Un pueblo con luz propia

Cerros de Vera es una localidad del departamento de Salto que, según el último censo, tiene una población de 160 habitantes, 58 residencias, escuela pública, policlínica y comisaría. Allí, el jueves 25 de junio los vecinos cambiaron la rutina. Aunque desde febrero ya gozan del beneficio de la luz eléctrica las 24 horas sin tener que prender un generador, ese día quedaron inaugurados los paneles solares fotovoltaicos que convierten a Cerros de Vera en la primera localidad en tener luz propia.

El principal cambio que sintieron los habitantes del pueblo con la llegada de los paneles fue el silencio. "Durante 20 años veníamos escuchando el ruido del motor todo el día", comentó a El Observador Elva María Leites, que tiene 56 años y es oriunda de este pueblo. La vecina, que trabaja en una cabina de ANTEL que el ente instaló en su casa, contó que la energía hasta el momento se proveía mediante generadores. Al principio el generador comenzó a utilizarse ocho horas al día, al año se aumentó su uso a 16 horas, para pasar a funcionar durante todo el día. "Ahora se escuchan las gallinas y los gallos cuando cantan porque se dejó de sentir el motor del generador", comentó Elva, entusiasmada.

"Es muy importante para los jóvenes, para los niños que están creciendo y van a la escuela ahora, para que se entusiasmen a seguir viviendo en el campo al ver esta experiencia". Hay adolescentes que terminan sexto año y antes se tenían que ir a la ciudad a seguir sus estudios porque allí no tenían ninguna posibilidad.

En la ceremonia de inauguración, el vocero del pueblo fue el maestro de la escuela Nº 25 de Cerros de Vera, Jorge Morales. La presidenta de Mevir le comunicó a los habitantes que debían hablar frente a las autoridades de UTE y la prensa, para contar la experiencia de la utilización de los paneles solares. "Como no teníamos nada preparado, la palabra la tomó el maestro de la escuela rural ", dijo Elva.

Ringo Leites, hijo de Elva, se presentó al llamado a licitación que hizo UTE para mantener y trabajar en la planta donde funcionan los paneles solares. "Nos presentamos junto a mi cuñado Daniel Dutra y a otra chica de acá del pueblo, Karen Carballo, y ganamos la licitación, porque la idea era darle prioridad a la gente del lugar". Ringo hacía 10 años que vivía en Paysandú porque trabajaba en una estancia cerca de Tambores, y pese a que estaba económicamente cómodo allí, cuando le plantearon el proyecto de energía eléctrica con paneles en su pueblo natal, se sintió entusiasmado y regresó a Cerros de Vera.

Los tres se capacitaron con un técnico australiano de la filial chilena de la empresa SMA, especializada en la construcción de paneles solares, que fue directamente al pueblo para dictar clases sobre el mantenimiento de estos.

Ellos son las únicas personas que trabajan en la planta y todos realizan las mismas tareas: se controla lo que empieza a generar el sol, lo que va para el pueblo y lo que va a la batería, se hacen los mantenimientos en los motores y en los paneles solo se controlan los tableros electrónicos. Después no pueden tocar nada. Trabajan en dos turnos y en el de la noche sólo es la vigilancia desde la casa de ellos, que viven a media cuadra de la planta. Si suena la alarma, van hasta el lugar, solucionan el inconveniente y vuelven a su hogar.

"La gente de campaña le tiene terror a la electricidad. Cuando cambió el voltaje de 220 a 400 fue peor porque entre la gente se decía que era más brava la patada", contó Ringo a El Observador, y recordó que el pueblo teme a los cambios y por eso el día de la inauguración algunos quería participar del evento, pero se sentían un poco invadidos por la cantidad de gente que los visitó, algo a lo que no están acostumbrados. Ahora que Cerros de Vera tiene luz propia, seguirá con naturalidad y menos ruido.