Puerta tras la que fue recluída la joven secuestrada<br>

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Un secuestro al estilo ñeri

El 23 de abril una banda de jóvenes logró $ 100.000 por la liberación de una mujer; uno de los tres captores sigue prófugo y la jueza critica la actuación policial
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29 de junio de 2015 a las 05:00
Dos jóvenes entraron a la casa de unas hermanas gemelas de 25 años empuñando pistolas. "Nos pedían plata, droga y cigarros", contó una de ellas en el juzgado. Ellos preguntaron por el hermano de las gemelas y ellas se negaron a decirles dónde vivía. En ese momento, llegó una amiga con el hijo de 5 años de una de las hermanas. "Fue cuando agarraron al niño y se lo querían llevar", declaró la amiga. Amenazaron, incluso, con matar al pequeño. La tía se ofreció entonces como botín para preservar al niño. Y se la llevaron.

"Me dicen que los lleve a lo de mi hermano. Me dicen que si no los llevo, se llevan el bebé. Entonces fui yo con ellos. Me subieron en una moto, me subieron en medio de ellos. Ya en el camino me encapucharon y no vi adonde me llevaban. Cuando llegamos a un lugar, tipo una casa, me pusieron contra una pared porque ellos escucharon un ruido. Después abrieron el candado porque escuché la cadena. Me sentaron en un sillón y me dijeron que llamara por teléfono a (su amiga) y que pidiera un millón de pesos de rescate. Me decían que si me portaba bien, no me iba a pasar nada. Me hacían decir que ellos eran seis, que yo estaba lastimada y que si no llevaban la plata me iban a tirar al Pantanoso".

En poco se parece este secuestro al de la doctora Milvana Salomone, capturada el 17 de mayo en el Parque Batlle por una banda de delincuentes con experiencia que planificó durante dos meses el delito. Mientras que Salomone destacó que los hombres que la secuestraron no se llamaban por su nombre y cambiaban su voz para que no los reconociera, los jóvenes que secuestraron a una de las gemelas en el barrio Casabó, en la tardecita del 23 de abril, se llamaban por su nombre.

"Entre ellos se decían ñeri. El único nombre que escuché fue a uno que le dijeron...". Luego de ser liberada, la víctima del secuestro nombró en el juzgado a uno de los secuestradores, pero la Policía no logró detenerlo a tiempo. El joven secuestrador, de 19 años, participó dos días más tarde del homicidio del publicista Pablo Blois en el pub Tijuana de Piriápolis.

De la casa de las gemelas, los dos jóvenes se llevaron un reloj, una cartera y tres celulares. Uno de los teléfonos sonó media hora más tarde. La amiga y la hermana se contactaron así por primera vez con la cautiva.

Los hombres pidieron entonces un millón de pesos por la mujer. "Daban dos horas o si no (aparecía el dinero) la mataban", declaró la amiga. "Dijimos que no teníamos esa cantidad. Nos pidieron 500 mil", agregó. Las hermanas explicaron en el juzgado que la amiga, de 39 años, es como una madre.
A las 2 de la madrugada se contactaron nuevamente, esta vez para pedir $ 200 mil. "Siempre amenazaban con matarla", insistió su amiga ante la jueza. No era broma. "Me apuntaron a la cabeza y como que me acariciaron con el arma en la cara", declaró la víctima.

Facebook

La negociación entre la familia y los secuestrados sufrió un percance en medio de la madrugada: los celulares se quedaron sin saldo para llamadas y comenzaron a intercambiar mensajes de texto. "¿Por dónde quiere que empiece? Le corto los dedos", escribían los secuestradores, que habían atado a la víctima, le habían ofrecido comida y la habían obligado a acostarse en una cama.

"Querían drogas y armas. Y así estuvimos toda la noche", declaró la amiga. La negociación se extendió hasta las 5 de la madrugada, cuando los secuestradores prometieron liberarla con vida.
En medio de la negociación, llegó un tercer participante del secuestro, que se quedó solo con la víctima el resto de la noche. La joven recuerda que el hombre se drogaba con basoco, una mezcla de marihuana con pasta base. "Se me acostó al lado, pero no me hizo nada", aseguró en el juzgado.

La hermana que quedó con el niño reconoció a uno de los secuestradores, porque no se cubrieron el rostro. Le halló cara conocida, comenzó a buscarlo y (¡bingo!) lo encontró. "Eran nombrados en el barrio como grandes delincuentes que estaban secuestrando gente", declaró una de las mujeres.

A la mañana siguiente, antes del mediodía, los secuestradores se contactaron otra vez con la amiga, que acordó pagar $ 100 mil por el rescate. Se quedaron de encontrar en determinado punto y allí fue la amiga con los billetes dentro de una bolsa. Dos motos la interceptaron. En una iban dos mujeres y en otra una muchacha con uno de los secuestradores, al que habían encontrado en Facebook. Les dio el dinero. Ellas le sacaron una foto con un celular y le pidieron que se subiera al taxi. Unas horas más tarde, sobre las 15.30, la liberaron en camino Cibils y camino Buffa, 10 cuadras al oeste del estadio Luis Tróccoli.

Al liberarla, los secuestradores le dieron $ 200, la insultaron y le dijeron que se tomara un taxi. Unos minutos más tarde, la víctima estaba junto a su familia.

La renguera y el prófugo

"Una vez identificados los secuestradores se resuelve que lo mejor, a los efectos de salvaguardar la integridad física de la víctima, es que un familiar haga entrega de la suma acordada bajo la condición de los autores, por lo que su amiga en el lugar acordado hace entrega de la suma de $ 100 mil a un masculino y una femenina, ambos en una moto siendo acompañados por otra moto con dos mujeres", expresa el informe del Ministerio del Interior que integra el expediente judicial, al que accedió El Observador.

Cuatro días después, la Policía detuvo a un sospechoso que fue reconocido en Facebook y en el juzgado por dos de las tres mujeres que estaban en la casa cuando llegaron los secuestradores. El fiscal Ariel Cancela pidió su procesamiento con prisión por rapiña y secuestro, pero la jueza María Elena Mainard, al percatarse de que el hombre rengueaba y que ninguno de los secuestradores lo hacía, desestimó la acusación y pidió una pericia forense. El médico determinó que el sospechoso tuvo un accidente de tránsito antes del secuestro, en el que sufrió "fractura cerrada de tibia y peroné derechos, por lo cual fue intervenido quirúrgicamente".

La jueza concluyó que no rengueaba para despistar, sino que efectivamente no era uno de los secuestradores. "No puede ignorarse la dificultad motriz al caminar que presenta, la cual es por más evidente y le impide caminar normalmente, lo que hace caer por su peso la única prueba que se presenta consistente en los reconocimientos referidos (el reconocimiento de las víctimas). No se incautaron armas, efectos ni se presentó otro medio de prueba que el referido", expresó la jueza.

La magistrada no ocultó su malestar con la investigación policial, a cargo de Líber De Los Santos, director de la Unidad de Análisis de Hechos Complejos. "Corresponde expresar que la investigación policial realizada se limitó a comunicar a esta titular lo investigado en una red social por las víctimas, hecho por otra parte que no se sabe si fue corroborado por personal policial interviniente. Hasta el momento no se ha comunicado el resultado de la investigación policial que presuntamente se ha realizado; se está a declaración de las víctimas, la cual es creíble, a pesar de algunas inconsistencias. La investigación policial se tradujo en tomar la investigación que las víctimas efectuaron en las redes sociales y afirmar como cierto que los detenidos tendrían participación en los hechos que se investigan, lo que parece insuficiente y más teniéndose presente la gravedad de las figuras delictivas por las cuales se pretende enjuiciar", sentenció la jueza.

El 12 de junio, la jueza procesó con prisión a un integrante de la banda, que se encargó de liberar a la víctima, por el delito de secuestro en calidad de cómplice. El 24 de abril, después de liberarla, otro de los secuestradores llegó a Piriápolis y dos días más tarde participó del homicidio de Blois, por el que fue procesado con prisión.

El tercer supuesto integrante de la banda sigue prófugo, por lo que la jueza pidió su captura. También ordenó la citación del hermano de la víctima, a quien buscaban los secuestradores.

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