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Primaria pide crear 60 escuelas que incluyan a niños con discapacidad

Buscan incluir a más escolares en centros públicos comunes
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27 de julio de 2015 a las 05:00
El Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) incluirá en su solicitud presupuestal la creación de 60 escuelas comunes en las que se trabaje con la inclusión de niños con discapacidad. El objetivo es instalar 15 por año hasta 2020. Teniendo en cuenta las 18 escuelas de este tipo que ya existen en el país, las autoridades prevén llegar al final del quinquenio con 78 centros, informó a El Observador la directora general del CEIP, Irupé Buzzetti.

El objetivo de Primaria con la extensión del programa de escuelas Mandela, que funciona desde 2013 y cuenta con el apoyo de Unicef, es procurar "que la inclusión educativa sea una realidad en la convivencia cotidiana", manifestó Buzzetti. Precisamente este es un reclamo que se realiza desde la sociedad civil, donde diversas organizaciones solicitan a las autoridades que la educación inclusiva sea una política de Estado, informó ayer El Observador.

Es que el acceso a la educación en Uruguay para las personas con discapacidad es más que difícil, tanto en centros públicos como privados. Según datos que maneja la Fundación ProIntegra, que trabaja para la inclusión de las personas con discapacidad, el censo de 2011 arrojó que en Uruguay hay 50 mil niños y adolescentes con discapacidad, de los cuales solamente 12% concurre a un centro educativo con regularidad.

A su vez, según datos aportados por el CEIP al Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (Cainfo), a diciembre de 2014 concurrían a la escuela pública unos 14.487 niños con discapacidad, además de los 5.033 que asistían a las escuelas especiales.

Falta más

Buzzetti adelantó que a cada escuela del programa Mandela concurren aproximadamente dos o tres niños con discapacidad. En total suman unos 50 niños.

La jerarca explicó que concurren acompañados por un ayudante terapéutico, que corre por cuenta del Banco de Previsión Social (BPS) o de la propia familia, según el caso. A su vez, Primaria pone a disposición el apoyo de un maestro itinerante de las escuelas especializadas para que ayude al niño en lo que necesita (sistema braile, lengua de señas, y otras herramientas de acuerdo a la necesidad de cada escolar). Este profesional concurre al centro tres veces por semana y entre sus actividades también debe explicar a los pares cómo entender y relacionarse con el compañero con discapacidad.

Con el mismo objetivo de inclusión, desde 2014 el CEIP viene desarrollando centros inclusivos y comunitarios. La diferencia con las escuelas Mandela es que en este caso se unen dos centros, uno común y uno de educación especial.

El primero de ellos se ubica en Rio Branco (Cerro Largo), donde la escuela especial no 137 se unió con el jardín de infantes no 136. El otro se ubica en Tranqueras (Rivera), donde la escuela no 3 se fusionó con la escuela especial de la localidad. En ambos casos, Buzzetti explicó que se acondicionó el edificio para facilitar la inclusión.

La jerarca manifestó que con estas políticas se pretende que los niños aprendan a socializar con la discapacidad desde chiquitos. "Cuanto más chico sea el niño, más fácil le será después trabajar en solidaridad y respeto hacia el otro", expresó.

En el ámbito del Consejo de Educación Secundaria (CES) existe un programa para sordos, que funciona en el liceo IAVA. Allí los alumnos con discapacidad auditiva son integrados con los demás. A su vez, el liceo no 17 trabaja con alumnos ciegos. El Observador intentó comunicarse con las autoridades de Secundaria, pero no fue posible.

Alejandra Umpiérrez, coordinadora de Cainfo, que preside un grupo de trabajo para la educación y la inclusión, dijo a El Observador que los números "en frío" no sirven para medir la calidad de la inclusión, ya que no es lo mismo que el niño concurra a la escuela un par de horas a que lo haga en horario completo. Aseveró que Uruguay forma parte de la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas y debe garantizar la educación inclusiva.

Invitado a retirarse

Andrés Pérez, integrante de la Federación de Autismo del Uruguay, contó a El Observador las peripecias que tuvo que pasar para encontrar un colegio que aceptara a su hijo, Joaquín, quien padece trastorno del espectro autista (TEA). La primera experiencia de escolarización fue "muy mala" porque el niño no estaba diagnosticado y en el centro no le ofrecieron ayuda psicólogica hasta que resolvieron cambiarlo. Luego tuvo entrevistas en por lo menos seis colegios, que no lo aceptaron o lo "invitaban a retirarse", contó. Hoy Joaquín está en primer año y va a la Escuela del Parque, un colegio que trabaja con la inclusión.

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