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Un milagro para el Salvo

El edificio inició obras de restauración por las que la IMM le condonará deudas
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19 de enero de 2013 a las 21:19

Fue uno de esos días en los que cae aguanieve en Montevideo. Habrá sido hace 70 años. Al niño que paseaba por la plaza Independencia abrigado con su capa azul le pareció que era nieve. Levantó la vista y no vio copos de nieve sino una inmensa torre como las que estaban dibujadas en sus libros de cuentos. “Cuando sea grande voy a vivir ahí”, les dijo a sus padres. A los 75 años, Abelardo García Viera, es propietario de una de las mejores vistas de la ciudad, la que se ve desde la cúpula del piso 17 del Palacio Salvo.
García Viera también es el actual presidente de la comisión administradora que tiene el desafío de devolverle a Montevideo, este año Capital Iberoamericana de la Cultura, y a 90 años de haberse colocado la piedra fundacional, la grandeza de uno de los íconos más significativos de su perfil.


El 14 de noviembre los montevideanos se sorprendieron con que ya no estaba la antena que coronaba el Palacio Salvo desde 1968. Fue la primera señal de que algo estaba pasando en el edificio que el escritor Alejandro Mario Ferreiro describió como una jirafa de cemento. La mole de hierro, que ya no era utilizada por canal 4, “era peligrosa”, puesto que, al no tener balizamiento, su vibración era constante y convulsionante los días de vientos fuertes. El movimiento producía resquebrajamientos por donde se filtraba el agua de lluvia. Los hierros desmantelados estaban todos corroídos. El peligro era que las piezas ornamentales hechas de metal desplegable y la mampostería cayeran a la vía pública.

Canal 4, por su parte, se comprometió a retirar el soporte metálico que obstaculiza la entrada al mirador, puesto que uno de los objetivos para este año es reabrirlo al público. Allí se tiene una vista de 360º de Montevideo que García Viera calificó como “de lo mejor del Río de la Plata”. Él y su esposa Renata viven a ocho pisos de lo que un día fue el tope, no solo de Sudamérica, sino del mundo. “Nuestra torre fue la primera de hormigón armado. Y hoy continúa siendo un punto alto de Montevideo porque la torre de ANTEl apenas lo sobrepasa o lo iguala porque estamos en una elevación superior de la cuchilla Grande”, relató a El Observador. La altura total del Palacio Salvo es de 95 metros.

Días después del retiro de la antena se procedió a eliminar elementos exteriores con peligro de desprendimiento de las fachadas sobre plaza Independencia y 18 de Julio que continuarán por largo tiempo. El último arenado se había hecho en los años 70. La culminación de estos trabajos condicionan la exoneración de deudas por contribución inmobiliaria con la IMM y, por lo tanto, la realización de otras obras incluidas en la lista de la comisión administradora: reparación de humedades, mármoles de frisos y escaleras, recuperación de murales y de vitrales y colocación de luminarias originales.
García Viera sabe que hay cosas para las que el único remedio sería retroceder el tiempo. Los vitrales exteriores del primer piso desaparecieron, al igual que un mural que representaba a Dante escribiendo la Divina Comedia. “Fue un crimen”, lamentó. Otros murales, entre ellos uno de la bailarina Joséphine Baker, quien bailó desnuda en el Palacio Salvo, fueron tapados en los años 1990. Ya se tiene hecho el proyecto para restaurar el gran vitral de Enrique Albertazzi ubicado en el entrepiso.


La deuda por contribución inmobiliaria asciende a $ 40 millones con multas y recargos que se han estado acumulando desde 2005. Tal suma le valió al expresidente de la comisión administradora, Ricardo Romero, la expresión de que el Palacio Salvo era “inviable”. No obstante, el actual directorio acordó con la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) la condonación de la deuda “si se hacen bien los deberes”, apuntó García Viera.
Las tareas incluyen la eliminación de todos los elementos con peligro de caer a la vía pública, la restauración de las fachadas del edificio y la reestructuración de la pasiva sobre plaza Independencia, entre otros aspectos estéticos-decorativos exteriores e interiores que se perdieron tras décadas de desidia y de actividad delictiva. Por ejemplo, han desaparecido muchas piezas de herrería con el monograma “PS” ubicadas en las escaleras y otras decoraciones en bronce y se han partido mármoles que fueron extraídos de una cantera que ya no está activa. El objetivo de la comisión administradora es ir tan lejos como sea posible y devolverle el esplendor original.

Desde agosto se han saneado algunas cuentas. “Faltaba mano firme”, se jactó García Viera. Por el cese de servicios de portería y limpieza tercerizados se logró un ahorro mensual de casi $ 140 mil; mientras que el pase a retiro de algunos funcionarios evita un desembolso de $ 103 mil. El Palacio Salvo cuenta ahora con 14 empleados; tres de estos se ocupan de la limpieza. El edificio también consiguió ponerse al día con UTE −se tenía un retraso de tres meses−, OSE y ANTEL a través del pago de deudas y de convenios.
El ahorro es una nueva obsesión en los pasillos del Salvo. La factura de UTE bajó de $ 150 mil a $ 74 mil mensuales mediante la instalación de luces automáticas y de la desconexión de algunos apartamentos que se habían enganchado a la red general. Las medidas económicas para poner en orden la casa incluyeron el aumento del 20% en los gastos comunes, aunque el presidente reconoció que “no llega a cubrir el desfasaje” y hubiese preferido un reajuste del 35%. García Viera no precisó el monto de los gastos comunes pero indicó que, a cierre de 2012, solo restaban cinco deudores.


Un triunfo ya anotado es la recuperación de los portones del pasaje que conecta la pasiva de la plaza Independencia con la calle Andes. Estos serán ahora restaurados con colaboración de expertos en mantenimiento de la Armada y el Ejército Nacional y colocados en su lugar original. Se trata de ocho hojas de hierro fundido que, a pesar de pesar 800 kilos cada una, fueron robadas de la estancia de la familia Salvo, donde habían sido trasladados en 1949. De milagro aparecieron tirados entre el pasto en un campo de Dolores.
Y un logro cercano es la apertura de una biblioteca en el piso 10, con 600 libros personales de Juan Carlos Reynés, vecino y autor de Un dirigible sobre el palacio, un libro que repasa los primero 75 años de historia del edificio que rozó el Zeppelín en 1934, un hecho que cualquier montevideano, no importa la fecha de su nacimiento, conoce de memoria. 

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