Javier Otero repasó el rubro ovino

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“Si la lana sube y el cordero pesado supera al novillo el ovino no caerá”

Diálogo del gerente del Secretariado Uruguayo de la Lana, Javier Otero, con El Observador Agropecuario
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20 de junio de 2013 a las 17:49

¿Cómo caracterizaría la producción ovina en el país?

Me gustaría antes rescatar algunos aspectos. El ovino se introduce de manera fuerte en el país a partir de 1850 para dar estabilidad a la producción agropecuaria, complementándose con la ganadería vacuna, y afinca a la gente en el campo. Esos argumentos originarios siguen vigentes. Si miramos la declaración jurada de Dicose al 30 de junio de 2012, los productores que tienen más de 50 ovinos son 14.732, de los cuales 10 mil entran en la definición de pequeños productores familiares del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Y están distribuidos en casi todo el país, pero en especial en el este y en el norte. Los que tienen más de 1.000 ovinos están arriba de la superficie basáltica (Artigas, Salto, Paysandú, Tacuarembó y Durazno). La realidad es que los pequeños productores ganaderos son ovejeros.

Siguiendo esa reseña histórica, ¿a qué atribuye la caída del stock ovino, que pasa de 24 a 8 millones de cabezas?

La producción ovina siempre fue la lana y en la década de 1990 empezó a no pagar las cuentas. Hacia fines de esa década, con la aparición del cordero pesado, se empieza a ver un atractivo económico que el rubro había perdido. El cordero pesado se consolida y, a fines de 2001, cuando se liquida el último fardo de lana del sobrestock australiano, la fibra empieza a recuperar un valor económico apreciable. En ese momento, ya se había producido un deterioro muy importante del rubro ovino, que coincide con la introducción de la forestación en campos de arena donde habitaba el ovino. Los primeros cambios importantes se dan por la forestación, luego por la lechería. Respecto a la agricultura, la expansión que se inicia en 2003/2004 coincide con un crecimiento del stock ovino, que no pudo cristalizar en 2005 cuando no hubo faena y ese golpe desestimuló a los productores.

De cualquier manera, el stock actual es importante para un país pequeño como Uruguay. ¿O todo tiempo pasado fue mejor?

No, yo no diría que todo tiempo pasado fue mejor. Hoy es mejor, hoy vale todo. Todos los rubros tienen que competir y eso siempre es positivo. Aunque la oveja no sea uno de los winners, todos los ovejeros –y las instituciones– tuvieron que introducir tecnología e investigación para elaborar propuestas productivas que hace 15 años no teníamos. Lo vemos en mejoramiento genético, en la presentación de la lana y el cordero pesado, en la incorporación de tecnología para mejorar los procesos de producción. También en la comercialización de la lana por micronaje, si bien los amigos de Central Lanera nos dirán que hace 40 años que están en eso, pero hoy el mercado comercializa la lana por la calidad y las especificaciones, como pasa con la leche y el trigo.

Con la producción de carne y lana hay más razas, ¿eso ayuda o dificulta la producción ovina?

Para mí está bien. Es un tema recurrente tratar de identificar los buenos resultados con una raza y los números nos demuestran que no es tan así. Hemos visto en las denominadas carpetas verdes del Instituto Plan Agropecuario o en los números de los grupos CREA que el resultado económico exitoso del ovino no depende de una raza sino de la aplicación de un paquete tecnológico apropiado en combinación con otros rubros.

El SUL ha demostrado que el rubro ovino es rentable. Por ejemplo, la invernada de corderos sobre pasturas regadas.

El tema es que para posicionar al ovino en suelos de alta fertilidad hay que tener alternativas para competir con los rubros que mejor se desempeñan en esas condiciones. Es el caso de la producción de pasturas para la producción intensiva de carne ovina en un porcentaje del área que haga viable el sistema intensivo de producción. Para eso vemos que el riego tiene un enorme potencial y los números lo demuestran. Si los mercados confirman la tendencia, la producción de carne ovina es interesante. El riego no se generalizará en el mediano plazo pero, de la mano de la visión del MGAP de reducir los riesgos de la producción utilizando el agua, tiene fundamento, en especial en pequeños productores.

¿Cómo va la participación del SUL en los planes de negocio que lanzó el MGAP?

Nosotros asesoramos y capacitamos a los grupos de productores. La iniciativa comenzó muy bien en 2009, con 23 grupos y 170 productores, y desencadenó un segundo llamado en el que hay casi 1.000 productores, 10% del total que mencionamos de productores familiares. Estamos conformes con la iniciativa, pero nos gustaría que los planes fueran más ambiciosos y pudieran reunir a más productores. La base es que hay que agruparse, realizar un plan de explotación, realizar inversiones e introducir tecnologías. Si se cumple, hay un subsidio oficial. Para que el productor sea exitoso se realizan capacitaciones de apoyo. Así es como se deben encarar los programas de desarrollo.

El Plan Nacional Estratégico del rubro ovino se fijó metas para 2014/2015. ¿Le parece que se cumplirán?

En general, el crecimiento del área de soja responde a que vale US$ 500 la tonelada. Si bien el sistema de producción ovina está hoy en suelos donde rinde más que el vacuno, igual hay una lógica que dice que siempre estamos compitiendo por los recursos forrajeros, de capital y mano de obra entre la vaca y la oveja en el sistema ganadero. Estudios de Carlos Salgado concluyeron que cuando el kilo de vellón Corriedale tiene un valor mayor a tres kilos de carne de novillo, hay un equilibrio. Si sube a cuatro, crece el stock ovino. Si la lana se acerca a tres y el cordero está por encima del novillo, como comienza a estar ahora, no digo que las metas del Plan Estratégico se cumplan, pero el ovino no caerá.

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