Opinión > OPINIÓN

¿Por qué jóvenes occidentales se vuelven terroristas del EI?

Los móviles psicológicos que en el pasado lanzaron a tantos chicos latinoamericanos a las guerrillas son los que ahora impulsan a otros a unirse al EI
Tiempo de lectura: -'
20 de julio de 2017 a las 05:00

Por Hana Fischer

Posiblemente, el mayor problema mundial actual, sea el Estado Islámico (EI). Este grupo ha causado grandes calamidades: en Medio Oriente, exterminando a poblaciones enteras, y en Europa y Estados Unidos realizando atentados terroristas.

Los integrantes del EI asesinan brutalmente a sus víctimas. Encima, difunden esas imágenes en los medios de comunicación masivos. Por eso causó conmoción en Occidente saber que el sujeto que en 2014 decapitó a sangre fría a James Foley, Steven Sotloff, David Haines y Allan Henning, fue “John”, inglés de nacimiento.

La gravedad de la situación imperante ha llevado a muchos pensadores, a preguntarse qué pasa por la cabeza de esos jóvenes occidentales que, sin causa aparente, engrosan las filas del EI. Entre ellos Fernando Savater, quien expresa que a “la mayoría ese comportamiento nos resulta ininteligible”.

Un libro de reciente aparición, da pistas que ayudan a comprender la forma en que los movimientos extremistas captan miembros. Asimismo, brinda una advertencia a los gobiernos de los países desarrollados, acerca de la conducta que deberían evitar al combatir a estos criminales fanáticos.

Nos estamos refiriendo a Clandy, novela póstuma de Geoffrey Jackson. Este exdiplomático británico fue secuestrado en 1971 por los tupamaros. Lo mantuvieron en cautiverio en duras condiciones durante ocho meses. Dos años después de ser liberado, publicó Secuestrado por el pueblo, sus memorias acerca de esa terrible experiencia.

El trato con sus captores –aunado a su fina capacidad de análisis– le permitió deducir los diversos perfiles psicológicos de los jóvenes guerrilleros. De ahí su impulso para escribir sus experiencias reales y además la novela, ambas sobre la misma temática.

La novela fue escrita en 1973, y aún permanece inédita en inglés, porque los editores de Inglaterra la consideraron “demasiado latinoamericana, demasiado católica”. Fue gracias al impulso de Luisa Peirano –quien la descubrió en el Churchill Archives Center y la tradujo junto con Marcela Dutra– que ahora ha sido publicada en castellano.

La actualidad de esta obra es señalada por una estudiante universitaria inglesa, quien afirma que “siempre había estudiado Latinoamérica desde el punto de vista de la sociología, la historia, la economía, la política, pero nunca desde el punto de vista de las emociones. Y que al haber leído la novela entendía por qué hoy en día se alistaban jóvenes al EI y a otros movimientos inspirados en ideologías”.

Precisamente, los móviles psicológicos que en el pasado lanzaron a tantos chicos latinoamericanos a las guerrillas son los mismos que ahora impulsan a otros a unirse al EI. Y el tema de la religión no es un dato menor, porque muchos eran/son idealistas y de buen corazón, poco conscientes de hacia dónde los lleva el camino escogido. Creen en forma ilusoria que a ellos nos los atrapará la espiral de violencia de la cual forman parte.

Con respecto al EI, numerosos jóvenes se integran a sus filas porque perciben como amenazante que la cultura occidental se esté expandiendo por doquier. Desde su perspectiva, esa civilización “consumista”, “vacua” y “desenfrenada”, está liquidando la forma de vida tradicional de los musulmanes. Un estilo de convivencia que, a su parecer, es superior al occidental.

Un europeo que fue mantenido en cautiverio por “John” –pero que logró salir con vida– lo describe “ inteligente, educado y un devoto creyente de las enseñanzas islámicas radicales”. Por su parte, Jackson señala que sus “carceleros le parecieron inteligentes, en buen estado físico, y no le dieron la impresión de ser marginales sociales”. Por el contrario, en su novela señala que las universidades –muchas veces con la anuencia de profesores y autoridades– son uno de los lugares preferidos para “sembrar” ideologías violentas bajo la apariencia de algún tipo de “justicia social”.

También están los sádicos y los asesinos por inclinación, que en esos movimientos pueden dar rienda suelta a sus instintos perversos. Y por último están los que entran porque se enamoran de alguno de los miembros, principalmente las mujeres.

Pero, sea por uno u otro motivo que ingresan a esas filas, Jackson deja claro que luego –aunque se arrepientan y se horroricen de lo que vieron y/o hicieron– “no hay marcha atrás ni escapatoria”.

Por otra parte, esta obra de ficción deja planteada una advertencia, que deberían tener muy presente los actuales gobernantes de los países desarrollados: “Ese es el regalo que nos han impuesto las guerrillas, la caja de Pandora que ellos han abierto. Llámalo como quieras, pero el remedio a sus bestialidades parece ser estos animales que ahora abusan de la autoridad de la nación. Y lo más probable es que sea eso lo que pretendían los militantes”.

Es que en esta lucha entre civilización y barbarie, entre república y tiranía, no se debe bajar a la categoría de los segundos. Si eso llegara a suceder, la humanidad estaría condenada, irónicamente, en nombre de los valores que las autoridades occidentales declaran proteger.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...