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Problema de difícil solución

El bajo nivel en matemática y ciencias de quienes ingresan a la Universidad muestra un preocupante panorama
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09 de septiembre de 2011 a las 22:03

¿Por qué está deprimido el libro de matemática?, pregunta un viejo chiste. “Porque tiene muchos problemas”. A juzgar por los últimos resultados de las pruebas diagnósticas y las evaluaciones de las facultades uruguayas en temas de ciencia y matemática, los libros deben estar, a esta altura, adictos al Prozac.

Rodrigo Arocena, rector de la Universidad de la República (Udelar), dijo que las carencias de formación previa en los estudiantes que ingresan a la Universidad se han “agravado en los dos o tres últimos años”. Para comprobar esta afirmación basta con echar un vistazo a la Evaluación Diagnóstica de Conocimientos y Habilidades (Edich) publicada por la Facultad de Ciencias.

Si se compara el examen de matemática y física para quienes ingresaron a la Licenciatura en Matemática, se comprueba que mientras en 2004 el nivel alto era alcanzado por casi 10% de los alumnos, en 2010 no llegó a 3%; y lo que es más grave: mientras en 2004 solo 5,7% de los estudiantes se encontraba en el tramo inferior de la calificación, en 2010 ese número ascendió al 34%.

El dedo índice suele caer sobre los docentes de educación Secundaria y los propios alumnos, aunque ambos representen solo la punta de un iceberg de gran profundidad. Para Eduardo Lacués, profesor del Departamento de Matemática de la Facultad de Ingeniería y Tecnologías de la Universidad Católica, el problema está ligado a la reducción de la cantidad de contenidos que se enseñan, a la flexibilización en los criterios de corrección en la educación media, y fundamentalmente al tipo del desarrollo intelectual con el que cuentan los alumnos al culminar este ciclo. “Muchos de los estudiantes que ingresan tienen un desarrollo que no los pone en condiciones. No son capaces de planificar sus hábitos de estudio y no están acostumbrados a realizar tareas que les requieran cierta elaboración”, afirma.

Las áreas de matemática y ciencias no son las únicas que presentan falencias. Universidades y profesores han advertido en reiteradas ocasiones acerca de la pérdida de comprensión lectora y la disminución de vocabulario. Pero en ciencias el problema es “más notorio, porque se evalúa más y es más fácil bajar las exigencias que en las áreas humanísticas”, sostiene Pedro Ravela, especialista en educación y asesor de las pruebas PISA en Uruguay.

Respecto a esta evaluación internacional, que mide el rendimiento de alumnos de 15 años en matemática, ciencias y lectura, Ravela recuerda que el resultado indicó que “alrededor del 40% de los estudiantes uruguayos no logra un nivel mínimamente aceptable de desempeño en cada una de las tres áreas que se evalúan”.

La buena posición de Uruguay con respecto al resto de Sudamérica (en matemática se encuentra solo detrás de Chile), vislumbra un triunfo engañoso, señala el experto, ya que en la actualidad la educación uruguaya “vive de rentas del pasado, por haber tenido una mejor historia educativa”. Pero, mientras otros países muestran dinamismo reciente, los dos países a orillas del Río de la Plata se están estancando.

Un problema mundial
La enseñanza de las matemática se encuentra en crisis no solo en Uruguay sino en varios países del mundo. En España, en el año 2008 las pruebas de acceso a la universidad dejaron tasas debajo del 40% de aprobados en las pruebas de matemática, al punto que en la actualidad este examen ya no es obligatorio para todos los alumnos en las pruebas de selectividad. Inglaterra, por su parte, ha recibido amargamente la noticia de que en las últimas pruebas PISA su nivel de matemática es inferior al de Eslovenia o al de la República Checa.

Puede parecer paradójico que en tiempos de la sociedad de la información el acercamiento utilitario de la ciencia y la tecnología no coincida con un abordaje de conocimiento. El psicólogo y educador Luis Correa afirma que “en el siglo XX nos dedicamos a ensalzar la ciencia y a colocarla en un lugar de privilegio, pero el mismo motivo la consideramos inalcanzable para las personas comunes, cuando, en realidad, lo que hay detrás es trabajo y nada más”. Y agrega: “El distanciamiento es aun mayor con los intereses inmediatos de los chicos, ya que su vida cotidiana está muy influida por una cultura que privilegia la intuición y la opinión sin fundamento, mientras que la base del método científico es todo lo contrario”. Con el mundo a un click de distancia, la práctica científica parece para algunos, más que un motor para el futuro, un resabio del pasado.

La excepción a la regla
Jhoselyn y Soledad son la excepción a la regla. Les apasionan la matemática, la física y la química, planean estudiar economía y son las únicas estudiantes de la orientación de ingeniería del colegio Inmaculada Concepción (hermanas Alemanas). Ambas cuentan con 17 años y los mejores promedios de su clase. También son las únicas de todo el colegio que decidieron inscribirse en el club de ciencias, formación extracurricular presente en más de 500 instituciones educativas uruguayas.

Las potencialidades y el uso de las matemáticas y la ciencia en el aula guardan cierto paralelismo con el sketch de Monty Python en el que dos selecciones de filósofos, con Hegel a la cabeza por la escuadra alemana y Heráclito capitaneado la griega, se enfrentan en una desopilante final de fútbol mundial. Cuando el árbitro Confucio pita el inicio del partido nadie toca el balón; los filósofos se dedican a murmurar sobre su objeto de estudio, mientras la pelota sigue inmóvil. Pero en el último minuto del encuentro, el matemático Arquímedes grita ¡Eureka!, patea el esférico y conduce a su equipo a la victoria.

La tendencia al aprendizaje memorístico y puramente abstracto es uno de los obstáculos más citados por los expertos. En gran parte de las ocasiones, los profesores, como filósofos absortos en sus materias, pierden de vista las potencialidades de lo que enseñan. Pero cuando ponen “las manos en la masa” (o los pies en el balón) el resultado parece ser diferente.

“Los estudiantes ven a la matemática como un juego sin sentido”, señala Omar Gil, profesor de matemática de la Facultad de Ingeniería de la Udelar. “Prácticamente toda la tecnología que usamos tiene una matemática que habilita que exista y funcione. Nos quejamos de que los chicos se distraen con sus teléfonos celulares, pero tienen allí un ícono de la ciencia y la tecnología de nuestra época. Algunas de las matemáticas que están en juego tienen versiones relativamente simples que se podrían explicar. Pero la educación matemática le da la espalda a estos temas”, advierte.

La ciencia como oportunidad
Los zapallitos y morrones rellenos de Jhoselyn y Soledad tendrán que esperar para ser cocinados en “eclipsito”, el televisor de 14 pulgadas devenido en horno solar que ambas construyeron con la guía del profesor Luis Alaggia.

El día está frío y nublado, para variar. Desde que en el mes de abril comenzaron con el proyecto, el clima no les ha permitido cocinar y aguardan impacientemente los días de calor. Según sus comprobaciones, con dos o tres horas de sol a 20 grados ambiente, “eclipsito” hará su suculento debut.

“Te da satisfacción que la idea se haga realidad”, comenta Soledad, la más extrovertida del dúo que se presentará el próximo martes en la Feria de Ciencias. Jhoselyn, por su parte, aún se sorprende de que hayan logrado transformar de tal forma el objeto. Alaggia, profesional de gran trayectoria en los clubes de ciencia y experto en energía solar, también espera ansioso la realización del proyecto con el que se despide para siempre de los clubes de ciencia, ya que el año que viene se jubila.
“Estos talleres crean una muy buena proximidad entre los docentes y los estudiantes. En Uruguay la orientación es muy teórica; no deberían separase los liceos de la enseñanza técnica”, indica Alaggia.

El Plan Ceibal también representa una oportunidad para un abordaje más participativo en ciencia y matemática. Para Omar Gil, las potencialidades del plan están siendo desaprovechadas. “Las computadoras son un laboratorio para hacer matemáticas muy rico. En Secundaria , el país podría incluso aspirar a hacer contribuciones a nivel mundial”, sostiene.

Incluso la enseñanza de una matemática puramente abstracta puede resultar más interesante si se cambia el enfoque. Pedro Ravela, por ejemplo, narra la dinámica de la enseñanza en Japón: “El profesor le da a los estudiantes un problema que nunca vieron para que lo resuelvan en grupos. Luego discuten los distintos modos de resolverlo y ven cuáles pueden ser apropiados. Después el profesor le pide a los propios estudiantes que inventen problemas y, recién al final, les explica las propiedades que están por detrás de las soluciones”.

Quizá sea una obviedad destacar que los japoneses se encuentran en los niveles más altos de la educación matemática en la escuela media.

Tan fuerte como el eslabón
El “hazte fama y échate a dormir” de las disciplinas científicas es una explicación insuficiente para entender el descenso en sus estándares de aprendizaje. A un abordaje metodológico propio de principios del siglo pasado, se le suma el desfasaje entre las subjetividades que construye el sistema educativo uruguayo y los destinatarios de carne y hueso que acuden a las aulas. Para Raúl Gil, profesor de la Facultad de Humanidades y del IPA, el aprendizaje suele discutirse desde una postura de “metafísica medieval”, en la que el estudiante es definido como una esencia; un “estudiante cartesiano”, analítico e introspectivo, que representa un modelo muy diferente de los sujetos “que emergen de sociedades altamente fragmentadas”.

Gil destaca que este problema lleva más de 25 años, e incide en la importancia de ciertos vectores estructurales que influyen en el bajo rendimiento de los alumnos, como es el altísimo incremento de estudiantes. Según un informe de Unicef, la matrícula pública de la educación Secundaria aumentó en 68 % entre 1985 y 2008. Ese incremento no fue acompañado, sin embargo, por una asignación de recursos proporcional, ni por una mejora de la situación de los docentes (pocos, sobrecargados y muy mal pagados), que incentive a los jóvenes a ser profesores. De acuerdo a datos de la ANEP, 6 de cada 100 estudiantes que entran en el profesorado terminan.

La explosión de la matrícula fue consecuencia de la democratización de los accesos y una diversificación de las procedencias sociales de los estudiantes, señala el experto, para las cuales las instituciones no tienen experiencia. Consecuentemente una institución educativa que tiene como base el sistema “elitista” y “selectivo”, que floreció en las primeras décadas del siglo XX, divide el mundo entre la institución y los alumnos, entre un “ellos y nosotros”, al decir de Gil.

Aquello de que “la cadena es tan fuerte como su eslabón más débil” se vislumbra en el círculo vicioso en el que están inmersas las ciencias y las matemáticas en Uruguay. Surge de las instituciones, pasa a los profesores y llega a los alumnos. En el caso de los docentes, esto se evidencia en que el 77,5% de los alumnos de magisterio cursaron en bachillerato la orientación humanística, según una investigación del Instituto Normal de Montevideo. Por su parte, solo el 38% de los profesores de matemática tiene título, de acuerdo al censo de 2007 de la ANEP.

“Seguimos poniendo el énfasis en la formación humanística y cultural, que no está mal, pero se necesita tener una política a largo plazo para promover interés en matemática y ciencias”, señala Pedro Ravela.

El cambio en la enseñanza de ciencias y matemática implica también una transformación en el modelo de país. Una queja frecuente de las universidades ligadas a disciplinas de ciencias es que, en estos tiempos de crecimiento económico, no tienen suficientes egresados en áreas claves para el desarrollo. Este dato es fácilmente comprobable cuando se revisa el Anuario Estadístico de Educación de 2009. La Licenciatura en Matemática tuvo 212 inscriptos y 16 recibieron su titulación. En las carreras de Ciencias Sociales y del Comportamiento ingresaron 4.279 y 621 se recibieron.

“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, dijo Arquímedes al establecer el principio de la ley de la palanca. Cualquier semejanza con el ámbito educativo es pura coincidencia matemática.

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