En la tradicional esquina de Lucas Obes y 19 de abril luce orgullosa la fachada de Don Andrés, un restaurante que se ha convertido en el centro de los lugares elegidos para el buen comer en el barrio montevideano del Prado, donde se está creando un nuevo polo gastronómico de relevancia en la ciudad con identidad propia.
Su dueño, Álvaro Andrés, decidió abrir en febrero de 2011. Al comienzo en su entorno los comentarios eran pesimistas sobre la idea, dado el barrio y su baja densidad de población, que se traduce en una menor circulación de gente en las calles en comparación con zonas como el Centro, Parque Rodó, Pocitos o Punta Carretas.
Andrés no escuchó esos comentarios; estaba convencido. Casi dos años de construcción y remodelación de un viejo local, y ocho meses de trabajo intenso para consolidarse fue el tiempo que insumió la concreción de un viejo anhelo. El tiempo le dio la razón, y seis años después su local es un éxito. "Acá viene gente de todos los barrios, incluso de Pocitos o Parque Miramar. Hay días que tenemos 20 o 30 personas esperando por una mesa, y eso no se logra porque sí, no es casual; es porque la gente no solo viene a comer, sino que viene a sentirse como en su casa", dijo Andrés a El Observador.
Don Andrés, Hilario, Patio del Naranjo y St Patrick's cambiaron las salidas en el Prado
Todo se fue dando de una manera que hizo posible que la semilla germinara y hoy la esquina de Don Andrés se convirtiera en referente en el Prado.
"No somos una burbuja, no somos nada raro, solo tratamos de hacer las cosas bien. A mí lo que me interesa es el corazón, buscar el sentimiento. Y todo lo que se hace con pasión y con amor da sus resultados" explicó.
El ambiente es relajado, con la calidez de objetos antiguos, mucha madera y la sensación de estar en casa.
La carne a la parrilla es el plato estrella, pero también hay pastas, ensaladas, pizzas o minutas. El menú fue diseñado por el empresario, quien se define exigente y muy confiado en lo que es posible lograr con esfuerzo.
En este sentido, la atención al cliente es una pieza fundamental para él. "Mientras los clientes esperan siempre los convidamos con una copa de bienvenida o algo para picar. Soy un convencido de que me debo al servicio, a que la gente pase un rato agradable", afirmó.
Después de consolidada la propuesta de Don Andrés, el empresario apostó por abrir en octubre pasado un nuevo local en Millán y Reyes. Así surgió Hilario, un bar con un estilo diferente, más informal y un menú distinto a lo clásico de su primer local.
"Buscamos darle una propuesta nueva al barrio, con cócteles, cervezas artesanales y una carta más variada que apunta a diversos públicos", aseguró.
En un mismo local reúne espacios para opciones variadas, con una cava en el sótano que permite celebrar un cumpleaños, y un piso arriba para jóvenes, "con una onda rock, musical, con livings y con la idea de juntarse a conversar y tomar unos tragos en un ambiente relajado", definió Andrés.
La decoración de estilo urbano y roquero dan a Hilario una propuesta joven, familiar, que marca un diferencial en el circuito gastronómico del Prado.
Con el gusto de lo de antes
Hilario
undefined
undefined
C. Dos Santos
Las propuestas generadas por Andrés fueron el puntapié que necesitaba el tradicional barrio, y con ellas surgieron más alternativas.
"Con Hilario buscamos darle una propuesta nueva al barrio, con cócteles, cervezas artesanales y una carta más variada que apunta a diferentes públicos" Álvaro Andrés Propietario de Don andrés e hilario
En una vieja casona del Prado, en la señorial avenida 19 de Abril se levanta Patio del Naranjo, un recinto encantador que ofrece una propuesta gastronómica sabrosa, aromática y sencilla. Platos simples, abundantes y sabrosos que transportan al comensal a otros tiempos, cuando la pausa, la charla, la reunión familiar y largas sobremesas eran valoradas.
Abrió sus puertas en agosto de 2016, luego de un largo proceso de búsqueda y restauración de una bella casa que perteneció a la familia Soler.
Virginia Mujica está a cargo del emprendimiento junto a su padre, quien, al ver el deterioro del local, le dijo confiado a su hija: "Quien fue rey siempre será su majestad". El patio de la casa lo confirma, porque cada rincón demuestra la estética y la belleza de aquella época hoy revitalizada.
Al principio le tenían miedo a la majestuosidad de la avenida. Les parecía una falta de respeto romper con la estética ya marcada, y por eso cuidaron el reciclaje, respetando la esencia arquitectónica.
"Cuando llegué el encanto era el jardín. Se nos ocurrió sembrar unos naranjos en el patio y en el macetón central de la entrada, como forma de generar una identidad con ese hermoso espacio", dijo Mujica. "Buscamos darle una impronta al estilo del barrio Palermo de Buenos Aires, con mucha calidez, para que parezca que estamos en una casa, con la onda de las comidas de las abuelas y de las madres", añadió. En Patio del Naranjo se puede cenar, tomar el té y los domingos almorzar.
El horno a leña y la parrilla, además, le dan un toque hogareño al lugar. "Acá la gente llega, recorre, camina por el jardín. A veces se quedan dos o tres horas", describió.
El rincón irlandés del barrio
En la esquina de Juan Carlos Blanco e Irigoitía está desde 2013 el pub irlandés St Patrick's. "Los dueños son todos del Prado y querían hacer algo diferente, con una propuesta que antes no había", contó Noelia Aboal, encargada del lugar.
St Patrick's ofrece cervezas artesanales y gastronomía variada. "Tenemos una coctelería especialmente diseñada para el bar, con 40 tragos diferentes y un bartender especializado". señaló Aboal. El plato más pedido son las tablas para picar y un mix de productos que van desde salmón a carnes. "El balance en estos tres años y medio es muy bueno, vamos creciendo día a día y se le da algo diferente al barrio", añadió.
En su estilo, St Patrick's fue pionero en el barrio, y respeta la esencia de la zona. "Sabemos que estamos en un barrio residencial y respetamos eso", dijo Aboal.
Cada año innova con alguna propuesta, y en este 2017 se agrandó al sumar un deck que permite cenar y disfrutar de los tragos al aire libre cuando el tiempo lo amerita.
En conjunto, estos locales generan una propuesta hacia el oeste de Montevideo que abre una opción diferente a los barrios de siempre.