Tres meses después, la decisión de más de la mitad de los británicos de sacar al
Reino Unido de la Unión Europea (UE) parece que fue absorbida por el calor tardío de setiembre. Ese "shock" inicial que rompió con el statu quo británico hoy logró normalizarse aunque los efectos del resultado del referéndum dejaron una huella visible en algunos círculos del reino y, sobre todo, en algunas esquinas de Londres donde hay incertidumbre.
El llamado brexit sigue dando un titular por día al diario que los londinenses recogen de forma gratuita en la estación de subte y leen en ese tiempo muerto entre su casa y el trabajo. El
brexit también les da motivos a grupos de trabajadores para que la cerveza de las seis de la tarde después de la oficina se alargue un poco más.
Londres
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M. NATALEVICH
En uno de esos bares, a pocos metros de la emblemática catedral de St Paul, Angelo Peritore disfruta de su cerveza negra después de una estresante jornada en el Commerzbank, el banco de inversión alemán en el que trabaja.
Peritore es italiano, tiene 26 años y acaba de cumplir su primer quinquenio en la capital inglesa, adonde llegó para hacer estudios de posgrado y se quedó trabajando.
"Los resultados del referéndum fueron completamente inesperados por todos los que trabajamos en el mundo de la finanzas. Fue realmente un shock para toda la comunidad europea que vive en el Reino Unido", dijo este originario de Sicilia a El Observador mientras bebía su cerveza de a sorbos profundos.
Angelo Peritore
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M. NATALEVICH
Peritore es el caso típico de un inmigrante europeo al que su pasaporte le brindó posibilidades para estudiar y trabajar en Gran Bretaña. Y es también uno de esos casos que le aportó valor a la sociedad británica, según estimó el uruguayo Francisco Panizza, profesor de Política Latinoamericana y Comparada en la prestigiosa London School of Economics (LSE) de la Universidad de Londres.
"La inmigración fue el tema más importante de la campaña. En los últimos años el Reino Unido recibió una enorme cantidad de inmigrantes de Europa del Este pero también de Italia y de España. Todos los estudios dicen que esa inmigración es positiva para la economía", explicó a El Observador el especialista en su despacho de Aldwych –a pocas cuadras de la Corte Real de Justicia– mientras terminaba de corregir algunos ensayos.
La campaña por la salida de la UE utilizó la inmigración como leitmotiv para captar el voto más conservador. Con propuestas tales como "los inmigrantes les quitan el trabajo a los británicos o bajan el nivel salarial", el brexit logró adueñarse del voto de los sectores más tradicionales, los de mayor edad y menos educación, sobre todo del norte de Inglaterra.
"Es paradójico que en muchos de los lugares donde ganó el brexit es donde hay menos inmigración, mientras que en una de las ciudades más multiculturales del mundo, como Londres, los británicos votaron para quedarse", señaló el docente uruguayo.
Francisco Panizza
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Francisco Panizza
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M. NATALEVICH
Como bueno italiano, Peritone discute con energía cuando se lo consulta por ese 52% que decidió salir de la UE. Para él, los británicos que votaron por el brexit no entendieron completamente la magnitud del impacto de una decisión como esa. "Especialmente afuera de Londres el voto fue muy emocional y guiado por la crisis migratoria europea. Un tema así se puede resolver en una mesa de negociación. Es inentendible que la inmigración llevó a votar el brexit", comenta Peritore.
Panizza llegó a Inglaterra hace 37 años y hace dos décadas que enseña e investiga en la LSE. Al igual que Peritore, fue otro de los que se vio sorprendido por el resultado del referéndum, aunque le resulta fascinante cómo la política británica encontró mecanismos internos para recomponer el gobierno de forma inmediata.
"Nadie convoca a una votación así para perder. (El ex primer ministro)
David Cameron llamó con la confianza de que iba a ganar, ni siquiera los que se opusieron a la UE esperaban salir victoriosos", afirmó el experto.
La otra cara
Swen Lorenz es uno de las excepciones a esa sorpresa generalizada. Lorenz se define como alemán por nacimiento y británico por opción. Desde 1998 vive en el Reino Unido, donde tiene varios negocios, y habla con pasión y admiración sobre la vida británica. Su caso es especialmente atípico: fue portavoz de la campaña por la salida del Reino Unido de la UE pero ni siquiera pudo votar, ya que vive en Londres gracias a su pasaporte alemán.
"Esto es lo que yo esperaba por la crisis ininterrumpida en la UE que, como institución política, carece de democracia y transparencia", dijo Lorenz a El Observador en un café de la coqueta Bond Street.
Swen Lorenz
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Swen Lorenz
Swen Lorenz
M. NATALEVICH
El alemán entiende que el Reino Unido tiene diferencias históricas respecto al resto de Europa, con su propia cultura y dinámicas internas, y por tanto se niega a que "un grupo de burócratas" en Bruselas tomen decisiones por los británicos. Sin embargo, aclara que el Reino Unido no le está dando la espalda a Europa sino a la institución política.
Lorenz advierte que el humor cambió en el país y que ese shock inicial con el que muchos se toparon devino en un trabajo conjunto y constructivo. De hecho, Lorenz es parte de un grupo consejero que puso en una misma mesa a personas que votaron por quedarse y salirse para crear un frente común de cara a las negociaciones que el Reino Unido deberá entablar con la UE cuando se ejecute el divorcio.
El tema de la inmigración no demoró un minuto en aparecer en la conversación. "La pregunta de qué pasará es lógica y creo que la respuesta es bastante simple: el Reino Unido es bastante pragmático y el brexit no es sobre tirar gente para afuera del país, no conozco a un solo votante del brexit que piense de esa manera", comenzó. Lorenz señala que lo que buscan es regular con un sistema inmigratorio parecido al que tienen Canadá, Australia y Estados Unidos, donde se debe postular a una visa y demostrar determinadas cualificaciones. Lorenz opina que la situación actual que permite a los ciudadanos de la UE ingresar libremente a territorio inglés es discriminatorio con respecto a los socios de la Commonwealth. "Queremos hacer algo justo, que todos tengan las mismas oportunidades de llegar aquí", señaló.
Big Ben
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M. NATALEVICH
Peritore, ya con su vaso de cerveza vacío, dijo que no está preocupado por tener problemas de visa, sino que lo que más le preocupa son los impactos que la medida tendrá en materia de negocios. El italiano señaló que en el sector financiero, las empresas que se dedican a la exportación e importación de bienes y servicios, y para los inversionistas hay "mucha incertidumbre", que se prolongará durante los próximos dos años, cuando el gobierno formalice su salida de la UE.
El italiano espera que las negociaciones puedan minimizar el impacto comercial para que la elite financiera mundial –y otros sectores de peso sustantivo– que están en Londres no piensen en relocalizarse. "Se deben clarificar y renegociar todos los puntos para que esta decisión política no se transforme en un suicidio para el Reino Unido", dijo Peritore antes de perderse por las escaleras de la estación de St Paul.
Los próximos dos años estarán dominados por intensas negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) para determinar cuál será su relación. La primera ministra británica, Theresa May, reiteró en varias oportunidades que "brexit significa brexit", pero es indudable que la salida también habrá de establecer nuevos lazos políticos y económicos con la UE, como los que hoy tiene el bloque con Suiza y Noruega. "Ahí la cuestión fundamental será el balance entre lo que pretende el Reino Unido –mantener el libre comercio– y lo que han dicho los líderes europeos: no se puede tener libre comercio si no hay movilización de personas", estimó Francisco Panizza, de la London School of Economics.