El tambo cuenta con 820 vacas de ordeñe raza holando que se distribuyen en distintos establos.

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Talar: un tambo modelo con marca de calidad

Talar está ampliando sus instalaciones y elaborará nuevos productos, entre ellos, leche en botella de vidrio que planea exportar. Con el diferencial de tener un tambo y una planta láctea en un mismo predio, no para de invertir
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18 de diciembre de 2012 a las 11:33

Apenas se abre el portón del campo, aparecen las primeras vacas. “Acá están las adolescentes, al lado las jóvenes y las últimas que ves son las adultas”, cuenta Lars Janson, el encargado de Marketing de Talar, el tambo modelo que dirige Juan Manuel López Plavan (hijo del conocido empresario Juan Carlos López Mena).

En Laguna del Sauce, en el kilómetro 10 de la Ruta 12 (Maldonado), se levanta un tambo de vanguardia, que se distingue por ser de “ciclo completo”, es decir, trabaja desde los animales (y las raciones que éstos comen) hasta la planta láctea donde se procesa la leche y se fabrican los productos premium Talar que luego llegan a las góndolas.

En las oficinas del tambo, Juan Manuel López Plavan recibe a Café & Negocios para hacer una degustación con cuatro quesos diferentes. Mientras él mismo prepara las galletas con queso, cuenta que el tambo se comenzó a construir hace unos seis años con una inversión de US$ 60 millones. Su padre le propuso estar al frente del negocio, y él aceptó el desafío.

El tambo cuenta con 820 vacas de ordeñe y se procesan 20.000 litros de leche por día. Trabaja las 24 horas del día en turnos de 8 horas. “Esto no para nunca”, señala.

Mientras las vacas disfrutan de una especie de hotel cinco estrellas –ya que el bienestar del ganado es una prioridad para Talar–, el tambo y la planta láctea se configuran como un proyecto modelo que posiciona a Uruguay en el mundo.

Una planta diferente

El recorrido junto a López Plavan comienza en la planta láctea ubicada al lado del tambo.

El empresario cuenta que la planta –que se puede recorrer a través de un circuito transparente de vidrios– está presurizada como un laboratorio, lo que hace que, cuando se abre una puerta, empiece a salir un aire que impide que se contamine el interior.

En un rincón, dos operarios elaboran queso camembert, uno de los productos estrella de Talar. “Desde que arranca hasta que termina el proceso, demora entre 20 y 25 días para envasarse y después venderse”, explica López Plavan.

El agua que utiliza la planta es de lluvia, llega por gravedad y se procesa a través de una UPA de OSE. El cuidado del medio ambiente es una política de Talar desde sus inicios.

Mientras avanza la recorrida, López Plavan señala que “todos los servicios” de mantenimiento “van por arriba”, lo que permite hacer reparaciones sin interrumpir el ritmo de trabajo.

Metros más abajo de ese “techo de servicios”, los operarios hacen queso crema. La leche llega despasteurizada, se descrema y después se manda a una tina. Todo ese proceso, en vez de ser manual, está computarizado. La pantalla muestra cada una de las etapas. El director de Talar señala con el dedo y acota: “De ahí se manejan los flujos, la cantidad de litros y se abren y cierran las válvulas”.

El encanto del vidrio

Al lado de esta planta, Talar está ampliando sus instalaciones con el objetivo de diversificar su cartera de productos y pasar de 820 vacas de ordeñe a 2.400.

Actualmente la marca produce quesos crema, untables, en barra y un postre flan. La idea es empezar a producir leche premium en botella de vidrio retornable, así como yogures y achocolatada. A esta lista se suma el dulce de leche y hasta un alfajor marca Talar.

En un ala del galpón se apilan miles de envases de vidrio retornable de color verde que empezarán a llegar a los supermercados el próximo año.

El ejecutivo recorre los galpones donde se están instalando las nuevas máquinas y se detiene en una que se encarga de dar una mayor vida útil a la leche, cuyos nutrientes serán cinco veces superiores al de la leche común que se vende hoy en el mercado.

Tambo modelo

A diferencia de otras plantas lácteas, la leche no llega de lejos y en camiones, sino que proviene del tambo que se ubica a pocos metros de la planta.

Antes de entrar a la sala de ordeñe, las vacas –de raza holando únicamente– pasan por un sector donde un chorro de agua proveniente del piso les limpia la ubre. Luego entran en tandas a un tambo “calesita” (ver foto) que las ordeña en nueve minutos.

López Plavan cuenta que cada vaca tiene un collar que le permite a la máquina detectar quién es y medir su rendimiento. Se ordeñan 24 vacas al mismo tiempo en tres salas de ordeñe diferentes. Luego la plataforma redonda gira y las deja salir una a una.

En ese proceso se detecta si alguna “está renga, por ejemplo, y ahí mismo se la desvía hasta la veterinaria”.

Una vez que se liberan las vacas, se encienden unos potentes chorros de agua que limpian el barro y la bosta que se acumula en el predio anterior al tambo. “Si limpiáramos de modo manual demoraríamos mucho tiempo”, afirma. En los alrededores del tambo, están los establos. Por un lado los de maternidad, donde están las vacas que van a parir o que parieron recientemente, y un poco más lejos el resto.

A simple vista se puede apreciar que los animales son muy bien tratados. Tienen colchones de goma para descansar , ventiladores para soportar mejor el calor y hasta una especie de “rascadores” de espalda. “Ya conocen el camino y van a rascarse cuando quieran”, cuenta con una sonrisa López Plavan.

El director y su equipo tienen claro que una vaca menos estresada tiene un mejor rendimiento.

En tanto, los terneros tienen su propio establo. Una máquina los reconoce a través de un chip colocado al nacer y los alimenta de acuerdo a sus necesidades. “El expendedor de leche y de comida se parece a la teta de la madre”, cuenta López Plavan, mientras un ternero hace fuerza con la cabeza para extraer más leche como si fuera la ubre de su madre, pero no tiene suerte.

Raciones de primera

Después de recorrer los establos, López Plavan se concentra en destacar que Talar produce sus propias raciones y su propia energía. Tiene cuatro grandes silos donde se acopian granos. Un área que ahora se está ampliando y que pasará de 10.000 a 20.000 toneladas de capacidad.

Recientemente, además, la empresa compró una moderna máquina que permite inyectar bosta en la tierra, a modo de fertilizante orgánico.

La máquina, cuyas ruedas son de la altura de la periodista, es única en Sudamérica. “Las tierras que hoy no son buenas en 15 años serán excelentes”, dice López Plavan.

La importancia de la ración radica en que permite conocer y seguir la calidad y la cantidad de alimento que consume el animal a lo largo de su vida.

Por otra parte, Talar también dispone de una planta de producción de biodiesel, a partir de granos, que usan sus máquinas, tractores, y también la flota de Buquebus.

Paralelamente, el complejo cuenta con una planta de biogas que permite extraer el gas metano del estiércol y generar energía renovable para la planta láctea.

Mirando al exterior

De regreso en la oficina, López Plavan cuenta que hoy Talar está concentrada en el mercado interno, en el negocio retail (supemercados) y en el sector gourmet de restaurantes y hoteles. No obstante, con los nuevos productos, planea comenzar a exportar. “Primero a los países limítrofes y después (el plan es) ir avanzando a diferentes nichos que busquen productos de calidad”, adelantó.

Talar participará próximamente en una feria de alimentación en Japón, donde apunta a captar nuevos clientes.

Líneas y consejos

Respecto a la relación con su padre, cuenta que Juan Carlos López Mena está muy metido en la empresa. “Yo estoy todos los días, pero papá me tira las líneas y algún consejo”, revela. Todos los sábados de mañana se juntan y hacen una puesta a punto.

Consultado sobre la imagen cuestionada de su padre en torno al caso Pluna y cómo afecta esto a Talar, López Plavan respondió: “No afecta en nada porque van por carriles diferentes. A nivel de comentarios cada uno puede decir lo que quiera”.

El empresario, que está hace años detrás del emprendiendo, está convencido de que la marca Talar seguirá creciendo en Uruguay y que de a poco empezará a insertarse en el mundo.

Mientras termina de comer un flan Talar, confiesa que lo que más disfruta de su trabajo es el trato con la gente. “Siento que los empleados se fueron haciendo conmigo y que hemos crecido juntos”, concluye.

...

LAS CLAVES

Control. Talar cuenta con un laboratorio donde se respalda la información de cada lote de queso por si llegara a haber problemas con su consumo en el futuro. Estos datos permiten rastrear su ruta y detectar donde se ocasionó el contratiempo .

Escuela. Los hijos de los operarios de Talar acuden a la escuela rural Nº 48 de Laguna del Sauce, que fue “apadrinada” por Juan Carlos López Mena. El empresario invirtió en reformas edilicias y aportó recursos para que ésta tenga hasta profesores de inglés y de gimnasia.

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