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Un esperado protagonismo

Michel Temer ha estado por décadas bajo la sombra del poder en Planalto; hoy consigue un esquivo y esperado protagonismo
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13 de mayo de 2016 a las 05:00
Hace días que Michel Temer, vicepresidente de Brasil, sabía que llegaría su momento. Incluso se podría hablar de meses. Tras años de permanecer a la sombra de otros protagonistas de los derroteros políticos de Planalto, Temer consigue el cargo más importante de Brasil por la destitución de su antigua socia, reconvertida en enemiga acérrima. Su confianza en la destitución de Rousseff era tal que días antes de la votación del 17 de abril en la Cámara de Diputados, se filtró accidentalmente un supuesto discurso de asunción. Y aunque esta nueva posición es temporal, las posibilidades de que su mandato se estire hasta principios de 2019 son bastante amplias.

Temer tiene 75 años y, además de ser el nuevo presidente de Brasil, es el líder del Partido por el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), antiguo aliado del gobierno de Dilma Rousseff. Precisamente, la separación de este partido y el Partido de los Trabajadores (PT), dejó un hueco fatal para la presidenta, que tuvo que observar como varios de sus aliados seguían el mismo camino que los liderados por el vicepresidente.

Temer nació en 1940 y creció en una chacra del interior del estado de San Pablo en el seno de una familia de inmigrantes libaneses católicos llegados a Brasil 15 años antes. En la capital económica del país se convirtió en un prestigioso abogado constitucionalista, es autor de una obra de referencia que ha vendido más de 200 mil ejemplares, e inició la carrera que lo llevó a ser tres veces presidente de la Cámara de Diputados durante sus seis mandatos como legislador del PMDB.

Su actitud fría y distante, sin embargo, siempre le apartó de la popularidad entre los brasileños. Una encuesta de Datafolha mostró que en unas eventuales elecciones tendría entre 1% y 2% de intención de voto. "Dicen que tengo que cambiar mis maneras, que soy demasiado ceremonioso. ¿Pero cómo? Siento envidia de quien hace bromas. Yo no sé hacer eso", comentó en su momento a medios locales.

Como la gran mayoría de los legisladores y políticos brasileños, Temer tampoco está libre del ojo de la justicia. Se encuentra involucrado en la causa de la estafa a Petrobras, ya que presuntamente nombró a dos de los directivos de la estatal condenados por la red de corrupción. A su vez, el flamante vicepresidente no se podría presentar a eventuales elecciones en 2018, debido a que en 2014 realizó donaciones a campañas electorales por valores mayores a los permitidos por la ley.

El nombramiento de sus ministros tampoco estuvo exento de polémica, ya que contará con gabinete exclusivamente masculino y, por lo que se puede aventurar, bastante conservador.

Michel Temer recibió la noticia de su nuevo cargo interino en su residencia, esperando con una sonrisa en el rostro. Según el representante del Senado que le notificó la decisión de la Cámara, lo encontró "muy contento", aunque también "muy formal". Y es que los 30 años de experiencia en la política dejaron su huella, y de allí la sonrisa. Temer sabía que el protagonismo llegaría tarde o temprano. Y para bien o para mal, es el nuevo actor principal en el gobierno de Brasil.


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