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Una ciudad en puntas de pie

El ballet y otros estilos de bailes clásicos y contemporáneos toman durante 10 días la ciudad de Joinville, en el estado de Santa Catarina, Brasil, durante el mayor festival de danza del mundo
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01 de agosto de 2015 a las 00:00
João Vitor Palma se concentra y practica hasta el último minuto antes de salir. Quiere dejar todo en la cancha. De lejos ya siente los aplausos y ovaciones. La adrenalina sube.

Hace seis años atrás, su escenario era un estadio, cuando jugaba como golero en Palmeiras, San Pablo.

Pero desde 2010, los teatros dejaron atrás a las canchas de fútbol. Palma tiene 16 años y es uno de los bailarines que participa del festival de danza de Joinville, en Santa Catarina, Brasil, considerado el mayor festival de danza del mundo por la organización de Records Mundiales Guinness y que ya lleva 33 ediciones.

Desde el 22 de julio hasta ayer, Joinville se convierte en la ciudad de la danza. Más de 6.500 participantes de ocho países, 403 escuelas de baile y casi 1.500 coreografías componen la escena de esta ciudad de 500 mil habitantes.

Si bien Palma baila danzas urbanas, este año participa también en el festival como un bailarín de ballet neoclásico. Es la tercera vez que compite en Joinville y la primera que prueba un nuevo estilo.

El responsable principal de su pasión por el baile es Michael Jackson. Antes de su muerte, Palma no sabía ni que existía. Pero cuando el artista falleció, el joven comenzó a ver sus presentaciones en la televisión y los bailes lo cautivaron. Durante varios meses Palma ensayaba en secreto.

Se encerraba en su cuarto para intentar imitar a su nuevo ídol, hasta que en su liceo le propusieron realizar un homenaje a Jackson y él aceptó. Su madre no lo podía creer y su padre no quería creerlo.
"Es que para ellos tenía más futuro como jugador de fútbol que como bailarín", cuenta.

Aunque durante el festival, que también es competencia, hay diferentes estilos de danza, la vedette es el ballet. El estilo clásico y neoclásico abundan en el programa del evento con presentaciones solistas, a dúo y conjuntos. Este año, la apertura no fue ajena a ese estilo de danza. El Cascanueces, de Tchaikovski, abrió el festival y fue interpretado por los bailarines de la compañía de danza del Bolshoi de Brasil, que tiene su sede en Joinville y es la única fuera de Rusia.

De la industria al baile


Para el brasilero Ely Diviz, que participa de la organización del festival desde hace 28 años y la preside desde 2005, por qué Joinville –una ciudad que fue fundada por inmigrantes europeos para desarrollar diferentes industrias– es hoy la localidad brasilera con el mayor festival de danza del mundo es un misterio. "De verdad que no tengo una explicación", dice. Pero sí se atreve a señalar a alguien como uno de los principales responsables.

El exsenador y exalcalde de Joinvile, Luiz Henrique Da Silveira, impulsó tanto la consolidación del festival como la creación de un compañía de Bolshoi en Brasil. El evento de este año fue dedicado al político, que falleció en mayo.

Da Silveira recibió al grupo de ballet ruso en 1997 y dos años después viajó a Rusia para que consideraran que Joinville tuviera su sede de la compañía de danza clásica. Al año siguiente, en el 2000, el Bolshoi también fue brasilero.

El exalcalde también apoyó la creación del centro de eventos de Joinville, donde hoy se desarrolla el festival. En sus comienzos, el evento se realizaba en un centro cultural, pero a medida que crecía el espacio iba quedando chico. Ricardo Scheir, coreógrafo y profesor, lo recuerda bien: "Vi toda la transformación del festival. Participo desde el primero". Al igual que Diviz, Scheir no puede explicar qué llevó a Joinville a ganarse un puesto del mundo del baile.

"No hay nada que como este festival, con esta organización, con esta estructura. No sé por qué", afirma.

El centro de eventos impulsado por Da Silveira no es el único lugar donde se siente la danza dentro de la ciudad. En cada rincón de Joinville se palpa el festival. Durante el día, los grupos de baile que no ingresaron a la competencia, realizan muestras abiertas en plazas, ciudades cercanas y visitan el hospital público de la localidad para llevarle su arte a los pacientes y funcionarios.

El encargado de coordinar las muestras abiertas es Jessé Da Cruz, un joven de 26 años de familia circense que pasó de vivir en una favela a ser becado en Broadway, en Nueva York. "Siempre viví dentro del arte y más que un bailarín hoy soy un artista", dice con orgullo.

Ballet, jazz, danzas populares y urbanas. Durante 10 días en Joinville se baila más de lo que se camina y se aplaude más de lo que se conversa. Para los artistas, participar del festival es cumplir una meta. Para los locatarios, el evento es un orgullo del cual se sienten parte, incluso desde las butacas.

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