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Testimonios desde las mayores crisis humanitarias

Profesionales de MSF argentinos brindaron sus reflexiones tras pasar meses atendiendo a los que sufren en las zonas más remotas del mundo
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31 de octubre de 2014 a las 17:31

Patricio Walmsley
Enfermero, República Centroafricana

Cuando le ofrecieron ir a República Centroafricana, le plantearon ir a una zona de cultivadores donde había problemas crónicos pero estaba relativamente tranquilo. Sin embargo, cuando llegó comenzó una revuelta de rebeldes y al poco tiempo hubo un golpe de Estado.

“Estábamos en una situación muy tensa, había tiros todos los días, habían robado la base varias veces porque querían medios para tomar el poder. Salíamos poco de la casa, muchas veces había tiroteos y nos teníamos que quedar quietos donde estábamos. Algunas veces estallaba todo cuando estábamos en plena atención a un paciente y nos quedábamos cuatro o cinco horas con ellos. Y ahí nos poníamos a charlar, después de tanto tiempo te hacés amigo”, rememoró esta semana el enfermero, que evocó divertido sus recuerdos de atención en uno de los países más pobres del mundo.

Su trabajo era en centros de salud periféricos, desde allí llevaba pacientes a las instalaciones sanitarias. “Sería bastante difícil llamar hospital a las instalaciones. Ahí un hospital es un caserío con habitaciones grandes donde hay camas, un office de enfermería para ocho salas donde habría cinco ampollas y seis comprimidos, y poco más. No puedo decir que es un hospital, es un lugar donde se atendía pacientes. Pero justamente MSF hace eso; dignificar todo, dar insumos y una calidad de servicio y cuidado que, si no estuviéramos, sería aún peor”.

Walmsley cree que nació para esto, pero igual rescata que es importante esforzarse. “Se hace todos los días. Podés nacer, pero si no te esforzás, cuando las papas queman no está tan bueno. Entonces tenes que ser más fuerte y saber que tenés que aprender”, confió.

José Saleme
Cirujano, Siria

Estudió Medicina con un ojo puesto en la organización, atraído por esa idea de estar donde nadie estar y atender a los más descuidados por la humanidad. “En Siria se trata, a pesar de todas las dificultades, seguir prestando ayuda a diario. Es un lugar del mundo donde están todas las miradas puestas y sin embargo no hay nadie. Médicos es una de las primeras que estuvo y una de las pocas que sigue estando”, comentó esta semana.

Si bien es cirujano, en el terreno tuvo que hacer de todo y atender pacientes que en otras circunstancias nunca le hubieran llegado. “Uno pone a prueba sus sentimientos y tiene que tratar de responder”. Aún en las condiciones más adversas, el médico vio el “inmenso nivel de profesionalismo” con el que se podía trabajar, pues se cuidaban hasta los detalles más nimios como la higiene de las pinzas o los equipos.

Para Saleme Siria fue su primera misión y le cambió la vida. “La balanza que uno tenía antes de viajar se quiebra. En algún momento uno empieza a pensar de otra forma y a entender que hay mucho por hacer y no puede mirar nunca más al costado, está obligado a hacer frente. Llega un punto en que ya no se puede pensar que la vidita que se tiene está completa y que hay que hacerse cargo de eso. Con el ébola estamos todos espantados, pero Siria lleva tres años y África lleva siglos; no sé cuánto tiempo más podemos seguir diciendo ‘esto no me toca’”.

“No dejemos sola a esta gente, todavía hay mucho por hacer”, pidió el cirujano al término del encuentro Diálogos Sin Fronteras en Buenos Aires, donde se abordaron las principales crisis humanitarias del año.

Juan Nastri
Ingeniero, Sudán del Sur

Llegó al norte de Sudán del Sur días después de que hubiera intensos combates que dejaron miles de desplazados. Encontraron a la gente sin agua, comida ni abrigo y MSF decidió instalar una planta potabilizadora. Nastri estuvo al frente de ese proyecto y después de la planta pusieron canillas, dieron recipientes para almacenar agua e hicieron duchas improvisadas.

“El agua era un aspecto fundamental, pero en realidad nuestro objetivo era instalar una clínica. Cuando yo estuve se logró terminarla y pudimos tener pacientes que se quedaran a dormir, porque al principio no podíamos atender algunas patologías. Fue todo un desafío logístico –además de que el lugar está aislado, no había materiales disponibles y el contexto era de guerra–, por eso fue un lindo logro”, relató el ingeniero, que antes de unirse a MSF había participado en proyectos humanitarios con otras organizaciones y que ya hizo de Médicos su modo de vida, pues está temporalmente en Argentina mientras espera ir a otra misión.

Pese a que en Sudán del Sur los beneficiarios de los proyectos no tenían nada material, Nastri recibió el agradecimiento de la gente. “Algunas veces te dan una sonrisa. Los chicos te regalan juguetes que hacen con barro que tienen forma de ambulancia o que son como una camita con un enfermo. Los adultos hacen reuniones y te invitan, es un encuentro ceremonial en el que uno se sienta, charla y le piden cosas. Ellos lo hacen para agradecerte, es un modo de decirte que sos parte de ellos, un miembro más del grupo de adultos respetables”.

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