo quien se encargó de llamar al 911 para hacer una declaración de lealtad al Estado Islámico (EI). No podían quedar dudas al respecto: Mateen no sólo eligió matar homosexuales, sino que lo hizo en nombre de una fuerza mayor.

Hasta el momento no hay ningún indicio que muestre que Mateen tuviera una conexión formal, directa o indirecta, con la agrupación extremista. Es decir: Mateen no fue instruido ni entrenado por el EI.
Seguramente tampoco haya sido asistido desde el punto de vista financiero, operacional o logístico. En la medida que la investigación tenga tiempo y profundidad sabremos hasta qué punto fue inspirado y cuáles fueron los canales y métodos de su proceso de radicalización. Aunque cualquier afirmación a esta altura pueda resultar temerosa, lo más posible es que Omar Mateen responda a un caso típico de auto-radicalización autóctona. Desde la destrucción del santuario yihadista de Al-Qaeda en Afganistán, los líderes de las potencias europeas y en Estados Unidos han temido siempre un ataque cuya génesis se geste intramuros. Al igual que los casos de San Bernardino y la maratón de Boston, Orlando parece responder a esa tipología.

Poco le importa al EI que Mateen no fuera un orgánico. A las pocas horas llegó la reivindicación del grupo radical que, a pesar de que con seguridad solo fue un arma de inspiración en este caso, aprovechó para buscar propaganda a bajo costo. Aquí no hay casualidad si consideramos la cambiante coyuntura que atraviesa el movimiento. En los últimos meses de 2015 y durante buena parte de este año, el EI vio como su autoproclamado califato cedió terreno en puntos clave de Siria e Irak.

Los grupos yihadistas son atentos lectores de la realidad geopolítica y, al igual que el resto de los mortales, hacen cálculos estratégicos. Que el EI haya decidido asumir la autoría habla del momento de la organización. Más aún, que haya elegido utilizar la palabra "combatiente" y no "soldado", como sí hizo en París o Bruselas, o "seguidor" en el caso de San Bernardino nos pone ante una nueva narrativa que la organización querrá imponer entre sus potenciales y actuales seguidores.

Mateen eligió a sus víctimas. Para el fundamentalismo islámico, la homosexualidad es una forma de vida propia de los infieles y que tiene que ver con el desvío de Occidente. Sin embargo, su odio al colectivo LGBT no es propiedad exclusiva. En la larga lista de quienes merecen la muerte, según el EI, hay otros colectivos más jerarquizados: cristianos, judíos, occidentales en general, chiítas y otras minorías musulmanas y sunitas que no apoyan al grupo. Por eso, al parecer, en el caso de Orlando el ataque tiene una combinación de motivos personales con el toque de la narrativa del Islam radical. El académico francés Oliver Roy utiliza el término "islamización del radicalismo" para hablar de casos de individuos que tienen una alta predisposición a la violencia y la ideología yihadista les da el marco para justificar sus acciones.

Como era de esperar, el problema del libre acceso a las armas en Estados Unidos también se metió en la discusión. Europa, un continente donde la amenaza terrorista local ha sido más seria que en Estados Unidos, no ha sufrido tiroteos en masa con tanta frecuencia y mortalidad. Si los yihadistas europeos tuvieran las facilidades que encuentran los estadounidenses para acceder a las armas, ya hubiéramos hablado de varios Orlando en territorio europeo. Y si la radicalización autóctona de Estados Unidos tuviera las mismas características que presenta en Europa estaríamos hablando de múltiples Orlando en territorio estadounidense. La facilidad para acceder a armas en Estados Unidos es el paraíso del extremista. Hasta el momento, a Estados Unidos lo salvó ser Estados Unidos: un país conformado a fuerza de inmigrantes que condicionó su matriz social. Pero la pregunta es cuánto más eso se podrá mantener, sobre todo cuando hay un candidato presidencial que se enorgullece de exhibir su visión ultraconservadora y xenófoba.

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