La pericia psiquiátrica del homicida de El Pinar tiene algo en común con la del asesino serial Pablo Goncálvez o con la de Diego De León, alias “El Cosita”: los rasgos psicopáticos. Los expertos han identificado en ellos rasgos del llamado trastorno antisocial de la personalidad, que determina un comportamiento frío, insensible, cruel y ausente de culpa.
“Este trastorno tiene escasísimas posibilidades de rectificación, casi nulas”, afirmó a El Observador el psiquiatra forense retirado Eugenio Bayardo, quien advirtió no estar seguro de que el asesino de El Pinar tenga esa patología. Otro psiquiatra forense que prefirió mantener su nombre en reserva aseguró, en tanto, que estos individuos son “no curables y no rehabilitables”. “Se podría conceder un margen de rehabilitación muy bajo, pero es drástico: el 99 % no tiene posibilidades”, consideró.
Esto se explica por la dificultad de modificar la estructura de la personalidad, configurada desde la niñez, y basada en conductas reiteradas a lo largo de la vida.
El sistema penitenciario estadounidense prevé la posibilidad de que delincuentes menores (no homicidas) con este trastorno accedan a psicoterapia a cambio de atenuar la pena. Si bien esa política permite el tratamiento de muchos infractores, los resultados han sido escasos, según admitió la fuente.
Goncálvez lleva preso 19 años de los 30 a los fue condenado y podría salir en régimen de libertad anticipada por buena conducta.
Ese mismo experto trabajó directamente en la pericia de Goncálvez cuando fue encarcelado.En el período que lleva preso, el múltiple homicida estudió informática, se casó y tuvo una hija.
Según el forense, todo forma parte de la estrategia de simulación. “Es ingenuo pensar que cambiaron. Son muy inteligentes, está todo calculado y manipulado. Saben cómo convencer de que son buenos”, afirmó.
Si un criminal con trastorno antisocial de la personalidad es liberado, “no es improbable que reincida”. Al contrario, el riesgo es “alto”, y “el pronóstico es mucho más severo que para las personas que incurren en un crimen pasional o excepcional”, señaló Bayardo.
¿Qué hacer, entonces, con estos individuos? Aunque les cuesta admitirlo, algunos especialistas sugieren que la única opción es la cárcel. En Uruguay no hay cadena perpetua justamente porque se apuesta a la rehabilitación, con la paradoja de que no se ofrecen herramientas para lograrla.
De todas formas, Bayardo planteó que “nunca se debe perder la voluntad de brindar ayuda, por mas repugnante que pueda resultar desde el punto de vista moral”.
Imputables
En Uruguay, etre 2% y 3% de la población tiene un trastorno antisocial de la personalidad. Su comportamiento suele ser reprobable desde el punto de vista moral, pero la mayoría no llega a delinquir.
En cambio, entre los reclusos hay entre 30% y 50 %. A menudo son asesinos seriales, como Goncálvez, o protagonizan homicidios monstruosos, como el empresario de El Pinar. A veces el trastorno también refleja componentes sádicos y el individuo disfruta de matar o hacer sufrir al otro, como en el caso de “El Cosita”, que junto a otro apodado “El Sapo” descuartizó a un compañero de celda en el Penal de Libertad en la Nochebuena de 2005.
Desde la década de 1950 se denomina psicópatas a quienes tienen este trastorno y configuran conductas delictivas. Aunque a veces se muestren confundidos o digan incoherencias, son perfectamente conscientes y por eso los tribunales en todo el mundo los han considerado imputables.
Eso no significa que no tengan una patología, pero hay patologías que son imputables y otras que no. El criterio universal para establecer la imputabilidad tiene que ver con la conciencia y la voluntad.
El Código Penal uruguayo establece: “No es imputable aquel que en el momento que ejecuta el acto por enfermedad física o psíquica, constitucional o adquirida, o por intoxicación, se halle en tal estado de perturbación moral, que no fuere capaz o solo lo fuere parcialmente, de apreciar el carácter ilícito del mismo, o de determinarse según su verdadera apreciación”.
Los psicópatas pueden tener episodios, crisis o psicosis aguda que los lleven al delirio y a la falta de conciencia. Pero esos episodios pueden durar, cuando menos, 15 días; nunca son fugaces.
De acuerdo a los psiquiatras forenses consultados, son inimputables los psicóticos crónicos (que padecen enfermedades como la esquizofrenia, la paranoia, el delirium tremens), los que cometen un delito durante una crisis por un trastorno de humor psicótico (más conocido como enfermedad bipolar), los que padecen demencias orgánicas (degeneraciones del sistema nervioso, como el Alzheimer, que difícilmente llegan al crimen), o quienes tienen un retraso mental grave y delinquen en momento de psicosis aguda.
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