En una de las películas más hermosas sobre el amor que se hayan hecho, Paris, Texas, de Wim Wenders, el espectador asistía a un espectáculo incomparable de cine destilado hasta su esencia. Más allá de la espectacular secuencia inicial donde Travis aparece atravesando el desierto texano con paso febril y se desploma al llegar a un almacén, la cinta prescindía explícitamente de toda ambientación, a la búsqueda de un despojamiento que obligaba a concentrarse en la cara de los personajes y en los diálogos.
Esa abstracción absoluta, que hace que los lugares que recorre el filme sean simples accesorios –una autopista como fondo de una conversación; una casa en una ladera cualquiera de Los Ángeles; algunas calles sucias de Houston que se ven cuando padre e hijo van en busca de Natacha Kinski– hace que el guión de Sam Shepard resulte absorbente, y cada palabra dicha, fundamental.
Algo de todo esto hay en esta novela que Alfred Hayes (1911-1985), guionista de Rosellini y de De Sica, publicó en 1953 y que recién hoy se puede leer en español. Se trata de una emocionante historia de amor que deviene en un triángulo amoroso, contada a través de la lúcida y honesta voz del narrador protagonista, que se desangra en cada página del libro y que, al igual que la citada película, prescinde de los escenarios al máximo, para configurar un monólogo de gran profundidad sobre las relaciones amorosas.
Ni él ni ella tienen nombre a lo largo de toda la novela, son solo “yo” y “ella”. Los personajes laterales, como la hija Bárbara, o el pretendiente adinerado, el tercero en discordia, Howard, sí son llamados por su patronímico, lo que acentúa la sensación claustrofóbica de la pareja.
La novela está llena de esos pequeños detalles que evidencian que Hayes fue un desconocido escritor de gran talento. Tiene una prosa excepcional, que alineándose con la mejor tradición estadounidense rescata la fuerza del relato oral, donde no hay tiempo para disgresiones y se va constantemente al grano, lo que le confiere una gran solidez narrativa sin altibajos o lagunas.
Aunque inglés de nacimiento, Hayes fue estadounidense desde los 3 años y eso se nota en su literatura que además de lúcida y ágil, presenta también ese costado oscuro tan frecuente en las letras americanas.
Hay algo en este libro que prefigura ya a la famosa novela negra estadounidense de la década de 1960. La presencia del amante adinerado que tienta a la muchacha o la mentalidad de ella misma que ve en ese posible casamiento una metáfora de la felicidad, son ya algunos de los temas que escritores como Ross Macdonald denunciarán con contundencia algunos años después.
Hay que decir también que se trata de una novela valiente, que no duda en indagar en los vericuetos más profundos de la mente humana y que reflexiona con gran brillantez sobre las diferencias entre la mentalidad femenina y la masculina. Y este es uno de los puntos que hacen a Los enamorados una obra mayor.
La habilidad de Hayes es enorme para hablar mal de ella, pero también de él. Así como ataca a la mujer y marca como defectos su mutabilidad e inestabilidad emocional, que deja desconcertado al varón, también señala con énfasis las limitaciones propias del ser masculino, incapaz de ampliar su mentalidad, de sentir de verdad con el corazón o de entregarse por completo al otro.
Un tratado sobre las relaciones afectivas. Un verdadero hallazgo editorial.
$ 380
Es el precio de este libro de 155 páginas editado por
La Bestia Equilátera.
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