Turquía realizó un nuevo movimiento para instalarse definitivamente en el plano principal de la guerra civil de Siria al enviar al menos diez tanques más al norte del país, un día después de una ofensiva relámpago en la que expulsaron al
Estado Islámico (EI) de Jarablos, ciudad situada cerca de la frontera turca.
Los vehículos de combate se sumarán a los que ya cruzaron la frontera el pasado miércoles en la llamada operación Escudo del Éufrates, con el que Turquía pretende expulsar de su frontera con Sira al EI y a la milicia kurda.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo el miércoles que la ofensiva había expulsado a los yihadistas de Jarablos, y los rebeldes apoyados por Ankara aseguraron que los
extremistas se habían retirado al sur, a la ciudad de Al Bab.
Durante la operación, la más ambiciosa lanzada por Turquía en los cinco años y medio del conflicto en Siria, fueron desplegadas las fuerzas especiales de tierra mientras los jets disparaban desde el aire a objetivos presuntamente yihadistas.
Los bombardeos aéreos vienen en apoyo de centenares de rebeldes sirios que el miércoles entraron en Jarablos y en otra localidad cercana tras encontrar poca resistencia.
"La oposición siria ya está asentada en Jarablos y ha empezado a hacerse con el control de ciudades y pueblos" cercanos, declaró el primer ministro turco Binali Yildirim a la televisión local.
La aparente eficiencia de la operación también supone un golpe de efecto para la reputación del
ejército turco, en horas de necesidad tras el intento de golpe de Estado y la consiguiente purga masiva en sus fuerzas, que se ha saldado con el despido y encarcelamiento de miles de militares.
Por el momento se desconoce si el despliegue de los tanques responde a un intento de evitar que el EI retome Jarablos o de ayudar a los rebeldes a seguir conquistando nuevos territorios, aunque un oficial turco declaró el miércoles que Ankara "continuaría las operaciones hasta que esté convencida de que la amenaza inminente contra la seguridad nacional ha sido neutralizada".
El militar enfatizó el hecho de que los rebeldes llevan la iniciativa y que el rol de Turquía es "facilitar el avance".
Además de expulsar a los yihadistas, Erdogan ha insistido en que la ofensiva pretende hacer retroceder a las Unidades de Protección Populares (YPG), la milicia kurda, también activa en la zona. Turquía considera a las YPG un grupo terrorista que busca la independencia de la región kurda siria.
La hostilidad de Ankara hacia las YPG la ha enfrentado a su aliado en la OTAN, Estados Unidos, que trabaja con el grupo en el terreno en su combate contra el EI.