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Un país de dos colores

Grieta electoral profunda y nuevo presidente, sin mucho carisma, presagian tiempos difíciles
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09 de abril de 2017 a las 05:00
El apretado resultado electoral en Ecuador en segunda vuelta, en la que ganó el candidato oficialista Lenín Moreno por menos de 229 mil votos de diferencia ante el opositor Guillermo Lasso, muestra un país dividido en dos polos ideológicos que, además, se expresa en dos zonas geográficas bien nítidas. Las regiones de la costa, pintadas de verde –el color del oficialista Alianza País-; las del oeste, de azul –el color del contrincante Creando Oportunidades (CREO)-.

La grieta electoral tan profunda y un nuevo presidente sin el liderazgo y el carisma del mandatario saliente Rafael Correa permiten presagiar tiempos difíciles para Ecuador.

El resultado a favor del proyecto socialista y populista del presidente Correa –que no se presentó a la reelección por un impedimento legal–, fue recibido con júbilo por el mandatario saliente, el maltrecho chavismo de Nicolás Maduro y otros dirigentes bolivarianos.

"Gran noticia para la Patria Grande: la Revolución volvió a triunfar en Ecuador. La derecha derrotada, pese a sus millones y su prensa", escribió Correa en su cuenta de Twitter el domingo 2, un día antes de que el oficialismo aprovechara una ceremonia del cambio de guardia presidencial, en la que participó Moreno, para hacer una guiñada al triunfo de su partido, soltando globos verdes y tirando papel picado y serpentinas en la Plaza Grande.

Un exultante Correa se asomó al balcón del Palacio de Carondelet, junto a Moreno, para saludar al público presente en la plaza colonial.

El gobierno de Maduro, cuyo líder, Hugo Chávez, fue el mentor del llamado "socialismo siglo XXI", del que Correa forma parte, escribió en un comunicado que la victoria de Alianza País significó un rechazo a "la restauración conservadora y la consecuente reposición del neoliberalismo" en la región.

"Nuevamente América Latina vuelve a colocarse a la vanguardia de los procesos revolucionarios en el mundo. Esta es una gran victoria, tapa la boca a los derechistas, a las fuerzas conservadoras", dijo, por su lado, otro socio bolivariano, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, luego de conocerse el apretado resultado electoral. ¿Es una opinión política razonada el festejo bolivariano por la victoria de Moreno?

Correa se mantuvo con holgura en el poder por tres períodos consecutivos y es justo reconocer que le dio a Ecuador una estabilidad política perdida –siete presidentes en una década–, cambió la cara a la infraestructura del país y concretó una baja sustancial de la pobreza y de la extrema pobreza.

En las elecciones de 2006 ganó en segunda vuelta con casi el 56,7% de los votos. En las dos votaciones siguientes, en 2009 y 2013, obtuvo una amplia mayoría en primera vuelta, lo que le permitió tener los votos suficientes en la Asamblea Nacional para gobernar a su antojo.

En la elección del domingo 2, el delfín de Correa logró que Alianza País se mantenga en el poder, pero muy lejos del apoyo abrumador de los tres períodos del exitoso gobernante saliente.

Es meritorio que el presidente electo, que asume el próximo 24 mayo, haya logrado la permanencia del socialismo ecuatoriano, teniendo en cuenta el daño electoral provocado por la caída de la economía y las denuncias e investigaciones de casos de corrupción que han salpicado a funcionarios del gobierno.

Nadie pone en duda que el partido de Correa mantiene una fuerza electoral significativa, y que el resultado del domingo 2 le otorga un respiro a la izquierda o partidos populistas de la región, que han ido perdiendo pie desde la llegada al poder de partidos de centro derecha o de derecha –como en Argentina y Brasil– y están muy golpeados por la inédita doble crisis política y económica de Venezuela. Hasta el poderoso Evo Morales de Bolivia tiene hoy menos popularidad que hace una década..

El resultado favorable al partido del presidente Correa –"quien ha dicho que la tendencia progresista se encuentra muy vigente"- confunde a quienes creen que el cansancio y el mal humor que se observa en países latinoamericanos gobernados por partidos de izquierda o populistas no se reflejó en la elección en Ecuador.

En el caso de Ecuador tan cierto como que el populismo de izquierda continuará gobernando es que los resultados globales electorales muestran una mejora sustancial de las fuerzas de oposición. Un dato revelador del mapa electoral –escrutados el 99,61%– es que entre la primera y la segunda vuelta, los votantes del oficialismo aumentaron 35,5%, mientras que los del opositor Lasso subieron 82,44%.

La tendencia creciente de la oposición puede explicarse por la caída de la economía y las denuncias de corrupción –como se advierte en otros países populistas de América Latina–, pero también parece ser una respuesta a un modelo autoritario, caudillista y de poco aire democrático.

El problema de Correa no es que sea un político "vehemente, sanguíneo" –como se define– sino que como buen líder populista y autoritario, aborrece de los canales de intermediación de una democracia –Parlamento independiente, prensa independiente–, y cree que la verdad está encerrada en su puño. Solo así es que podía liderar su proyecto de refundación Revolución Ciudadana que el nuevo mapa bicolor muestra que se está agotando.

La nueva administración de Moreno enfrenta múltiples retos, desde levantar una economía en recesión, una pesada mochila de déficit fiscal y de abultada deuda externa, hasta mejorar sustancialmente el diálogo político y social, básico para una democracia. Para cerrar el ciclo de Correa es clave dejar atrás el ambiente crispado entre los partidos por responsabilidad del propio presidente saliente.

Analistas ecuatorianos no creen que Moreno esté a la altura de las circunstancias y que "el rostro amable y bueno, bonachón" del presidente electo, que le extiende la mano al adversario, será la versión pública del gobierno, pero que el ejercicio del poder seguirá la senda de Correa. Si es así, Ecuador comenzará a transitar un período muy oscuro.

El alivio de Assange

El australiano Julian Assange, fundador de WikiLeaks, debió haber sentido mucho alivio cuando supo que el oficialista Lenín Moreno había ganado la elección en segunda vuelta, el domingo 2.

Es que el delfín de Rafael Correa es quien le aseguraba su permanencia en la embajada de Ecuador en Londres, donde reside desde 2012, cuando recibió asilo del gobierno ecuatoriano para evitar su extradición a Suecia por supuestos delitos sexuales que niega.

Guillermo Lasso, el candidato opositor, que perdió por escaso margen, dijo durante la campaña electoral que era partidario de poner fin al asilo de Assange.

"Invito cordialmente al Señor Lasso que se retire de Ecuador en los próximos 30 días (con o sin sus millones offshore) #AssangeSILassoNO", escribió el australiano en su cuenta de Twitter, el lunes 3.

Al otro día, Moreno pidió al fundador de WikiLeaks que respete el asilo que recibe y no se inmiscuya en asuntos ecuatorianos.

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