Opinión > Editorial

Un paso en la marihuana medicinal

El gobierno permite ahora su venta bajo receta en las farmacias
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23 de octubre de 2017 a las 05:00
El decreto que facilita la compra de marihuana medicinal es un avance parcial en un tema inexplicablemente demorado durante largo tiempo por el gobierno. A diferencia de la marihuana recreativa para drogadictos, cuya nociva legalización persiste impuesta por el expresidente José Mujica, la medicinal, aplicada bajo estrictos controles médicos, alivia diferentes enfermedades. La autorización gubernamental permite ahora su venta bajo receta en las farmacias comerciales y de los centros de salud. Pero sigue pendiente la producción local para abastecer la demanda a precios accesibles. El cannabis medicinal disponible es importado, a un costo de US$ 250 la unidad, precio fuera del alcance de mucha gente. Pero hay tres empresas en carrera para producirlo en el país, a un costo que, según fuentes diferentes, oscilaría entre US$ 30 y US$ 100.
La concreción de esta meta está en lenta danza desde hace tiempo. Dos años atrás una empresa estadounidense negoció producirla, pero finalmente se fue del país cansada de las dilaciones y trabas impuestas por la burocracia estatal y las indecisiones del gobierno. El presidente Tabaré Vázquez y su ministro de Salud Pública, Jorge Basso, anunciaron hace pocos días que el problema quedaría solucionado en noviembre. Pero no está claro si se referían a definir la postergada manufactura en el país o solo al decreto que acaba de autorizar la venta en farmacias del costoso producto importado. Hasta ahora solo podía hacerse mediante un permiso especial de Salud Pública, lo que alentaba la compra a escondidas en el exterior o, peor aun, la peligrosa utilización de aceites producidos localmente en forma clandestina y sin control alguno.

Mientras se espera la necesaria definición de la producción local, se profundiza por varios flancos el fiasco del invento de Mujica de legalizar la marihuana recreativa y su venta en farmacias. Apenas una decena de estos comercios, menos del 1% de los que existen en el país, siguen vendiéndola después que todos los bancos de plaza amenazaron con cerrarles sus cuentas. La lista nunca pasó de 16 farmacias ya que la casi totalidad rehusó hacerlo, señalando la incongruencia de vender un producto que daña la salud en establecimientos dedicados a expender medicamentos para protegerla. En nueve departamentos del país no hay una sola farmacia que venda marihuana. La idea gubernamental de habilitar otras bocas de venta sigue en el limbo. Y la misión gubernamental de alto nivel enviada a Washington fracasó rotundamente, como era obvio que pasaría, en la ilusoria pretensión de que el Congreso de Estados Unidos se adaptara a una ley uruguaya.
Vázquez se declaró tiempo atrás contrario a la legalización de la marihuana recreativa y ha aconsejado no consumirla. Pero mantiene el cumplimiento de una ley que Mujica se niega a desechar, pese a la acumulación de evidencias de que cometió un error garrafal al creer que combatiría eficazmente el narcotráfico y la drogadicción. La comprobación más reciente vino del exterior. Dos organismos de Francia, el Instituto de Altos Estudios de Seguridad y Justicia y el Observatorio de Drogas y Toxicomanía, informaron que la legalización de la marihuana recreativa aumentó su consumo en adultos y jóvenes en Uruguay.

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