Sobre la medianoche del 31 de marzo, cuatro personas que conversaban en una esquina vieron cómo una moto que acababa de pasar frente a ellos regresaba a toda velocidad. El motociclista bajó y comenzó a dispararles.
Tres de los jóvenes lograron salir corriendo, pero uno de ellos recibió disparos por la espalda y murió. El asesino estuvo prófugo varios días, hasta que la Policía lo detuvo en El Pinar, en Canelones.
Interrogado por los investigadores, admitió el hecho y fue procesado con prisión. Actualmente está en la cárcel de Durazno, pero los jerarcas policiales solicitaron al Instituto Nacional de Rehabilitación que sea trasladado a Montevideo.
El jefe de Policía de Durazno, Sergio Guarteche, contó a El Observador que el caso generó una profunda indignación en el departamento. "Era un joven muy querido. Jugaba en Wanderers al fútbol. Jugaba muy bien", narró el jerarca. Dijo, a su vez, que se trataba de una persona alejada de las drogas y de la
delincuencia. Los vecinos de Durazno organizaron una marcha en repudio al hecho por las calles de la ciudad.
"El asesino se confundió. Fue un ajuste de cuenta fallido. Venía por una venganza pero se confundió de persona", señaló.
"Venía a cobrarse una herida que había recibido en una pierna", dijo Guarteche.
El homicida tenía antecedentes penales por hurto y por rapiña. En 2010, había sido procesado con prisión por esos hechos. Hoy tiene 26 años. Además de él, también fue procesado con prisión otro hombre por el delito de encubrimiento. Había sido quien le había prestado el arma al homicida.