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Reino ¿Unido?: cada uno va por su independencia

Mientras que muchos ingleses festejaron, otros británicos ya piensan en su salida
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25 de junio de 2016 a las 05:00
Es fantástico", dijo ayer Donald Trump cuando llegaba a un campo de golf suyo en Escocia, respecto a la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Pero en esas tierras del norte británico, la mayoría no piensa lo mismo que el virtual candidato republicano a la Casa Blanca.

Pese a que el 52% de los británicos se pronunciaron el jueves a favor de desligarse de Bruselas, frente a 48% que quería seguir formando parte de la organización, en Escocia, Irlanda del Norte, Gibraltar e incluso en la capital inglesa el voto mayoritario fue por seguir siendo parte de la UE.

Lo que algunos denominaron como la reconquista de la independencia con el resultado del brexit (acrónimo de British exit - salida británica), para otros fue volver a pensar en la independencia, pero en este caso de Inglaterra.

En Escocia, 62% apostó por seguir en la UE frente al 38% a favor del Brexit. En Irlanda del Norte, la permanencia venció con 55,7% de los sufragios frente a 44,2%.

En Gibraltar, territorio británico de ultramar desde 1713 al sur de España y referido por sus 30.000 habitantes como "la Roca", el voto por quedarse en el bloque aplastó con 95,9% de las preferencias.

Ese escenario devela un panorama conflictivo en el que el sentimiento de afección por Europa es muy superior en Escocia y en Irlanda del Norte, más que en Inglaterra o Gales.

La ministra principal del Gobierno escocés, Nicola Sturgeon, dijo ayer que "es altamente probable" que se convoque otro referéndum de independencia en Escocia después de que el Reino Unido haya votado por dejar el bloque.

La intención de la también líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) es hacer "todo lo posible" para mantener a Escocia en la UE lo que incluye analizar la posibilidad de este plebiscito.

Tras calificar el resultado como "sólido e inequívoco", hizo hincapié en que el recuento "deja claro que los escoceses ven su futuro dentro de la Unión Europea".

En su programa electoral para las elecciones legislativas de 2015, el SNP detalló que debería haber un cambio "material y significativo" en las circunstancias políticas para volver a presionar por un referéndum sobre la independencia.

Ese momento parece haber llegado después de que en setiembre de 2014 los escoceses rechazaran separarse del resto del Reino Unido en una consulta en la que la permanencia sumó el 55% de los votos.

El rechazo norirlandés al Brexit también llevó ayer al partido republicano Sinn Féin, socio del Partido Democrático Unionista (DUP) en el Ejecutivo de Belfast de poder compartido entre protestantes y católicos, a pedir a Londres que convoque a un referéndum sobre la unidad de Irlanda.

El viceministro principal y "número dos" de esa agrupación, Martin McGuinness, aseguró que el "gobierno británico no tiene un mandato democrático para representar los intereses" de Irlanda del Norte en las futuras negociaciones con la UE.

"Creo que existe ahora un imperativo democrático para celebrar una consulta sobre la situación de las fronteras", recalcó el dirigente nacionalista, excomandante del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA) durante el pasado conflicto en la región.

Una de las razones clave por las que los escoceses rechazaron la independencia en un referendo realizado hace casi tres años fue que la independencia suponía abandonar también la UE. Tras la votación del jueves, la pregunta es si algunos escoceses que dudaron pero finalmente votaron a favor de Reino Unido en 2014 puedan ahora preferir unirse a los secesionistas.

Pedir un nuevo referéndum en Escocia no sería fácil ni simple y el SNP, cauteloso desde que Sturgeon asumió el gobierno, querría asegurarse antes de que ganaría.

Las encuestas no señalan que el apoyo a la secesión haya cambiado mucho desde 2014, pero hay otros factores, más allá de abandonar la UE, que podrían hacerlo cambiar. El más importante de estos es la propia Sturgeon, una política hábil muy valorada por aliados y rivales.

En España, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, dijo que la votación cambiaba por completo la perspectiva sobre el futuro del territorio de Gibraltar. "Espero que la fórmula de la co-soberanía –para entendernos, la bandera española en el peñón– esté mucho más cerca que lejos", afirmó.

Incluso las autoridades de las islas Malvinas, siempre apegadas a lo que diga el Reino Unido, dijeron ayer que esperan "conservar los beneficios" que brinda la UE. Sus exportaciones hacia el bloque suman casi US$ 250 millones.

Y en Londres, donde el 60% apoyó la permanencia, casi 100.000 personas habían firmado anoche por la independencia de Londres del Reino Unido y pasar a unirse a la UE. "Londres es una ciudad internacional, y queremos seguir en el corazón de Europa", afirma el texto.

"Afrontémoslo, el resto del país no está de acuerdo. Así que, en vez de estar votando el uno contra el otro en cada elección, oficialicemos el divorcio y vayámonos con nuestros amigos del continente".

A pesar de lo irrealista de este planteo, cuya base está en lo cosmopolita que es la ciudad y no en razones históricas como las de Escocia o Irlanda del Norte, muestra el desánimo de una gran parte de los propios ingleses por esta decisión, que marcará el futuro del reino de Isabel II.

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