Sean Spicer y Kellyanne Conway conversan en el lobby de la torre Trump de Nueva York, el pasado 10 de enero.

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Spicer, Conway y los "datos alternativos"

Una conferencia de prensa atípica y un concepto falso para comenzar el ciclo del nuevo gobierno estadounidense
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23 de enero de 2017 a las 09:46
Para quienes esperaban que, luego de su investidura, Donald Trump pasara a tener un perfil diferente y hasta quizá más acorde a su condición, el nuevo presidente de los Estados Unidos está comunicando, explícitamente y a través de sus canales habituales, que el estilo no cambiará.

Tras un discurso mucho más político que cercano a la impronta estadista que suelen tener las inauguraciones residenciales -algunos analistas señalaron con acierto que, por su tono, Trump parecía seguir en campaña y no ser un presidente electo-, una de las actividades más salientes del presidente implicó un encuentro con empleados de la CIA en el que la prensa fue el blanco predilecto. La CIA -uno de los órganos de inteligencia con los que más rispideces tuvo, apenas semanas atrás- fue elogiada por el presidente, que señaló que su disputa con el organismo fue inventada por la prensa.

A pesar de que tales afirmaciones son fácilmente rebatibles, Trump parece desafiar el concepto de "no resiste archivo". Dijo el sábado que eligió visitar a los trabajadores de la CIA entre sus primeras actividades presidenciales porque los periodistas están "entre la gente más deshonesta de la tierra" "Han hecho creer que yo estoy enfadado con el personal de Inteligencia", expresó, según consignó El País de Madrid.

Los ataques de Trump a los órganos de inteligencia están largamente desplegados -y lo siguen estando- en espacios como el newsfeed de Twitter del presidente, donde a menudo le ha conferido más credibilidad a Julian Assange de Wikileaks que a estas agencias.

Pero más allá del presidente, otras dos figuras angulares que sustentan y construyen su relato se hicieron notar durante el fin de semana. Sean Spicer, nuevo jefe de prensa de la Casa Blanca, aseguró al ser preguntado por la cifra de asistentes a la inauguración del presidente Trump que esta había convocado "al mayor público en cualquier inauguración, punto, tanto en persona como alrededor del mundo". Sin embargo, imágenes de diferentes medios mostraron una audiencia significativamente menor a la de la asunción de Obama, que además contrastó con las multitudinarias manifestaciones en contra del presidente electo en varias ciudades de Estados Unidos. Spicer adujo frente a los periodistas de la Casa Blanca que 420.000 personas tomaron el metro de la ciudad ese día contra 317.000 en la inauguración de Barack Obama, pero las cifras de la red de transportes citadas por The Washington Post, hablan de 570.557 viajes del pasado viernes frente a 1,1 millones con Obama en 2009 y 782.000 en el día de la inauguración de su segundo mandato, en 2013.

La experta en encuestas y opinión pública Kellyane Conway, arquitecta de las últimas estrategias que dieron a Trump la victoria en la recta final de la carrera electoral, demostró ayer que también está dispuesta a añadir lo suyo a este relato comunicacional basado en datos que todos los medios y todas las evidencias señalan falsos. Cuestionada por las cifras de asistentes, Conway -ahora investida como asesora presidencial- respondió a un periodista que decir que la Casa Blanca había dado datos falsos sobre la asistencia al evento era "exagerado" y que estos datos presentados por Spicer eran "hechos alternativos a eso".

En medio de esto, periodistas del New York Times que cubren temas vinculados con el Congreso y la política, como Jennifer Steinhauer, recomendaron dejar de asistir a los briefings de la Casa Blanca para centrarse en cubrir la presidencia de Trump desde otros ángulos. "Colegas periodistas: si @seanspicer va a mentirles frente a sus narices, no necesitan ir a los briefings de Casa Blanca. No necesitan hablarle a él en absoluto", escribió el sábado en su Twitter. Mientras tanto, académicos del periodismo como Jay Rosen señalaron el fin de semana que los medios deberían mandar pasantes a esos encuentros para centrar a sus periodistas más entrenados y veteranos en cubrir la presidencia de otro modo. "El sueño de la sala de briefings de la Casa Blanca, donde se podía cuestionar en vivo y en directo al responsable presidencial por alguna mala decisión tomada y exponerlo frente al público para que tome su propia decisión sobre el asunto, fue siempre una ilusión. Se fue derrumbando desde hace décadas y ahora, con Trump, acaba de tomar un nuevo giro tragicómico e insostenible".

Sitios de chequeo de informaciones difundidas como PolitiFact destrozaron gran parte del primer parlamento de Spicer ante la prensa y la propia CNN decidió no emitir la conferencia de Spicer en vivo y poner a uno de sus periodistas asistentes a explicar de qué había ido la cosa, una decisión casi sin precedentes para la cadena, acostumbrada a emitir en vivo la mayoría de los eventos políticos de interés. "Los datos alternativos son lisa y llanamente mentiras", dijo un periodista de CNN durante una transmisión el pasado domingo. Por otro lado, el domingo el New York Times aseguró que incluso en las esferas cercanas a Trump existía la sensación de que Spicer había llevado el asunto demasiado lejos.

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