Opinión > Editorial

Sin farmacias marihuaneras

Solo 1,3% de esos locales se sumaron a la venta que comenzó este miércoles
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19 de julio de 2017 a las 05:00

La venta de marihuana en farmacias era uno de los tres pilares del plan de legalización de drogas blandas en que se empecinó el expresidente José Mujica para desalentar el uso de la paste base. Los otros dos son los ya existentes clubes de fumadores y los cultivadores hogareños de hasta seis plantas, intento irrisorio de limitarlas, ya que es imposible el control inspectivo casa por casa. La venta en farmacias, después de muchas postergaciones, comienza finalmente el miércoles. El prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo, que también encabeza la Junta Nacional de Drogas, anunció como un logro que los más de 4.000 consumidores oficialmente inscritos podrán comprar la droga en 16 farmacias, un insignificante 1,3% de las 1.200 que funcionan en el país.

La negativa de la casi totalidad de las farmacias a convalidar el grave error de Mujica tiene tres fundamentos igualmente atendibles. El principal es que consideran absurdo que comercios dedicados al expendio de productos para proteger la salud de la gente pasen a vender un estupefaciente que la perjudica. Inciden también el temor a asaltos por drogadictos y ataques de represalia de narcotraficantes que compiten por el mercado, así como la previsible pérdida de clientes que optarán por no comprar en un comercio donde se vende la droga. El mayoritario rechazo de la población a la legalización de la marihuana acaba de ser confirmado por una encuesta de Equipos. Su director, Ignacio Zuasnabar, informó que el 62% de las personas consultadas expresó estar en desacuerdo con la legalizada venta de marihuana, en tanto la aprobó apenas el 29% de los encuestados.

Esta reprobación popular y el fracaso del gobierno en enrolar masivamente a las farmacias no solo son una contundente confirmación de que Mujica se equivocó. Además tornan más incongruente que su sucesor Tabaré Vázquez, un médico que ha tomado como elogiable bandera defender la salud de los uruguayos contra los estragos del tabaco, haya aceptado completar el acceso a la marihuana en vez de procurar la derogación de la ley que lo habilita. Vázquez, además, reconoció que causa daño. Su vigencia ha aumentado el número de consumidores de esta droga sin lograr el ingenuo objetivo de Mujica de persuadir a adictos a la pasta base a pasarse a una droga menos letal. Pero sus efectos son igualmente perniciosos en consumidores habituales, ya que está demostrado irrefutablemente que disminuyen la capacidad intelectual y física y turban los reflejos, fuente potencial de accidentes cuando se manejan vehículos.

El Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca) describe su producto como psicoactivo de uso recreativo, como si fomentar la drogadicción fuera lo mismo que entretener al público con una película o un concierto. El desarreglo que Mujica trajo al país y que Vázquez no corrigió ya está hecho y persistirá hasta que otro gobierno se anime a dar marcha atrás en la legalización y desmonte la compleja estructura montada a este fin. Entre tanto, por lo menos el gremio farmacéutico ha abierto un camino de sensatez con su categórico rechazo a hacerse cómplice del gobierno en un atentado a la salud pública, y cuenta con buen respaldo de la opinión pública.

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