Un Proust de madera noruega

Cuando uno desde aquí piensa en Noruega saltan a la mente, como en un juego, varias imágenes y nombres. ¿Qué le han aportado los noruegos al mundo? El pintor Edvard Munch y su grito desgarrado, el explorador barbudo Roald Amundsen llegando al Polo Sur, Knut Hamsun y sus novelas rurales, el estilo eslalon de esquí y toneladas de arenque. Y quizá la inspiración para que Los Beatles compusieran una gran canción.

Ahora parece que a esta lista de celebridades se debe agregar un nombre: Karl Ove Knausgard. Se trata de un escritor de 45 años que ha emprendido una tarea hercúlea, o digna de algún oscuro dios escandinavo. El hombre, dos veces casado y con cuatro hijos, se propuso narrar su vida y los recovecos de su existencia con el más meticuloso detalle. Su familia, sus parientes y las situaciones que vivió durante su infancia, adolescencia y madurez están presentes en una historia que a muchos críticos que lo han leído les recuerda de forma inevitable un gran clásico de la literatura del siglo XX, en plan memorioso: En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

Pero el hombre tiene varias particularidades. Había publicado a finales de la década de 1990 una novela debut con la que obtuvo un premio importante en su país, pero luego vinieron años de ostracismo. En 2009, Knausgard comenzó a escribir de forma compulsiva sobre su vida, sus padres y las tragedias psicológicas que debió afrontar de niño. Luego pasó a su juventud y a su primer casamiento.

Tituló la extensa obra, que está dividida en seis capítulos para facilitar la manipulación, con el polémico Mi lucha, en un guiño entre macabro y taquillero al clásico libro de Adolf Hitler. El éxito en su tierra natal fue inmediato y contundente. Para un país que no tiene más de cinco millones de habitantes, Knausgard logró vender casi medio millón de ejemplares de un libro voluminoso y denso, nada fácil de abordar, en comparación con los best sellers usuales.

Las ventas y las traducciones tuvieron además (cosa que no siempre sucede) un acompañamiento en consonancia por parte de la crítica. La revista The Economist no duda en calificar el libro como “el mayor racconto exhaustivo de la vida moderna jamás escrito”.

Pero el éxito también le trajo problemas. Su familia paterna dejó de hablarle por las duras revelaciones que el autor hace en el libro sobre aspectos de la personalidad de varios de sus miembros. Por este motivo y por la soledad en que quedó a pesar de la enorme repercusión, Knausgard se mudó con su familia a la vecina Suecia, donde vive.

Quienes lo han leído destacan varios factores del talento del noruego. Las narraciones de su vida se alejan del aburrimiento de la simple sucesión de hechos banales que compone buena parte de nuestras vidas. Otros destacan su sentido de la trascendencia, de poder ver detrás de situaciones cotidianas algo mayor que se disfraza y se esconde. No es raro en los nórdicos la búsqueda de Dios y la obsesión proveniente de su limo luterano de la culpa y la constante presencia del mal como tentación.

En sus reflexiones y en su crónica del paso del tiempo también aparece Hitler e incluso hay referencias explícitas a otro frío asesino más cercano en el tiempo: Anders Breivik, autor en 2011 de los atentados en varios puntos del país que dejaron un saldo de 77 muertos.

Con esta carga de historia y de actualidad, Knausgard se ha embarcado en otra tarea de alto contenido literario y también místico: una nueva traducción de la Biblia al noruego. Solo cabe esperar que los volúmenes de su autobiografía se traduzcan al español (recién el tercer tomo está traducido al inglés) para conocer de primera mano a esta sensación literaria nórdica que está haciendo más ruido que el del martillo de Thor.