Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > CRÍTICA DE CINE

T2: Trainspotting, un viaje de vuelta a casa inspirado por la nostalgia

La secuela del clásico de los años 1990 presenta un regreso con más humor
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15 de marzo de 2017 a las 05:00
"¡Es solo nostalgia! Eres un turista recorriendo tu propia juventud". Esa frase se la grita Simon "Sick Boy" Williamson a Mark Renton durante una de las tantas escenas en las que T2: Trainspotting homenajea y rememora a su primera parte con una mezcla de honestidad y autoparodia. Esta secuela tiene una importante carga nostálgica, con frases, planos y momentos que retrotraen al espectador y a los personajes de aquella aventura de un grupo de jóvenes adictos a la heroína de Edimburgo que el mundo conoció hace 20 años y que se convirtió en un clásico de culto.

La secuela de Trainspotting comienza con Renton (Ewan McGregor) volviendo a Escocia para enfrentar las culpas de la traición que cometió contra sus amigos dos décadas atrás. De aquellos, Begbie (Robert Carlyle) acaba de escapar de prisión y busca venganza por aquel incidente, Sick Boy es el dueño de un bar de mala muerte y busca con métodos ilegales hacer algo de dinero, y Spud Murphy (Ewen Bremner) sigue siendo un drogadicto que perdió todo lo que le importa.

Sick Boy acepta a duras penas trabajar con Renton para convertir su bar en un prostíbulo, y Spud acaba ayudándolos, pero la aparición de Begbie (que aquí pasa de ser el amigo violento que nadie quiere a un antagonista) los obliga a enfrentarse a él, y a su propio pasado. Todo esto salpicado por referencias (visuales y sonoras, al punto de usar escenas del filme anterior) a Trainspotting y por largas escenas en las que los personajes se acuerdan de travesuras infantiles, salidas nocturnas, la música que escuchaban y sobre todo, del fútbol, que aquí tiene una presencia aún mayor que en la primera parte como otro vehículo para la nostalgia.

Ese foco en los recuerdos también se debe a que al contrario que la novela Porno, en la que T2 se basa muy libremente, la acción transcurre 20 y no 10 años después, por lo que sus personajes son cuarentones que vieron desperdiciar sus mejores años y que los extrañan más que a nada, a pesar de que durante esos años murieron amigos, hijos y nada fue excesivamente feliz.

Esta secuela retoma temas como la amistad, la adicción y la crítica a la sociedad actual, con una nueva versión del discurso "choose life" que se convirtió en pieza icónica de Trainspotting.

T2 aprovecha el éxito de su antecesora y dispone de más presupuesto, que se traduce en una calidad superior de efectos y técnica que la primera, que se suma al estilo frenético y sobrecargado de su director, Danny Boyle.

También tiene un mayor tono de comedia que su predecesora. Las risas son frecuentes, y los personajes tienen un desarrollo más positivo, llegando a finales bastante felices para casi todos ellos.
En su visita a Montevideo en setiembre del año pasado, el autor de la novela homónima que inspiró estos dos filmes, Irvine Welsh, dijo que los que buscaran más de lo mismo en T2: Trainspotting se iban a "decepcionar".

La película ofrece en varias ocasiones más de lo mismo, pero también tiene grandes diferencias en su tono, sus temas y su estilo visual que la hacen una continuación digna y una historia que vale la pena disfrutar. l

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