Robert Pattinson protagoniza "Cosmópolis"

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Un hombre rumbo a la peluquería: Cronenberg y un viaje en limusina

Un viaje de una punta de Nueva York a la otra en un micro universo lujoso de cuatro ruedas es una historia sólida que quizá aprecien más sus fanáticos más acérrimos pero aún así es digna de verse
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05 de abril de 2013 a las 18:53

Sólo algunos directores pueden ostentar el título de autor a la altura del canadiense David Cronenberg, en particular por su relación –al menos hasta mediados de la década del 2000– con lo fantástico, lo extraño como concepto y la mirada visceral que transmite. Puestos a encontrarle iguales, sólo David Lynch o Peter Greenaway han recorrido con tal coherencia una carrera cinematográfica que abarca ya más de 50 años, con mojones fundamentales para el cine en el caso de Cronenberg como Scanners (1981), La Mosca (1986) o El almuerzo desnudo (1991).

Un Cronenberg más “moderno” (por decir algo) es el que se presenta en 2005 con Una historia violenta, la primera de la que sería su trilogía junto al actor Viggo Mortensen, complementada luego con Promesas del Este (2007) y Un método peligroso (2011).

Para sorpresa de sus fans, Cronenberg se despojaba de la sensación de extrañeza que suele transmitir en sus películas, para apostar a dos narraciones en clave de sobrio policial negro (con matices, ya que el uso de la violencia es siempre exagerado, lindero con el brutal género gore) y el drama psicológico histórico. Este camino elegido por el canadiense llevó a que algunos de sus fans mas cerrados clamaran por un regreso a su viejo estilo o queincluso lo trataran de “traidor”.

Esta Cosmopolis, una adaptación bastante fiel de la novela homónima de Don Delillo, es una posible respuesta del director a esas voces airadas. Está narrativamente hermanadas a obras anteriores de Cronenberg -en particular a su adaptación de Crash sobre novela de J.G. Ballard- y destaca por encima de todo su relato diferente, alejado por completo de la estructura clásica aristotélica del inicio-desarrollo-final. En cierta medida, este filme viene para continuar una manera de narrar que está diciendo presente en Hollywood con insistencia en un periodo reciente, ya que tanto Django sin cadenas de Quentin Tarantino como The Master de Paul Thomas Anderson son, cada una a su manera, narraciones no clásicas.

Probablemente esa aura ballardiana –quien sino Cronenberg es el candidato ideal para trasladar cualquier obra del británico al cine– es lo que sobrevuela todo el tiempo en esta historia al parecer simple: Eric Packer (Robert Pattinson) es un empresario poderoso que un día cualquiera decide cruzar New York de punta a punta con el único objetivo de ir a cortarse el pelo.

Como espectadores, nosotros espectadores acompañaremos en este día común a Packer,veremos las múltiples interacciones que va realizando a lo largo del día. El viaje se torna eterno por problemas de tránsito, las paradas del propio protagonista y un súbito clamor popular con ribetes apocalípticos que llena la calle. Todo el viaje es en su limusina, en la que alternan tanto socios de la empresa, como asesores y amantes.

La apuesta de Cronenberg no es sencilla y pide al espectador promedio muchísima más atención de lo que el cine actual suele hacer, algo que no es negativo en absoluto. Los diálogos aparentan ser inconducentes en su mayoría y queda en uno lograr vincular todo lo que los personajes hablan con aquello que pasa fuera de ese microuniverso que es la limusina de Packer (que por momentos es tan futurista que casi parece escapada de un filme de ciencia ficción).

Esto recrudece aún más en su tramo final, cuando en las últimas escenas los diálogos ya versan de cualquier cosa no relacionada a lo que veníamos viendo y llegamos al final en un momento que sería tan bueno como cualquier otro. Queda la duda de si la narración no escapó de las manos de Cronenberg en esta recta final o si por el contrario, el director optó por cerrar directamente de la manera más narrativamente atípica posible.

El reparto hace su parte, sin lugar a dudas. Pattinson- apuesta que despertaba muchas dudas, está por demás solvente, abandonando de a poco y con convicción la apatía original del personaje y dando una gran entrega física sobre el final. El resto del elenco es meramente secundario –la gran mayoría tiene apenas una escena– pero hay igual buenos aportes de Kevin Durand, Juliette Binoche, Samantha Morton, Justin Long y especialmente Paul Giamatti para cerrar.

Cosmópolis no es el mejor filme de Cronenberg y probablemente se inscriba en el material imprescindible solo para sus fanáticos.

De todos modos, y cómo suele tratarse con cualquier trabajo de este director, lo suyo es siempre una creación interesante de ver.

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