Opinión > EDITORIAL

Recurrentes tropezones de ASSE

Se le agrega al gobierno un nuevo dolor de cabeza
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07 de octubre de 2017 a las 11:23
En momentos en que renace la alharaca del caso Sendic, ahora por la concesión de un subsidio fundadamente objetado por inconstitucional, se le agrega al gobierno un nuevo dolor de cabeza por otra probada inconsistencia en la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). Esta vez recayó directamente sobre su presidenta, Susana Muñiz. La jerarca declaró esta semana en canal 12 que "no sabía" que la empresa de traslado de pacientes Siemm, contratada por el organismo en forma irregular, "vendiera servicios a ASSE". Su afirmación se contradijo frontalmente con lo ocurrido a raíz de su recomendación, en una carta que escribió en diciembre de 2011 y a la que accedió El Observador.

Muñiz, en esa época directora del Segundo Nivel de ASSE, expresó en ese momento: "Esta dirección considera conveniente el suscribir dicho convenio" entre el organismo y Siemm. Autoridades de ASSE condicionaron el convenio a que la empresa estuviera debidamente habilitada. Pese a la ausencia de la habilitación requerida, fue finalmente suscrito en 2013, algo que difícilmente pueda haber sido ignorado por Muñiz. Siemm operó en Bella Unión hasta el año pasado, convirtiéndose en uno de los puntos planteados ante la Justicia por la comisión parlamentaria que investiga denuncias de irregularidades. El fundamento de las objeciones a la contratación de Siemm es el conflicto de intereses, ya que la empresa pertenecía a tres médicos que ocupan cargos de dirección en el sistema estatal de salud, dos de los cuales fueron directores del hospital de Bella Unión entre 2011 y 2014.

La comisión investigadora indaga también hechos ocurridos en otras ciudades, incluyendo los hospitales de Rivera, Cerro Largo y el de Ojos en Montevideo. Y jerarcas en los centros asistenciales de Mercedes y Dolores ya han sido sancionados por faltas "graves y gravísimas". Es comprensible que puedan ocurrir claudicaciones asistenciales de diferente tipo en una organización gigantesca, mal concebida y mal ejecutada, como es ASSE, responsable por la totalidad de los centros estatales de salud que existen en el país. Pero no lo es que, a 10 años de la defectuosa reforma del sistema, sus autoridades no las hayan corregido y que, por el contrario, persistan notorias fallas asistenciales por pobreza de gestión directiva, a las que se agrega un cúmulo de denuncias.

En vez de encarar la mejora de una situación grave, costosa en atención sanitaria y recursos fiscales, la alianza de izquierda se ha atrincherado detrás de la agrietada estructura de ASSE. El presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, anunció la creación de una comisión para defender la reforma de la salud, sin precisar si esa defensa incluirá los cambios indispensables que aseguren una gestión algo más eficiente. La emprendió, en cambio, contra quienes señalan irregularidades al afirmar que "no voy a entrar en el juego del show mediático". Hubiera sido más preciso reconocer que se trata de un penoso show asistencial. En vez de tratar de defender lo indefendible, el gobierno debería actuar a favor de la población. Como no se admite el error de la reforma y la conveniencia de disolver ASSE, corresponde por lo menos concentrarse en corregir sus peores defectos y poner en su dirección a autoridades que garanticen transparencia y eficacia operativa, ambas igualmente ausentes.

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