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¿Quiénes son los nuevos niños cantores uruguayos?

El Sodre presentó su renovado coro infantil, de aspiraciones nacionales y repertorio variado
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01 de agosto de 2016 a las 05:00

Mientras los integrantes de la Orquesta Juvenil del Sodre esperaban en sus asientos dando la afinación final a sus instrumentos, decenas de pequeños e inquietos pies se asomaban en lo más alto de la escalinata del Auditorio Adela Reta. Para muchos de aquellos niños, que aguardaban la señal para erguirse y bajar al hall principal, ese era el primer gran público de sus vidas, formado por padres, abuelos, autoridades y aficionados a la música coral. Sin embargo, como flamantes miembros del renovado Coro Nacional de Niños del Sodre, sus escenarios sólo continuarán creciendo.

Como esfuerzo conjunto del Sodre y de la Fundación Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Uruguay, el Coro reflota un cuerpo estable del Sodre que se mantuvo activo entre la década de 1980 y 1990, entonces dirigido por la profesora Lunita Ferreira. "Este cuerpo fue un referente musical y una plataforma vocacional para muchos niños uruguayos que hoy siguen vinculados a la música de una u otra forma", señaló el director de Programas Especiales del Sodre, Ariel Cazes, citando el ejemplo del director del Coro Nacional, Esteban Louise, en su infancia miembro de la agrupación.

Esta nueva generación de voces presentada al público a fines de la semana pasada, fue iniciativa de la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, y halló en Cazes y en Ariel Britos, colega a cargo de la Orquesta Juvenil del Sodre, los artífices de su materialización.

El incipiente cuerpo, dirigido por Víctor Mederos, está constituido por unos 50 niños de entre siete y 13 años, provenientes tanto de Montevideo como de Florida, San José y Canelones, algunos de los cuales ya había participado en montajes del auditorio, como Brundibar. Sin embargo, el coro, con un alcance nacional ya desde sus mismos comienzos, "tiene como una de sus misiones principales salir de los muros de esta estructura", sostuvo Britos. "Cuando concebimos la idea de un coro de niños pensamos que son oportunidades para un número determinado de chicos, pero en realidad tiene que serlo para todos los niños del país. El primer desafío es llevar el número que tenemos ahora a por lo menos 120 niños", sostuvo en conferencia de prensa, también anunciado un llamado a audiciones que se mantendrá abierto hasta el 15 de agosto.

"A partir del año que viene no solo habrá un coro de niños en el auditorio, sino que tendremos representantes en todo el país, y hemos estructurado una regionalización de nuestro trabajo, para periódicamente estar realizando encuentros regionales y nacionales", agregó Britos. "Este no es un proyecto creado para un concierto, ni para dos ni para un año. Esto es de muy largo aliento".

Cantatas misceláneas

De espaldas al público y de frente a los niños, Mederos se distanciaba con cada nota de la esperada solemnidad de un director musical. Batuta en mano, movía su cuerpo al son de las piezas que presentaba el coro y alentaba a los niños con diferentes gestos. "El trabajo con los niños es radicalmente distinto a lo que es el trabajo con un coro de adultos. Los niños están en una etapa en la que todo lo absorben, en la que todo lo captan. El trabajo, de hecho, ha sido vertiginoso. Tuvimos que hacer una replanificación de este relanzamiento porque los niños venían a una velocidad más elevada de lo que habíamos pensado inicialmente. Le ponen muchas ganas, mucho cariño y lo disfrutan muchísimo. Ninguno se va de aquí con la cara larga porque tuvo un mal ensayo", señaló a El Observador.

De la misma forma que varían las edades y la procedencia de los niños, el repertorio tiene la heterogeneidad como criterio. En las escalinatas del Auditorio, el ejemplo del nuevo Coro fue claro: desde la Missa Festiva de John Leavitt, una de las piezas corales más importantes de la contemporaneidad, hasta Gurisito, de Daniel Viglietti. "Quisimos tener un coro de niños que fuese muy ecléctico a la hora de cantar", explicó Mederos. "Que pudiese resolver un repertorio académico con solvencia, pero que también pudiese resolver otro tipo de repertorios latinoamericanos, con componente autóctono, y también de diferentes regiones del mundo".

La constante, empero, debe ser el cuidado extremo de las voces. "Los niños, en esa etapa, están en una zona peligrosa para los aspectos técnico-vocales. Sabemos que los más grandes entran en una etapa de transición, de muda vocal, entonces los tenemos que cuidar. La voz es un instrumento que, si no lo cuidamos, si no lo trabajamos con responsabilidad y a sabiendas, podemos estropearlo, lejos de generar una posibilidad para ellos a futuro", comentó Mederos.

Aunque algunos de los jóvenes integrantes perciben la actividad como hobbie y otros como una posible profesión, el director y su equipo adoptan una única postura. "No podemos perder de vista que somos generadores de posibilidades. Si alguien no quiere seguir con una carrera como cantante, no hay problema, pero creo que es necesario que haya pasado por una experiencia como esta. Y si le despertamos la chispa a alguien que quiera continuar, entonces que tenga todas las herramientas académicas para poder hacerlo".

Para Sara De Los Campos, de 12 años, por ejemplo, la ópera será el futuro. "Más de grande me quiero dedicar a esto, es lo que más me gusta. Querría estudiar en algún lugar como la escuela de ópera", señaló. Aunque no proviene de una familia de músicos, empezó a estudiar a los seis años e ingresó en la escuela musical en tercer año de escuela. "Siempre de muy chiquita me gustó cantar", señaló, habiendo contagiado la afición a su hermana menor, Eva, de ocho años, también es parte del coro.
"Arranqué porque me hermana me invitó al coro, a ella le encanta y me entusiasmó mucho", dijo Eva. "En casa cantamos bastante, mi hermana también toca el piano y cantamos juntas", agregó.

De la misma forma que sus padres nunca tuvieron aproximación formativa a la música, Erica Castro, de 13 años, es la única que hace música en su casa. "Empecé por una propuesta de una profesora y me enganché (...). Arranqué este año a cantar, no había cantado nunca. Yo toco la viola y quería probar otras cosas. Por ahora es una experiencia re linda".

Mientras que Sara tuvo la experiencia de participar en la ópera infantil Brundibar, tanto Eva como Erica enfrentaron la semana pasada su primer gran público. "Hoy fue el día en el que tuve más nervios porque nunca había cantado delante de tanta gente", comentó Erica. "Cuando te estás preparando, estás vocalizando, sentís muchos nervios. Después, cuando pisás el escenario, te olvidás de todo y los nervios no están más". Para Eva, aunque más pequeña, la sensación es la misma. "Cuando estás en el escenario no sentís nada, no sentís que hay nadie. Simplemente cantás".

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