La participación del realizador Martin Scorsese y del músico Mick Jagger parecía garantizarle cierta magnitud de éxito a Vinyl, una serie de HBO que se estrenó este año pero cuya trama se ambientaba en la industria de la música neoyorkina de la década de 1970. Su gestación, incluso, había comenzado hace unas dos décadas, cuando el vocalista de los Rolling Stones se acercó a Scorsese con una idea para un filme.
Después de varios guiones, años en desarrollo y el obstáculo económico que supuso la crisis de 2008, la visión de Jagger debió reducirse y el resultado se convirtió en un proyecto que abarcaba menos años, pero que continuaba siendo ambicioso. No obstante, tras solo una temporada, la serie no logró los números de rating esperados pese a recibir críticas mayoritariamente positivas y fue cancelada por HBO.
El presupuesto para su primera temporada era de U$100 millones, sin contar los montos invertidos en marketing y publicidad que incluso se vieron en Uruguay, donde un grupo de promotores repartieron parafernalia de la serie en el concierto de los Rolling Stones.
Pese a la promoción, los ratings de Vinyl comenzaron débiles, con solo 750 mil televidentes en Estados Unidos y nunca lograron mejorar, llegando a un promedio de 650 mil espectadores por episodio, una cifra mucho menor que los 7,5 millones de Game of Thrones y los 2,6 de True Detective.
HBO había anunciado que renovaría Vinyl en febrero luego de lanzar el primer capítulo, pero reemplazó al escritor y productor Terence Winter (Los Sopranos, Boardwalk Empire) por Scott Z. Burns (The Bourne Ultimatum) y Max Borestein (Godzilla y la serie de Minority Report), y luego optó por revertir su decisión la semana pasada, cuando, "tras cuidadosa consideración", el canal decidió no continuar con la segunda temporada.
El portal Deadline informó que la decisión no podía atribuirse a Burns o Borestein, sino que debía vincularse más a la entrada de un nuevo jefe de programación en HBO, Casey Bloys, quien, con la intención de empezar una gestión sin números negativos, se deshizo de un coloso de US$100 millones que no lograba transitar por el camino esperado.
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