La estrella del caso Petrobras, uno de los más resonantes de toda la historia de
Brasil, tiene 43 años y un pasado intachable. Sergio Moro es un juez especializado en lavado de dinero, que gracias a sus investigaciones y a su liderazgo en la denominada operación Lava Jato (lavadero de autos) ha destapado un escándalo de
corrupción que ha sacudido al gobierno norteño como pocas veces. La investigación estima que se destinaron US$ 3.000 millones de la empresa estatal para pagar "comisiones" a jerarcas de alto rango, así como a políticos y partido políticos.
La exposición a los medios, los logros que la operación ha conseguido y su carácter implacable frente a las detenciones de los responsables lo han situado en un lugar de reconocimiento en la opinión pública brasileña, al punto de que en las manifestaciones de 2015 contra el gobierno de
Dilma Rousseff se pudieron ver varias camisetas y carteles con su nombre impreso o la leyenda "Viva Moro, fuera Dilma, fuera PT".
Moro estudió derecho en la Universidad de Maringá, cursó un programa para instrucción de abogados en la escuela de Derecho de Harvard y participó en el Programa para Visitantes Internacionales organizado en 2007 por el Departamento de Estado norteamericano, especializado en la prevención y el combate al lavado de dinero.
Antes de convertirse en el símbolo contra la corrupción en el caso de Petrobras, Moro colaboró con la causa que, en 2005, logró demostrar que varios parlamentarios habían recibido coimas con frecuencia como pago por apoyar leyes impulsadas por el Ejecutivo del entonces presidente Lula.
Actualmente Moro actúa desde su despacho en la ciudad de Curitiba, capital del estado de Paraná. Allí comenzó a desenredar la trama de sobornos y lavado de dinero más millonaria de la historia de Brasil. Pero Lava Jato ya no es solo Petrobras, y sus tentáculos se han extendido a otras esferas.
(AFP, El Cronista)