Tres versiones del mundo

Se reconoce a La Orestíada, de Esquilo, como la primera trilogía importante de la historia. Se sabe que fue presentada en las Fiestas Dionisias de Atenas en 458 aC y que ganó el concurso de ese año con comodidad. Además de su innegable encanto, las tres piezas resultan fundamentales para entender un período decisivo de la historia del hombre.

Lo más importante sucede en la última parte, Las Euménides, donde Orestes, asesino de su madre Clitemnestra y de su amante Egisto, es llevado a juicio, momento mágico que señala el nacimiento de un nuevo orden universal, que a partir de allí censurará la venganza personal como método válido para hacer justicia.

Hoy las trilogías las hacen escritores como E. L. James (Cincuenta sombras de Grey), Suzanne Collins (Los juegos del hambre) o Ken Follett (Trilogía del siglo), y sus obras también son representativas de una época concreta, signada por el desconcierto, la anemia intelectual y la frivolidad.

Por suerte aún quedan escritores como Amir Hamed, capaz de separarse del ruido, de lo políticamente correcto y de lo comercialmente viable. Con la publicación de M, el uruguayo cierra su atípica, poética y complicada trilogía sobre los mitos de occidente y sus textos más sagrados, de La Biblia a La divina comedia.

Iniciada en 2014 con Encantado, a la que siguió Ella sí y ahora M, la trilogía tiene una primera virtud a destacar: su brevedad. Se trata de tres libros diminutos, de unas 60 páginas cada uno, hermosos en su presentación (aunque no habría venido mal alguna ilustración en el interior), que se leen de un tirón sin producir fatiga alguna.

Claro que esto no significa que la lectura sea fácil; no lo es. Entre otras cosas, porque Hamed cita un sinfín de historias, mitos, leyendas y nombres propios que exceden al conocimiento de cualquier mortal que no sea un especialista.

No obstante esto, como migas de pan, el autor va dejando un rastro que el lector puede seguir para no perderse en el camino.

Porque se trata de establecer vínculos, de señalar los obvios y de plantear algunos nuevos que surgen exclusivamente de la inspiración personal. Si para ello es necesario, como en Encantado, vincular a las hadas con los vampiros, a Isaac con Kierkegaard, a Orfeo con Sherezade, a Hamed no le importa en absoluto y se lanza con un entusiasmo.

En Ella sí, en cambio, el relato es menos sinuoso, más didáctico si se quiere, en parte debido a que el tema central es Dante Alighieri y su Divina Comedia, texto harto conocido que es analizado por Hamed con soltura y gran lirismo desde una novedosa óptica.

El monumento literario italiano es el centro del relato, pero el autor comienza poco a poco, a desplazar el núcleo para trasladarlo al Edén perdido, eso que pudo ser y no fue.

Ese pasaje resulta de lo más jugoso. Hamed juega con Adán, Eva, la serpiente y el mismo Dios, para dar vuelta la historia y presentar a Eva como heroína defensora del sí (de allí el título del libro) en oposición al no de Adán. Algunas páginas, como las que refieren al idioma que utiliza la serpiente, son simplemente hermosas.

M continúa en la línea de los dos textos anteriores, pero se centra casi exclusivamente en los relatos bíblicos.

Moisés es el centro de un todo que pretende explicar el origen del monoteísmo, y cuestionar de paso supuestos históricos como el éxodo del pueblo judío, la apertura de las aguas y un largo etcétera.

El texto es el más complicado de los tres, el que exige más conocimiento previo.

Pero a Amir Hamed, como en todos sus libros, lo salva la palabra. M, más que nada, se disfruta gracias a la cadencia de una prosa soberbia, que "encanta" al lector, que lo hipnotiza y que lo fuerza a gozar. Una trilogía, en fin, como las de antes.