Ser clandestino (la novela como fruto de la memoria) II

En nuestro artículo anterior, el pasado lunes, identificábamos que el origen de los libros de sir Geoffrey Jackson, antiguo embajador británico en Uruguay, estuvo en su secuestro por escuadrones del MLN-Tupamaros el 8 de enero de 1971 mientras se dirigía a su embajada en la Ciudad Vieja. Sir Geoffrey terminaría superando esta desgracia años después a través de su creatividad transformada en sus escritos y la profundización de su espiritualidad mediante el perdón de sus captores.

Sir Geoffrey explicaba su experiencia en el calabozo mediante la imagen de una poesía de Rilke de una pantera enjaulada. Esta capacidad de revertir una situación adversa, la frialdad con que intentaba mirar la realidad desde un ángulo alternativo y su aceptación de que no existe una sola lógica dentro de un mundo inter-subjetivo, fueron los mecanismos que utilizó su imaginación para introducirse en el mundo interior de sus secuestradores. Esta referencia a Rilke nos demuestra que, a pesar de sus terribles condiciones, el autor mantuvo la esperanza convirtiéndose, como la pantera, en una fiera atrapada que observa el mundo enrejado que lo rodea desde su fortaleza interior. El lector comparte el alivio de sir Geoffrey al liberarse psicológicamente de sus cadenas y transportarse al plano mental de la imaginación y la ficción. Domina finalmente la situación y se posiciona por encima de esos jóvenes llenos de ilusiones que lo tienen preso y se siente libre de demostrarles empatía, compasión y pena. La alteridad, el otro, cobra fuerza en este momento preciso y el lector percibe cómo el autor se apropia de la fortaleza de la pantera: su creciente optimismo está presente en el enunciado “La imaginación y la alegría –incluso en un calabozo- pueden a su manera derretir las rejas”.

Mientras que Secuestrado por el pueblo es la búsqueda interior del autor, Clandy es el mundo interior imaginado de sus personajes y, en algunos casos, la búsqueda de la conciencia moral. Para ello, la novela introduce las miradas de los distintos actores –tupamaros, militares, policías, padres y docentes de los jóvenes militantes– e intenta retratar fielmente los valores de cada uno.

En términos de género literario, ambas obras son esencialmente dramáticas por la dinámica con que se van sucediendo las escenas y por la detallada representación de lo que dicen y hacen sus protagonistas. El lector recibe una descripción detallada de los conflictos que eclosionan entre los personajes, producto de una percepción extremadamente fiel que el autor tiene de la naturaleza humana dentro del particular contexto socio-histórico de la insurgencia revolucionaria tupamara y de los servicios uruguayos de seguridad que la combatían.

Aunque tienen como telón de fondo los cambios sociales que iban produciéndose como consecuencia de la escalada de la violencia, en realidad las escenas de Clandy tratan fundamentalmente del íntimo proceso de conversión, dudas y confusión que sufre la joven protagonista de la novela y sobre las complejas relaciones que anudan amistades entre militares y tupamaros. El autor confirma la correlación existente entre Clandy y conocidos hechos reales, tales como, por ejemplo, entre la ocupación del poblado de Molinas y la histórica toma de Pando ejecutada por los tupamaros. Destaca, además, el realismo que existe en los dos lenguajes de las realidades en pugna, el de los militares que califica a los tupamaros de terroristas y el utilizado por éstos, propio de una organización que está militarizada jerárquicamente y que persigue objetivos e ideales socialistas.

Hay también un fuerte paralelismo entre las vidas de los carcelarios guardianes con la del secuestrado, inevitablemente forzados a compartir una cárcel, y la de los personajes de la novela. En secuestrado por el pueblo, sir Geoffrey expresa la inquietud de saber quiénes son estos jóvenes: ¿qué estudian? ¿Qué vida oscura les depara el futuro? ¿Se casarán y tendrán hijos?, etcétera. En particular le preocupa una de sus guardianas, cuyo perfil bien podría haber plasmado en la protagonista de Clandy. El autor imagina los diversos caminos de vida que tuvieron que transitar estos guerrilleros hasta llegar a ejecutar su secuestro. También detecta, en algunos de ellos, una formación familiar y educación previa que los proveyó de una conciencia moral y de valores que no se pierden por más grande que sea la causa.

En Secuestrado por el pueblo, el autor hace referencia a la lealtad de los tupamaros con sus miembros encarcelados, lo que los incentivaba a profundizar operaciones que alteraban el orden institucional. En Clandy, los jóvenes protagonistas reciben instrucciones de arriba y a último momento. La novela describe una organización tan robusta que lograba adelantarse a los tiempos de las fuerzas armadas, logrando escapar a tiempo. Esta clandestinidad explica por qué mientras le decían al embajador que muy pronto iban a venir los dirigentes para realizarle el interrogatorio, pasaban meses antes de que apareciera ninguno.

Es con un gran optimismo que arriba al desenlace del camino que terminará eligiendo la hija, alias Tresita, su principal protagonista en Clandy, cuyo verdadero nombre el lector nunca podrá averiguar. Sir Geoffrey se pregunta qué ocurrirá en el futuro con esta chica, aunque en realidad su preocupación más profunda es cuál será el destino de esa juventud uruguaya insurgente. Hoy, 44 años más tarde, ¿tenemos una respuesta?

*Monique Vaughan-Moppett es lingüista e investigadora en comunicaciones, en particular sobre el discurso político uruguayo. Ha publicado en revistas especializadas de Uruguay y Argentina