De la mano de un leve aumento del
consumo interno, las
exportaciones y la inversión han mejorado algo las perspectivas de la economía uruguaya, especialmente para el año próximo.
Al moderado optimismo generado por la nueva baja de la inflación y del
desempleo y el mantenimiento del grado inversor por la calificadora Fitch, se agrega el resultado de la Encuesta de Expectativas Económicas de El Observador. Este indicador no anticipa una recuperación acentuada, pero al menos parece alejar el fantasma de una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) este año. Más trascendente es que los indicadores principales coinciden en que en 2017 la economía estará menos acosada que el año pasado o el actual.
La Encuesta consulta mensualmente a 11 fuentes de primer nivel, incluyendo a economistas privados, empresas consultoras, instituciones de investigación académica y entidades financieras.
Pese a que el PIB del segundo trimestre mostró estancamiento, la media de las opiniones de los expertos mejoró el mes pasado el pronóstico de agosto de una caída del 0,1% a una suba de 0,4%, con 0,8% para 2017. La proyección coincide en general con la del banco estadounidense JP Morgan, que acaba de aumentar de cero a 0,4% el crecimiento previsto para este año y a 1,2% en el próximo. Las cifras están en línea con la estimación del ministerio de Economía y Finanzas, basada en la presunción de un modesto incremento de actividad a partir del segundo semestre del año, con mayor impulso en 2017.
Los cambios más acentuados se producen en inversión y exportaciones. Aunque las ventas al exterior volvieron a caer en setiembre, se espera que pasen de una disminución del 1,6% este año a un aumento del 2% el próximo. Otro factor de impacto es la previsión de las inversiones, con un salto desde caída del 3% en 2016 a suba de 2% en 2017.
En este rubro incidirá considerablemente la concreción de una tercera planta de celulosa, con una inversión sin precedentes de US$4 mil millones por UPM, siempre y cuando el gobierno se ponga al día con su atrasada contrapartida de recuperación de los sistemas vial y ferroviario. Y el consumo interno mejoraría también por efecto de una baja progresiva de la inflación, próximo, del fortalecimiento del peso ante el dólar y de un crecimiento sostenido del salario real.
El panorama no da para echar las campanas a vuelo pero al menos apunta al comienzo de un lento proceso gradual para salir del estancamiento de la economía desde el año pasado. Los dos primeros gobiernos del Frente Amplio desaprovecharon 10 años de bonanza exportadora hasta 2013, período en que la buena administración exigía crear un sólido blindaje financiero.
Como consecuencia, el país entró en declive por menos ingresos fiscales, insuficientes para solventar el excesivo gasto público rígido instituido desde 2005, lo que condujo a los ajustes fiscales de este año.
Las previsiones oficiales y de técnicos privados apuntan ahora a un comienzo de recuperación por cuentagotas. Si se confirma, corresponde encarar en el mediano plazo la eliminación de las cargas tributarias a los trabajadores de clase media y a las empresas y otras medidas restrictivas a las que recurrió la administración Vázquez para ayudar a salir del pozo financiero, creado por un lado por declinación de mercados externos y, por otro, por el despilfarro imprevisor de los dos gobiernos previos.
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