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Soñadoras: el primer libro uruguayo dirigido a adultos para colorear

Soñadoras incursiona en un género que está en auge y al que se le atribuye valor terapéutico
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31 de diciembre de 2016 a las 05:00
Por Matías Castro, especial para El Observador

Dentro de la arraigada línea de libros para colorear que apuntan a los adultos, Soñadoras es el primer ejemplo uruguayo hecho por la artista y directora de arte, Inés Olmedo. "Yo nunca coloreé en mi infancia, aunque siempre dibujé", cuenta Olmedo. "Porque me parecía que colorear era una cosa muy inferior. Empecé a leer sobre estos libros e hice unas pruebas. Dibujé, imprimí, invité a una amiga a colorear y dio como resultado una experiencia alucinante".

Olmedo (Maldonado, 1961) tiene una larga trayectoria que comenzó en un profesorado de dibujo y siguió con estudios de cine y audiovisual con los que se convirtió en la principal referente de la dirección de arte en el país. Más allá de infinidad de trabajos en televisión y publicidad, se ocupó del arte de películas como El último tren, Ruido, Polvo nuestro y El baño del papa entre muchas otras.

Soñadoras contiene 26 ilustraciones lineales que presentan mujeres durmiendo en distintas circunstancias. Pueden estar rodeadas de fauna y flora, envueltas en elementos fantásticos u ornamentales o simplemente por telas. Todas están hechas en un estilo art déco repleto de detalles, y son el resultado de muchos ensayos y bocetos. El libro, además, está impreso en un papel que permite usar lápices, fibras o incluso acuarelas.

Por la cantidad de detalles y elementos que tiene cada una, las imágenes permiten que se les dedique mucho tiempo para pintar y buscar matices de colores. Por eso mismo, esta clase de libros tienen un valor terapéutico muy distinto al pasatiempo de los libros infantiles para colorear, que generalmente tienen imágenes más sencillas. "Era importante que no hubiera espacios demasiado grandes, para que el juego te exija más precisión al colorear, para que te exija motricidad fina. Por eso son para adultos", explicó la artista.

"Si bien no sé explicar bien cómo funciona (el proceso de trabajo), hay un tema entre los dos hemisferios del cerebro, como en las terapias que apuntan a reconstruir el trabajo coordinado de los hemisferios. Dicen que se pueden usar para el estrés o la demencia senil" explica la autora. "Por otro lado, está lo que descubrí por mí misma: el disfrute de no tener la presión del dibujo completo y trabajar solo en el color. Porque esa parte del trabajo es de manejo intuitivo, porque repite esas mismas armonías que también están en las plantas y en algunos minerales. Son armonías que dan la sensación de seguridad, de que el mundo está bien. La teoría es importante, pero lo bueno es que uno llega intuitivamente (al modo de colorear) y por eso está bueno darse un tiempo para hacerlo".

Olmedo había hecho una primera experiencia hace un año, cuando editó por su cuenta una suerte de carpeta con 15 de estos dibujos. Con una tirada de 100 ejemplares, cada uno firmado y encuadernado como objeto de colección, se vendió solamente en algunas galerías y locales de objetos de diseño.

Algunas de esas carpetas fueron regaladas por la autora, y una de ellas fue a manos de una amiga justo en la víspera de una cirugía muy riesgosa. Tras la recuperación, su amiga le contó que había estado pintando hasta antes de entrar a la sala de operaciones, abstraída del estrés en su entorno. A raíz de eso, Olmedo encontró que el valor de una actividad como esta radica en "la concentración en algo que te permite sacar bastante la ansiedad de una forma creativa".

Curiosamente, la idea surgió también por el poco interés que sentía la ilustradora hacia los colores cuando tenía que dibujar en sus trabajos en el audiovisual. "El color no es parte de mi lenguaje" dice sobre sus dibujos en general. A pesar de su carrera como docente y directora de arte, redescubrió el potencial del juego con los colores cuando se dedicó a tejer.

"Tejiendo he usado combinaciones de colores que no hubiera probado de otra manera. Sospechaba que en esas combinaciones había un efecto que estaba muy bueno. Así me encontré con algo apasionante y que no tiene la presión de una obra que empieza de cero. Porque (en un dibujo para colorear) la composición está resuelta y no tiene ese peso que implica dibujar. Porque conozco bien lo que es probar y componer varias veces; enfrentar la angustia de la página en blanco".

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