Es imposible ganar cuando no hay coherencia y complementación entre jugadores que actúan cada uno como mejor le parezca, por falta de dirección técnica eficaz. En el fútbol y otros deportes la necesidad básica del juego de equipo se aplica desde hace mucho tiempo. Pero no ha llegado aún a la educación pública, cuyos actores principales se mueven por su cuenta, en un sistema victimizado por la incompetencia y las indecisiones de muchos, intentos frustrados de corrección de otros y la falta de una mano firme al timón. El Consejo Directivo Central (Codicen), que comanda la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), deriva en la inacción complaciente en medio de una situación crítica. Lo desacreditó aún más su ausente lejanía durante los cuatro días en que su sede era ocupada y deteriorada por estudiantes.
Incluso hace pocos días, cuando todas las autoridades anunciaban un desvaído ADN de la educación, el presidente del Codicen, Wilson Netto, amenazó con retirarse si seguía exponiendo el subsecretario de Educación, Fernando Filgueira, de quien lo separan profundos desacuerdos, según informó Búsqueda. Los consejos descentralizados de ANEP, especialmente el de Secundaria, no encuentran solución a las rebeldías de los sindicatos docentes y estudiantiles, incluyendo las deficiencias curriculares y de estructura y los persistentes niveles de repetición y deserción. Todos defienden sus mal utilizadas autonomías y no son capaces de acordar con las demás autoridades educativas las reformas que el sistema requiere en forma apremiante para evitar que se agudice el despeñadero.
Las cosas tampoco están mejor en el gobierno. La declaración de esencialidad por el presidente Tabaré Vázquez fue un apresurado mal paso que debió rectificar a las pocas horas. Se ha informado de discrepancias entre la ministra María Julia Muñoz y el subsecretario, que se agregan a los constantes choques entre Filgueira y Netto. Un punto de desacuerdo es el llamado “marco curricular común”, defendido por Filgueira, consultor directo del presidente. Nunca se ha explicado públicamente en qué consiste, aunque presumiblemente se refiere al razonable proyecto de Vázquez de unificar primaria y secundaria para atenuar las deficiencias del nivel medio y las dificultades de los alumnos de pasar de uno a otro.
El tercer Congreso Nacional de Educación asoma como una víctima colateral de los desacuerdos. Muñoz anunció primero que se empezaba a organizar en estos días; Netto dijo que nada sabía, y luego se informó que sería postergado por desavenencias. Aunque su realización es una exigencia legal, sería beneficioso olvidarlo si se tiene en cuenta el fiasco de los dos anteriores. Una víctima más grave ha sido el Plan Promejora, valioso intento reformista ahora oficialmente descartado.
Los problemas vienen desde hace muchos años y se agudizaron bajo la administración Mujica. Los planes de mejoramiento del expresidente quedaron en el tintero por incompetencia dirigente y rebelión sindical, pese a los frecuentes cambios de autoridades en ANEP y los consejos. En la situación actual el horizonte es de caída en picada, a menos que se nombren autoridades adecuadas y, sobre todo, que aparezca un director técnico con visión realista y capaz de imponerla con firmeza, imitando lo hecho por un docente, el maestro Óscar Tabárez, para que el seleccionado, a diferencia de la educación pública, funcione como equipo.
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