Un claro error conceptual invalida las objeciones de senadores del Frente Amplio al anuncio del Partido Independiente de un posible respaldo para aprobar la Rendición de Cuentas, siempre que se sustituyan autoridades competentes por las que actualmente manejan la educación pública. La senadora Daniela Payssé consideró “detestable” condicionar el voto a “temas que nada tienen que ver con la Rendición de Cuentas”. Y su colega Leonardo de León dijo que “está bueno lograr acuerdos sobre aspectos programáticos pero no sobre condicionamiento de sacar o poner” jerarcas. Ambos se equivocaron, ya que la propuesta del líder del Partido Independiente, senador Pablo Mieres, por un lado tiene una notoria relación directa de costo-beneficio con la Rendición y, por otro, tiene carácter programático sobre cómo conducir la enseñanza.
El gobierno anunció que privilegiará el aumento de recursos para la educación pública y que se tiende a llegar al 6% del Producto Interno Bruto, en vez del 4,5% actual, como reclaman las autoridades educativas y dirigentes frenteamplistas. El objetivo es cuestionable por elemental lógica económica. En cualquier área de actividad, pública o privada, la asignación de más recursos es inobjetable cuando conlleva la contrapartida natural de asegurar resultados provechosos. En el caso de la enseñanza, su presupuesto viene en constante aumento sin que se logre –ni haya indicios de que se vaya a lograr– mejoras del desastroso estado actual, especialmente en secundaria. Lo evidencia el pobre resultado del país en las pruebas internacionales PISA, que la dirigencia educativa ignora y menoscaba para ocultar su propia incompetencia para modernizar al sector.
Ya que aumentarle los recursos es tema central de la Rendición, rompe los ojos la pertinencia de la propuesta de Mieres de vincular su aprobación a una gestión eficiente que justifique la inversión. Y eficiencia es lo que sigue ausente en la Administración Nacional de Educación Pública que encabeza Wilson Netto y en sus consejos. Mieres no propone “cambiar policías de Colonia por puentes de Rocha”, como Payssé asegura haber visto en el pasado. Lo que el dirigente opositor explicó a El Observador es que “si se ponen autoridades que lleven adelante una transformación educativa, nos sentamos a conversar” con el oficialismo, con un enfoque programático hacia la eficiencia pese a que De León diga lo contrario.
Bajo los tres gobiernos frenteamplistas los programas de las actuales autoridades han fracasado en esa responsabilidad, que solo podrá cumplirse si se pone al frente de la educación a técnicos de alto nivel que defienden reformas tan conocidas como bien orientadas para combatir el atraso. La fuente renovadora natural es la organización Eduy21, que incluye en su liderazgo figuras que el presidente Tabaré Vázquez llevó al gabinete con específicos proyectos reformistas pero que desaparecieron del escenario bajo presiones de Netto. El Frente Amplio se verá en figurillas para aprobar la Rendición en Diputados al haber perdido la mayoría absoluta. La necesidad de negociar apoyo fuera de su bancada genera el momento adecuado para que el gobierno y su fuerza política depongan sus desencuentros internos y acepten que, si quieren aprobar más recursos para la educación pública, es ineludible justificarlo asegurándole al sector la gestión eficaz que ha faltado en los últimos 12 años.
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