Gracias muchachos. Por hacernos llorar de nuevo. Por hacernos creer que todo es posible. Por hacernos sentir que no hay nadie que les pueda ganar. Que pasarán los años, y la celeste seguirá imponiéndose en las difíciles.
Que hacía 44 años que no le ganaban a un europeo. Le ganaron a dos. Que había que ganarle a Inglaterra e Italia, nada menos, seguidos. Que no había precedentes de algo así.
Pero hay algo que tiene este equipo. Que los hace enloquecerse, como esa de Suárez al final, y al mismo tiempo, mostrar más clase que nunca. Que los hace ser grandes.
Por eso fue que le ganaron 1-0 a Italia y clasificaron a octavos de final. Porque son grandes. Como para llorar de la emoción y agradecerles para siempre.
El partido
Y fue un triunfazo de Tabárez, tantas veces criticado en este país donde hasta los próceres tienen sus contras. Sorprendió con el planteo: línea de 3 –de a ratos de a 5, con Cáceres como stopper junto a Giménez, Godín de líbero y Palito y Tata como carrileros. Esperó a Italia, dejando que los azurri vinieran con pelota. Seguramente, el buen resultado de la línea de 3 en varios partidos del torneo, y el hecho de que los equipos se agotan en los últimos 30 –más con el calor de Natal- pesaron para esa decisión.
Y el funcionamiento anduvo bien en lo defensivo en su mayor parte. Pero falló la otra parte del libreto. Para que funcionara Uruguay necesitaba lanzar contras rápidas, pero faltó eso. Cavani y Lodeiro se vieron centrados en marcar a Pirlo y Verrati, Tata González quedó demasiado centrado en la marca por el lateral, y las opciones ofensivas se limitaron a los arranques de un Palito impreciso y un Cebolla y Suárez que lucieron muy solos.
Así, la pelota fue de Italia –posesión cercana al 60%-. Y cuando Uruguay al perdió en ataque, el rival pudo llegar con pelota dominada y generar peligro, aunque la zaga y Muslera respondieron bien. En ese lapso en que Italia pudo crear fue que el planteo celeste perdió sentido: porque Uruguay corría y se desgataba corriendo detrás de la pelota.
Así y todo la más clara fue de Uruguay: Palito-Cebolla-Lodeiro-Suárez. Se juntaron y llegó un desborde del 9 que tapó bien Buffon.
Y en el segundo tiempo el Maestro tuvo la razón. Italia empezó a quedarse sin piernas, y para peor, Marchisio se fue con roja a los 60’ el exacto momento que ellos empezaban el declive. Se empezaron a replegar, y Uruguay quemó las naves. Como manda la historia, pero a su vez, siguiendo al pie de la letra el libreto del Maestro. Abriendo la cancha, y empezando a jugar al centro para buscar el milagro.
Pudo ser en una de Suárez por abajo. Pero llegó por arriba. Y con el hombro, o la espalda, yo qué sé. La metió con el alma, seguramente. Porque era el alma lo que se necesitaba. Y era el alma lo que apareció esta tarde en Natal. Para ser grandes, una vez más.
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