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Un guía turístico ilustrado

En El árabe del futuro, Riad Sattouf narra su infancia en la Libia de Gadafi y la Siria de Hafez al-Assad y demuestra que la novela gráfica es un camino didáctico para acercarse a la cultura en Medio Oriente
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26 de julio de 2015 a las 05:00
Medio año después del atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo, en la que dos fanáticos yihadistas asesinaron a 12 personas, la relación entre Oriente y Occidente sigue bajo la mirada de una gran lupa cultural. Fenómenos como la publicación de la novela Sumisión, del escritor francés Michel Houellebecq, donde describe una Francia gobernada por el Islam, son sujetos a un análisis en detalle de los medios y la crítica, que abordan la obra tanto como objeto del arte como un portavoz ideológico dentro de una brecha que separa a dos mundos.

Pero mientras Houellebecq mira hacia un futuro imaginario en pos de comprender el presente, otros autores como el también francés Riad Sattouf hacen lo opuesto y dirigen su atención hacia el pasado.

Desde hace un par de meses se puede encontrar en Uruguay el premiado libro de este exintegrante de Charlie Hebdo, El árabe del futuro. Se trata de una novela gráfica en la que el autor narra su infancia y la vida de su familia entre 1978 y 1984 en Libia y Siria.

El hecho de encontrar la novela en las librerías uruguayas es una sorpresa grata por dos motivos. En primer lugar, habla de un mercado editorial local más interesado en la riqueza de un género vasto y poco explorado como el de la historieta, más allá de los cómics de superhéroes. Además, El árabe del futuro es la puerta de entrada perfecta para quien decida incursionar en una lectura observacional y entretenida sobre las ideologías y costumbres de dos países diferentes de Medio Oriente.

El rol de un atento espectador frente al entorno que lo rodea es fundamental para comprender la genialidad detrás de Sattouf y su crianza anómala. Hijo de una mujer francesa y un padre sirio, Sattouf es el producto del encuentro entre dos mundos distintos. Esa mezcolanza lo tendrá como un objeto de atención desde la primera viñeta, en la que se dibuja como un niño de dos años "perfecto" y portador de una "larga melena rubia platino, abundante y sedosa", que hace que toda mujer pare para sostenerlo en sus brazos y mimarlo.

Esa belleza de herencia europea, que se vuelve una extrañeza estética completamente fuera de lugar dentro de Medio Oriente, se vuelve parte de un chiste recurrente a lo largo de El árabe del futuro. El relato de la novela inicia con el enamoramiento en la universidad de los padres de Sattouf y prosigue años después durante la primera mudanza de la familia hacia Libia, donde el padre consigue trabajo como profesor.

El libro comienza a tomar forma a través de la verborragia de su padre sobre política e historia y los recuerdos desperdigados de un niño frente a un entorno desconocido. La mejor transmisión cultural entre Sattouf y el lector se produce cuando el autor y dibujante recrea situaciones cotidianas como las interacciones con sus amigos vecinos o su convivencia con una abuela y un tío con los que no comparte el mismo idioma. Al mismo tiempo, su narración se sumerge aún más en la realidad social de cada uno de sus años en Libia y Siria, donde la presencia de los entonces jóvenes presidentes Muamar Gadafi y Hafez al-Assad se hace notar frente a los conflictos religiosos y económicos de cada región.

Sattouf divide los capítulos de su infancia en colores y dibuja a las personas como seres narigones y con puntos como ojos, pero su estilo de caricatura acompaña a la emoción universal de la historia, en la que refleja sus temores y los de sus padres al intentar encajar en un mundo que constantemente los reconoce y desconoce como parte de él.

Tal vez la única falla de El árabe del futuro sea el final abrupto que deja al lector ante la promesa de un nuevo viaje para los Sattouf. De todas formas, la llegada de una segunda parte de El árabe del futuro será la encargada de acabar con la desesperanza que produce un relato incompleto, mientras suma un nuevo capítulo al relato de una niñez fascinante.

Otras novelas gráficas sobre Medio Oriente


Persépolis, de Marjane Satrapi
Es la autobiografía de Marjane Satrapi, una mujer iraní nacida en la ciudad de Teheran en 1969. Además de retratar su infancia en Irán y su adolescencia en Europa, Persépolis también es el reflejo de la revolución iraní de 1979 que dio lugar a un gobierno islámico.

Exit Wounds, de Rutu Modan
La novela de Modan se sitúa en Tel Aviv, donde un joven recibe una llamada telefónica urgente de una mujer soldado. Al enterarse de que su padre puede haber sido víctima de un atentado suicida, Koby se une a la soldado en busca de pistas.

Ms. Marvel, de G. Willow Wilson
Ms. Marvel es un cómic de Marvel sobre Kamala Khan, una chica de origen paquistaní que se convierte en una heroína adolescente cuando algo asombroso le sucede. La historieta ha sido considerada una lectura insignia de una mayor diversidad dentro del género.

Habibi, de Craig Thompson
Desiertos, harenes y desechos industriaconforman el paisaje de Habibi, la historia de Dodola y Zam, una pareja de esclavos refugiados. La novela gráfica de Craig Thompson, autor de Blankets, se sitúa en mundo islámico imaginario para narrar una historia de amor.

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