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Vea cómo viven en San José la inundación que dejó casas con el agua hasta el techo

Más de 1.000 personas abandonaron sus hogares luego de que una crecida histórica del río San José inundara las viviendas; el pronóstico empeora
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19 de abril de 2016 a las 05:00
No solo el agua inundó la ciudad de San José, sino también la desesperanza. Cientos de familias perdieron su casa y las autoridades del departamento saben que lo peor todavía no llegó. Pronostican inundaciones más grandes que las del domingo en la zona, a pesar de que el río alcanzó una altura que traspasó el puente y dejó su marca en las paredes a la altura del techo en muchas de las viviendas. Los que habitan en los mismos hogares hace decenas de años manifestaron que fue una "inundación histórica" porque el agua superó niveles como nunca antes lo había hecho.

Sin agua y sin electricidad. Así vivían ayer las personas del departamento de San José, luego de que las lluvias provocaran grandes inundaciones. Las personas debieron abandonar sus hogares y dejar sus pertenencias. Al volver se encontraron con destrucción, abandono, y hasta robos de sus pertenencias. Sillones flotaban por las calles, luego de haber sido arrastrados por la corriente, mientras personas circulaban en bote por los mismos caminos que días atrás podían ser utilizados por vehículos o transeúntes. La mayoría de los perros no estaban en la tierra, sino en los techos de las casas, donde habían quedado luego de que el agua alcanzara esa altura. Nadie los había bajado.

Además de calles inundadas y de charcos, la mugre y la acumulación de residuos formaban parte del paisaje. Así estaba en la mañana de ayer la ciudad de San José. Todas las familias vaciaban y limpiaban las casas, en el comienzo de la tarea de reconstrucción de los hogares.

"La última vez que estuve acá el agua me llegaba por el cuello y tuve que irme porque la corriente era fuerte", dijo Alejandro a El Observador, entre llantos, mientras ayudaba a su abuela a limpiar. Sus padres, sus tíos y sus abuelos también tienen sus casas destruidas.

"Las inundaciones nos dejaron sin nada. Somos una familia destruida", dijo Claudia, abuela de Alejandro. Ella y su esposo son dueños de un almacén en donde el agua llegó casi al techo. "Acá lo único que quedó seco fue el cielo raso", dijo el hombre. Claudia lloraba desconsolada mientras toda la familia –hijas, nietos, sobrinos y amigos– la ayudaban a tirar los desechos: muchos de ellos alimentos o productos que estaban a la venta en la tienda, días atrás. Las casas de las cinco familias necesitan ser reconstruidas y aseguran que las pérdidas son incalculables.

"Con el dolor hay que tirar las cosas. Miseria es lo que queda", agregó Alejandro, mientras descalzo, barría papeles y objetos embarrados con una escoba. Con cuerdas en el techo hicieron un intento de mantener los muebles lejos del agua, pero no fue suficiente porque hasta allí también llegó.
En otra de las casas de la cuadra, Marta se disponía a vaciarla y acumular objetos y muebles en la parte de afuera para poder limpiar. Toda la entrada embarrada, las cuadernolas del liceo de la hija mojadas, la Ceibalita llena de barro, los muebles destruidos. Como en la zona nunca había llegado el agua tan alto pensaron que esta vez no iba a ser diferente y no se habían preocupado. Pero "esta vez nos tocó", dijo.

Ese día "fuimos al puente –que queda a pocas cuadras– y la casa no la veíamos de arriba, se veía un pedacito de techo", agregó Marta.

"No estamos preparados"

Varios camiones cisternas de OSE se establecieron en diferentes puntos del departamento de San José para distribuir agua, luego de que debieran suspender el servicio porque la parte técnica de la planta potabilizadora sufrió averías. Las personas se acercaron con bidones, botellas, tanques para recargar los recipientes, porque no hacían recorridos a domicilio. Uno de los camiones fue el mismo que el fin de semana abasteció a la ciudad de Dolores, afectada por el tornado del viernes. El conductor debió recargar agua en Montevideo para luego viajar a San José a repetir el operativo. "No estamos preparados para esto", dijo.

Por las calles de la zona circulaba una camioneta con caja, donde se podía ver una olla grande que entregaba guiso caliente a los damnificados. Una familia conformada por niños y adultos decidió salir a colaborar y entregarle almuerzo, merienda y cena a las personas de la zona.
Según los últimos datos del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) en el departamento de San José hay 1.250 personas desplazadas, de las cuales 450 son evacuados y 800 autoevacuados. Estos últimos corresponden a las personas que deciden por sus propios medios abandonar sus viviendas.
Más allá de cuál sea el nivel de riesgo para el departamento en las próximas horas para el Instituto Nacional de Meteorología (a partir de la hora cero y hasta las 12 es naranja), las autoridades han informado a los vecinos que sufrieron inundaciones en sus hogares que permanezcan en los centros de acogida porque el río San José seguirá creciendo.

"Todo el sacrificio lo perdí. Hace tres meses estoy arreglando la casa. ¿Dónde está Dios que toda la gente dice que existe? A la gente rica no le pasa nada, solo le pasa a los pobres", dijo Alejandro.
La entrada de su vivienda estaba repleta de juguetes desperdigados por el piso, y zapatos que se habían salido del placar que todavía no había terminado de pagar y que debe tirar porque ya no sirve para nada.

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