Ricardo Peirano

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¿Se terminó la dependencia?

Si al menos el Frente Amplio tomara nota del presidente y la teoría de la dependencia quedara en un cajón, quizá la gira podría tener un lado favorable
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19 de febrero de 2017 a las 05:00
La gira del presidente Tabaré Vázquez, varios ministros y una delegación de empresarios y de la central sindical por Alemania, Finlandia y Rusia, que culminó este viernes, seguramente dejará mucha tela para el análisis (y la columna de Álvaro Diez de Medina en esta misma edición ya ingresa en ello).

El gobierno se esforzó en presentar a Uruguay como un país serio y confiable para realizar inversiones y ese mensaje se repitió especialmente ante empresarios de Alemania y Finlandia, que lo recibieron con beneplácito. Con Finlandia, además, Uruguay ya tiene concretada la inversión de la primera planta de celulosa de UPM y aspira a dejar en marcha cuanto antes una segunda pastera de la misma empresa. En ese sentido, la visita a Finlandia tuvo algo más que el habitual interés genérico de atraer inversiones. Se buscó asegurar lo que sería la mayor inversión de la historia de Uruguay, ya que UPM estaría dispuesta a traer a nuestro país unos US$ 4.000 millones y exige, como condición necesaria, que el Estado uruguayo realice por sí o por terceros obras de infraestructura –ferrocarril, carreteras y terminales portuarias- por unos US$ 1.000 millones. Dichas obras son imprescindibles para trasladar la celulosa a Montevideo y exportarla con rapidez vía una renovación y ampliación de las instalaciones portuarias.

Uruguay está en un debe gigantesco en materia de infraestructura, por no haberla hecho en los años del boom económico, y el gobierno lo reconoce, pero no tanto como que "está en el debe" cuanto que "tiene una tremenda tarea por delante". Dejando de lado la semántica, Uruguay tiene que mejorar y mucho sus infraestructuras portuaria, ferroviaria y vial. Mujica llegó a advertir que, de no hacerse obras, se podría venir un "apagón logístico" que complicará mucho la salida de nuestra incrementada producción agropecuaria.

Por lo demás, en esta gira el gobierno recibió los aplausos del empresariado alemán, y el aliento del ministro de Comercio finlandés, en aras de la conveniencia de invertir en Uruguay por su seriedad y su seguridad jurídica. Y eso dejó muy orgulloso al presidente y a sus ministros. También fue útil en el plano educativo pues en la visita a Finlandia, Tabaré Vázquez pudo cerciorarse por sus propios ojos de la calidad de la educación finlandesa y obtuvo una oferta de cooperación por parte de ese país para mejorar nuestro destartalado sistema educativo. Además, Vázquez tuvo la oportunidad de reafirmar ante tan distinguidos interlocutores que la educación es la prioridad de su gobierno, cosa de la que en nuestro país tenemos derecho a poner en duda toda vez que los principales encargados de la reforma fueron rápidamente eyectados de sus cargos por la ministra de Educación. María Julia Muñoz prefirió seguir el camino inmovilista del presidente del Codicen, Wilson Netto, que apostar a un cambio más transformador del "ADN de la educación" que proponían Fernando Filgueira y Juan Pedro Mir. Después de oír a Mujica decir que la prioridad de su gobierno era "educación, educación, educación", a Vázquez no le hacen falta palabras, aquí o en el exterior, sino hechos. Y por ahora, en el tercer año de gobierno, los hechos brillan por su ausencia.

Con todo, es pertinente destacar que el presidente culminó su alocución en la Cámara de Comercio e Industria Alemana con una frase que quizá pasó desapercibida. De lo contrario, habría despertado las críticas de muchos sectores de la bancada oficialista. En efecto, el presidente señaló: "Llegó el momento que los latinoamericanos, ante nuestras frustraciones, no le estemos echando permanentemente las culpas de todos nuestros males al imperio de turno". En buen romance, dejar de entonar "el tango triste de los términos de intercambio", según el cual los precios de las materias primas perderían constantemente su valor mientras que los productos industrializados de los países desarrollados lo aumentarían sin cesar. Vaya uno a explicárselo a Trump, por ejemplo.

En estos años hemos visto cómo ocurrió todo lo contrario. Como el mundo tuvo un boom espectacular en el precio de los commodities al tiempo que productos industrializados como computadoras, teléfonos celulares, acceso a internet, comunicaciones, bajaban drásticamente de precio poniéndose al alcance de cualquier fortuna en los cinco continentes. Si al menos el partido de gobierno tomara nota de esta frase del presidente, y la teoría de la dependencia quedara en cajón de los trastos viejos, quizá la gira presidencial podría tener un lado favorable, más allá de los elogios recibidos y que siempre suenan a gloria en oídos de los gobernantes.

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