Tupamaros: los pistoleros del chavismo que causan pánico

Esta semana resonaron en la prensa mundial luego de que motorizados y con los rostros cubiertos atacaron a balazos a los estudiantes que manifestaban contra el gobierno de Nicolás Maduro, el pasado martes en la ciudad de Mérida.

Al día siguiente, cuando los jóvenes volvieron a las calles de Caracas a protestar en el marco del Día de la Juventud, volvieron a atacar agravando el choque de los opositores con la Policía, dejando como resultado tres muertos y más de 20 heridos.

Según recoge el portal El Comercio, este grupo tiene origen en los movimientos guerrilleros de los años 60, que estaban agrupados en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. Algunos participaban pacíficamente mientras que otros optaban por la utilización de las armas para llegar al poder.

El término tupamaro tiene sus orígenes en el revolucionario Túpac Amaru, José Gabriel Condorcanqui, símbolo de la lucha contra el colonialismo. Este lideraba la rebelión indígena cuando fue descuartizado por los españoles, quienes comenzaron a llamar despectivamente “tupamaros” a todos aquellos que peleaban por la independencia.

La organización guerrillera de izquierda uruguaya, Movimiento de Liberación Nacional, tomó ese nombre, que luego fue adoptado por estas fuerzas de choque venezolanas. Las mismas, se vincularon con Hugo Chávez cuando el intento de golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez, en el año 1992.

Tras ese fracaso continuaron con el vínculo manteniendo una relación “utilitaria” y luego de que el comandante accediera al poder en las elecciones de 2008 comenzaron a recibir financiamiento del gobierno como parte de la revolución bolivariana que el mandatario encabezó.

Según cuenta el director del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) al portal peruano, sociólogo Roberto Briceño León, siempre han tenido respaldo político. “Chávez los utilizaba, les daba fuerza, los tenía como Plan B. Pero al mismo tiempo algunos momentos les ponía un cierto control”.

Muchas veces se encargan de “limpiar” barrios yendo a las casas de los delincuentes, identificándolos y asesinándolos, como ocurrió en el famoso barrio 23, ubicado al oeste de Caracas, cerca del Palacio Miraflores.

Briceño explica que algunos de estos grupos armados aún creen en la lucha armada y han recobrado tanta fuerza en los barrios que controlan que cuentan con la protección de los habitantes.